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Define el diccionario de la Real Academia de la Lengua «tocar a rebato», como: «Dar la señal de alarma ante cualquier peligro».

Seguro que el término les suena a las personas «de edad» de los pueblos de España pues eran las campanas de las iglesias las que, con ese toque y ya hace décadas, llamaban a los vecinos para que, armados con ramas, se dirigieran al lugar donde se había declarado un incendio forestal.

La tradición obligaba a los varones atender ese toque y prepararse para dirigirse al incendio, en camiones que se ponían a disposición de la «autoridad competente» para realizar ese traslado. Y difícil era resistirse a la «llamada del fuego», porque acompañando al conductor en el camión, normalmente viajaba un guardia civil, que convencía sin problema a los indecisos, de la necesidad de aportar su esfuerzo a la extinción.

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Dos martillos para dar el «toque a arrebato» por si se necesita

Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero la principal es la incorporación de la tecnología de las comunicaciones, a los sistemas de alerta a la población. Y quizás la del desplazamiento del personal que va a intervenir en los incendios, que ahora se realizaría en vehículos más adaptados a llevar personas, que las cajas de aquellos camiones de antaño.

«Toque a rebato» de las campanas de la iglesia de San Andrés en Becerril de la Sierra, en la Comunidad de Madrid, sonarán aun en ausencia de energía eléctrica, porque de acuerdo con el párroco, se han dejado dos martillos en el campanario, con los que «dar» ese toque.

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