Una de las apuestas más “nacionales” del programa extraordinario de conmemoración del Bicentenario del Museo Nacional del Prado es el proyecto “De gira por España” que llega al Principado de Asturias con el préstamo del retrato de uno de los hombres más lúcidos de la Ilustración europea nacido en Gijón, Gaspar Melchor de Jovellanos.

El préstamo de esta obra, que permanecerá expuesta en el Museo Casa Natal de Jovellanos hasta el 8 de diciembre, clausura esta iniciativa que ha recorrido toda la geografía española.

Cuando se cumple el Bicentenario del Museo Nacional del Prado, cuya apertura tuvo lugar el 19 de noviembre de 1819, el museo conmemora su fundación “reflexionando sobre su historia pero con la vista puesta en el futuro”; y lo hace con un programa muy amplio y diverso.

Entre las múltiples actividades programadas se encuentra la exposición “De gira por España”: durante un mes algunas pinturas de especial relevancia de la colección del Museo Nacional del Prado dejarán su espacio habitual y podrán verse en diferentes museos del territorio español, uno por cada comunidad y ciudad autónoma (excepto Madrid).

En el Museo Casa Natal de Jovellanos se podrá contemplar, hasta el próximo 8 de diciembre, Gaspar Melchor de Jovellanos. Se trata de un encargo del propio Jovellanos, profundo admirador de Goya, al genio aragonés.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), uno de los hombres más lúcidos de la Ilustración europea, nació en Gijón, se licenció en Derecho y llegó a ser un político idealista y un economista avanzado, además de un docto hombre de letras y un mecenas y coleccionista admirador del naturalismo de Velázquez y del arte novedoso de Goya. En 1767 fue nombrado alcalde de la Sala del Crimen en la Audiencia de Sevilla y, en 1778, alcalde de Casa y Corte. Se trasladó a Madrid en 1780 para ascender al Consejo del Real de las Órdenes, y fue entonces elegido también como académico de las de Historia y de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidió con Goya. Sin embargo, por su defensa de reformas agrarias y de la libertad económica al comienzo de la Revolución Francesa, fue desterrado a Gijón, donde fundó, en 1794, el Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía y redactó su Informe sobre la Ley Agraria.

En 1795, quizá sin saberlo, su nombre figuró en la fracasada conspiración de Alejandro Malaspina contra Godoy. No volvió a Madrid hasta noviembre de 1797, designado entonces como ministro de Gracia y Justicia. Sus reformas jansenistas de la política religiosa provocaron su caída en agosto de 1798 y su encarcelamiento en Mallorca desde 1801 hasta marzo de 1808. Rechazó el cargo de ministro del Interior bajo José Bonaparte y se trasladó, como representante del Principado de Asturias en la Suprema Junta Central, a Andalucía. Murió, mientras se dirigía a Gijón huyendo de los franceses, el 27 de noviembre de 1811.

Para uno de sus protectores más importantes, Goya creó un retrato especialmente original, a medio camino entre lo oficial y lo privado. En un suntuoso interior, Jovellanos, que viste una casaca forrada de armiño, aparece sentado ante un escritorio de estilo neoclásico con bucráneos y guirnaldas tallados en sus frentes. Mirando hacia el espectador, apoya la cabeza en su mano izquierda y sujeta en la derecha una hoja de papel inscrita con su nombre y el del pintor. Imita así la postura pensativa de la alegoría de la Melancolía, conocida por el famoso grabado de Durero de 1514, símbolo renacentista del genio del artista, en equilibrio entre la genialidad y la locura, premiado no sólo con habilidades supremas, sino también capacitado para reconocer la realidad de los demonios infernales de la psiquis o de la depravación destructiva del hombre. La postura se relaciona con el Capricho 43 de Goya y sus dibujos preparatorios, en los que el propio pintor aparece dormido en su mesa de trabajo animado por una lechuza que guía los locos monstruos de sus visiones interiores, que le asaltan irresistiblemente. Al adaptar esta postura a Jovellanos, Goya manifestó una solidaridad ideológica, distinguiéndole a la vez como víctima de su genialidad, simbolizada por motivos clásicos.

Así, en la penumbra y tras el escritorio se esboza una estatua de Minerva. Con un gesto de inspiración, la diosa de la sabiduría y de las artes tiende la mano, remitiendo a la vez el novedoso proyecto del Real Instituto en Gijón sobre el cual se apoya. También aparecen en la decoración los cráneos de animales de la mesa como atributos de la Melancolía y símbolos de la vanidad del hombre, que sólo en la muerte alcanza la sabiduría divina. Aquí, al convertir el escritorio en un ara romana, parecen aludir también al sacrificio que Jovellanos aceptó por su vocación, su ideología liberal y su apuesta, el bien general. Sin embargo, la figura de «Jovino, el melancólico», como lo tituló Meléndez Valdés en un poema, queda algo flotante en el ostentoso interior, lo que subraya la tensión entre el espíritu de la razón de Minerva y el «delirio infausto», que indica un abismo inquietante entre la previsora visión del solitario y el poder de la reaccionaria realidad política.

“De gira por España”

Durante la celebración de sus 200 años de historia, el Museo del Prado ha cedido en préstamo 12 obras de especial relevancia a distintas instituciones de toda la geografía española. Todas las comunidades autónomas, excepto Madrid, y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla han recibido uno de los lienzos seleccionados -obras maestras de Tiziano, el Greco, Velázquez, Zurbarán, Murillo o Goya, entre otros- durante un período aproximado de un mes.
Calendario
Museo Casa Natal de Jovellanos
Gijón: 8 de noviembre / 08 de diciembre 2019
Gaspar Melchor de Jovellanos, Goya

Gaspar Melchor de Jovellanos
Goya, 1798
Óleo sobre lienzo. 205 x 133 cm.
Madrid, Museo del Prado

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