El estado de “salud” de dos de las cavidades icónicas de Cantabria: la cueva de Altamira y la cueva de Estalactitas, se encuentra permanentemente controlado por un grupo multidisciplinar compuesto por arqueólogos, restauradores, físicos, químicos, biólogos, geólogos y diferentes especialistas en estudios geotécnicos y sísmicos.
El Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria festeja su XV aniversario con un ciclo de conferencias que abrió en Altamira y en el que se analizaron los riesgos geológicos de las cavidades y el permanente seguimiento ambiental.

La semana en la que se ha celebrado el Día Internacional de la Ciencia, que promueve el acercamiento de los ciudadanos a los últimos avances científicos, el Museo de Altamira ha querido sumarse a la celebración del XV aniversario de uno de los centros de referencia, a nivel nacional e internacional, en la investigación de la Prehistoria: el Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC).

Dos celebraciones que se dieron la mano en Altamira para aunar esfuerzos en pro de la conservación de uno de los más ricos patrimonios mundiales de la Prehistoria, la cueva de Altamira que, como otras muchas cavidades con arte rupestre, presenta problemas de conservación. En palabras de la directora del Museo de Altamira, Pilar Fatás “como si de un enfermo se tratara, la cueva de Altamira está muy bien cuidada y permanentemente monitorizada para detectar inmediatamente cualquier problema que pudiera surgir”.

Para Carmen de las Heras, subdirectora del Museo de Altamira, “la conservación del Patrimonio que tiene encomendado es el objetivo prioritario del Museo de Altamira y para ello se han puesto a punto estudios punteros en España y Europa, basados en el uso de tecnologías digitales de última generación. Además, se ha creado un gran equipo de trabajo multidisciplinar en el que se integran múltiples perfiles profesionales como arqueólogos, restauradores, físicos, químicos, biólogos, geólogos, especialistas en estudios geotécnicos y en sismología, lo que da idea de la magnitud de los trabajos desarrollados. La colaboración con instituciones científicas del país, como la Universidad de Cantabria, el Instituto Geográfico Nacional, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y el propio Ministerio de Cultura y Deporte conforma una amplia red de investigación en materia científica única en España.

Las dos conferencias impartidas esta tarde versaron sobre los trabajos de conservación que se están desarrollando para la preservación de las cavidades: “Riesgo geológico en las cuevas de Altamira y Estalactitas” a cargo de Miguel Ángel Sánchez Carro, del Grupo de Geoarqueología y Caracterización de Materiales Arqueológicos, una de las líneas de investigación en la que trabaja el Museo para la mejor caracterización de la geología de las cuevas y evaluación de su estabilidad, y “Altamira bajo control: el papel del seguimiento ambiental en su conservación” en la que Carlos Sainz, del Grupo de Radiaciones Ionizantes y Protección Radiológica, presentó las acciones de monitorización continua de los parámetros ambientales en el interior de la cueva de Altamira, factores que son clave para la preservación de su arte rupestre.

“Altamira bajo control: el papel del seguimiento ambiental en su conservación”. Como «principales riesgos”, a lo largo de la ponencia, se citaron la pérdida de pigmento de las pinturas por el arrastre del agua y el biodeterioro, problemas en los cuales se está «focalizando» el esfuerzo científico para la búsqueda de soluciones. Unos riesgos que se deben a una «multitud de factores», como la humedad, la temperatura -que ha sufrido un ligero incremento- o el nivel de dióxido de carbono (CO2), así como la «interacción» entre ellos. Como órgano gestor de la cueva de Altamira, es objetivo prioritario del Museo la preservación de su patrimonio, de ahí que los estudios, proyectos o investigaciones encaminados a este fin sean constantes. En 2012, el Patronato aprobó la propuesta del entonces Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para implementar el Programa de investigación para conservación preventiva y régimen de acceso de la cueva de Altamira.

Además de dicho Programa, el Ministerio de Cultura y Deporte ha encargado, mediante contrato público, el estudio del seguimiento ambiental y del biodeterioro a la Universidad de Cantabria. Es en el marco de estos estudios donde se realiza la supervisión continua de las condiciones ambientales, de parámetros como la temperatura, la humedad relativa, el CO2 o la concentración de radón; igualmente se realiza el seguimiento de humedades y puntos de goteo, registro de caudales y análisis químicos de las aguas de infiltración con el objetivo de conocer sus componentes y la presencia de microrganismos o productos orgánicos contaminantes.

Todos estos estudios han permitido contar hoy con un importante corpus de datos ambientales, geológicos y microbiológicos, entre otros aspectos, fundamentales para el estudio de la conservación de la cueva y para medir la posible influencia del cambio climático en la conservación del Arte. “Riesgo geológico en las cuevas de Altamira y Estalactitas”.

Aunque hoy, la cueva de Estalactitas parece ensombrecida por la trascendencia de la cueva de Altamira, su descubrimiento, en 1928, produjo un fuerte impacto mediático. La cavidad se acondicionó a la visita, y en agosto de ese mismo año, fue visitada por el rey Alfonso XIII, el Duque de Alba y la corte que veraneaba en el Palacio de la Magdalena. Aunque carece de arte rupestre, sorprende la belleza de las formaciones geológicas que le dan su nombre. La cueva fue utilizada como cámara sepulcral atestiguándose, al menos, tres individuos. El esqueleto conservado es de un varón adulto, de edad madura, que sobrepasaba la esperanza de vida media para este periodo (unos 35 años). La datación de C14 sitúa su enterramiento en 3.955 +/- 75 B.P., es decir en el final del Calcolítico o en los inicios de la Edad del Bronce.

La fragilidad geológica que presentan tanto la cueva de Altamira como la de Estalactitas, al encontrarse en la parte superior del sistema cárstico, hizo que en 2017, el Museo de Altamira encargase a la Universidad de Cantabria un estudio de riesgo geológico, dirigido por los profesores Miguel Angel Sánchez y Viola Bruschi, del Departamento de Ciencia e Ingeniería del terreno y de los materiales, en el marco de colaboración con el IIIPC.

Para la realización de dicho estudio, se instalaron varios fisurómetros de registro manual y otros digitales de registro continuo en diversos puntos de control y se procedió a realizar el registro exhaustivo de los posibles desplazamientos en dichas discontinuidades.

Como complemento a esta investigación, el Ministerio de Cultura y Deporte encargó una topografía digital de precisión y un estudio de prospección geofísica mediante georradar de la cueva de Las Estalactitas y su entorno inmediato. El análisis conjunto de los resultados permitirá en un futuro caracterizar al máximo la estructura geológica de la cueva Estalactitas y su grado de estabilidad geológica.

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