En su intervención Isabel Muñoz valoró la condición artística, testimonial, reflexiva y activista de la fotografía. Dedicó el galardón a todos los “compañeros que han entregado su vida a ese oficio, especialmente a las mujeres” y recordó a otros fotógrafos académicos como Alfonso Sánchez Portela, Juan Gyenes y Alberto Schommer.

Este domingo 29 de enero, la fotógrafa Isabel Muñoz ha ingresado como académica de número en la sección de Nuevas Artes de la Imagen. Su candidatura fue propuesta por el escultor Juan Bordes Caballero, el catedrático José María Luzón y el historiador de la fotografía Publio López Mondéjar. En el acto, Isabel Muñoz ha leído su discurso de ingreso titulado Una antropología de los sentimientos, ante un salón completamente lleno.

En su intervención Isabel Muñoz valoró la condición artística, testimonial, reflexiva y activista de la fotografía. Dedicó el galardón a todos los “compañeros que han entregado su vida a ese oficio, especialmente a las mujeres” y recordó a otros fotógrafos académicos como Alfonso Sánchez Portela, Juan Gyenes y Alberto Schommer, subrayando la aportación de éste a la creación de la actual colección de fotografía de la Academia, labor continuada por Publio López Mondéjar, a quien reconoció su dedicación. Hizo extensible el agradecimiento a su familia, amigos, mentores, maestros, filántropos, colaboradores… nombres imprescindibles en su trayectoria, como Richard Avedon, Chiristian Caujolle, Eduardo Momeñe, Alfonso Armada, Charo Tamayo, Adolfo Autric o Rafael Sierra, entre otros muchos referentes personales con los que fue trenzando las secuencias narrativas de un emotivo discurso.

Expuso la indisociable implicación de su trayectoria profesional con sus experiencias vitales en contextos geográficos y culturales de extraordinario impacto emocional, donde la fotografía devino en el medio para expresar sus emociones, sentimientos y dudas ante las múltiples expresiones de la condición humana. “Si algo tiene este oficio, es que la vida va impregnando tu mirada y aquello que fotografiamos nos desvela una verdad que también afecta a nuestra propia vida”.

A través de una meditada selección de imágenes transitó las sendas esenciales de su experiencia como fotógrafa, desde su pasión por la danza, la expresión del cuerpo o la emoción de la piel, al compromiso contra las injusticias sociales y las desigualdades económicas, la ambigüedad sexual, la alteridad o la pérdida de la noción de procedencia del sujeto, pero también, la lucha contra el cambio climático y la degradación del planeta. Con un estilo propio muy definido y una sutil belleza, sus fotografías aportan siempre un aliento de esperanza, pese a no eludir el riesgo de enfrentarse a las situaciones más desesperadas. “La fotografía es mi forma de expresar emociones, de interpretar lo que veo y de soñar en que mis imágenes puedan conmover a otros y quizá consigan que algo cambie”.

En la contestación al discurso, Publio López Modéjar resaltó el hecho de que Isabel Muñoz es la primera fotógrafa que ingresa en la Academia, y no eludió reconocer que la corporación está constituida por “una inmensa minoría de mujeres frente a una insoportable mayoría de hombres”. López Mondéjar resaltó muchos hitos claves en la biografía artística de Isabel Muñoz, ensalzó su oficio, su excepcional dominio de las técnicas, su capacidad para compaginar las prácticas tradicionales (platino) con las tecnologías digitales, “sin dejar de investigar en soportes, papeles, emulsiones y procesos técnicos con los que nos transmite su fuerza, su pasión, su insaciable necesidad de contar historias”. Admiró “su capacidad para percibir y expresar la belleza con ese sello personal que la convierte en una fotógrafa original y perfectamente reconocible”.

Trabajadora, perfeccionista, creadora, fotógrafa excepcional, generosa y agradecida, terminó su discurso acudiendo a la profunda mirada de una gorila del Congo. Un bello giro al principio del tiempo, para ir abrazando el final. Con el preámbulo de la valiente cita metafórica “no eres nada; ahora entras triunfante, pero no debes olvidar que podrías haber entrado como vencido”, concluyó con una sentencia de humildad extrema: “No quisiera terminar este discurso sin recordar que tampoco nosotros somos nada”.

Artículo anterior«Vida en el universo verde” en el Real Jardín Botánico
Artículo siguienteComienza el nuevo programa expositivo 2023 de La Casa Encendida