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Palabras para hilar el arte

Andrés Merino

Entre los ideales intelectuales que la Ilustración subrayó durante su triunfo en la Europa del siglo XVIII figura uno especialmente simbólico: la pretensión de que el hombre agrupase sus conocimientos sobre áreas concretas del arte o las ciencias de forma escrita. Así, el enciclopedismo hizo de la sistematización alfabética del saber un objetivo bien definido. Desde entonces la publicación de diccionarios es uno de los medios más frecuentes de agrupar y ofrecer lo que la sociedades saben de sus propias culturas. Patrimonio Nacional, en esa tradición, ha publicado uno muy especial. No es una noticia más, porque se trata de un diccionario dedicado –ahí es nada- al lenguaje en torno al género del tapiz, del que la institución conserva la que es sin duda la primera colección del mundo en lo que a los siglos XVI y XVII se refiere. El volumen, como no podía ser menos, es obra de la mejor especialista española en el tema, la conservadora jefe de la colección regia, Concha Herrero.

Una introducción histórica sobre la importancia artística y social del tapiz en nuestro país da inicio a un libro cuya apariencia inicial es técnica, pero de contenido verdaderamente didáctico. Herrero ha solucionado lo que podría haberse convertido en un árido elenco de términos con un discurso ameno: a cada concepto asocia un texto histórico que supone la inmersión de la palabra en un contexto útil y real, al que se han añadido ilustraciones de gran calidad que llaman la atención en una edición de tal formato. Una carta, una crónica, una referencia… El diccionario pasa a ser un instrumento ágil, una crónica real sobre la relevancia de la tapicería como oficio y beneficio en la Corte, como entorno profesional, económico y humano presente no sólo en la decoración ordinaria de los espacios cotidianos regios, sino en celebraciones y fiestas como banquetes de esponsales, entradas triunfales u honras fúnebres, por citar tres ejemplos bien caracterizados. La autora “nos ha vendido bien” su especialidad. No es difícil entender la enorme versatilidad del tapiz como elemento de adorno cortesano, por su fácil transporte, la flexibilidad de sus fibras y lo adaptable de su estructura, sin olvidar incluso lo que Herrero denomina “cualidades térmicas”.

La lectura de un diccionario concebido como texto erudito pero a la vez didáctico supone acercarse a entretenidas curiosidades. Desde hace siglos, un tapiz “desmayado” es una pieza descolorida por suciedad o envejecimiento. Otros datos son llamativos a distintos niveles: el humo de quemar tabaco se empleaba históricamente, en un cuarto bien cerrado, para evitar el ataque de polillas a las telas, aunque era un remedio que había que administrar puntualmente, pues consumía los colores. Asombra comprobar también que en pleno siglo XVIII los tapices se bajaran en carros desde el Palacio Real de Madrid al río Manzanares, donde las piezas eran lavadas “con agua y jabón para ablandar y retirar la suciedad acumulada sobre las fibras”. Una técnica impensable hoy en día, en que cada uno de las piezas cuenta con un detallado expediente y las mejores condiciones de conservación y seguridad. Obras como ésta, que unen historia y vocabulario científico, acercan de forma notable la labor de los profesionales de Patrimonio Nacional, y como tales iniciativas editoriales han de ser celebradas.

“Vocabulario histórico de la tapicería”

Concha Herrero Carretero

Madrid, Patrimonio Nacional, 183 pág.

ISBN: 978-84-7120-414-1

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