Cuatro siglos de encuentro

Por Andrés Merino

La Monarquía de España abarcó durante cuatro siglos una fabulosa extensión territorial, pero también moral, que la configuró como la primera gran entidad política y humana transoceánica que la Historia. La presencia hispana en América se articuló en un sistema singular de gobierno y sociedad objeto de continuos estudios que destacan su valor excepcional. El más reciente y de mayor calidad es sin duda “El gobierno de un mundo. Virreinatos y Audiencias en la América Hispánica”, el volumen que recoge el ciclo que con el mismo nombre organizaron y publicaron conjuntamente la Universidad de Castilla-La Mancha y la Fundación Rafael del Pino. Treinta y cinco ensayos de extraordinario rigor científico de otros tantos especialistas consagran la obra como referente fundamental en la historiografía sobre la América hispánica. Coordinados ciclos y edición por Feliciano Barrios, Catedrático de Historia del derecho, el resultado es un análisis minucioso y sistemático agrupado en grandes cuestiones, entre las que destacaremos un panorama sobre la historiografía actual en torno al gobierno de las Indias (con la participación, entre otros, de Santos Corona o Javier Alvarado), los orígenes y estructura del sistema de virreinatos (que incluye un interesante estudio de Ernest Belenguer, comparando los virreinatos indianos con los mediterráneos), el trasplante de la Audiencia como órganos básicos de justicia y gobierno, la presencia de Iglesia y Corona en los dominios de Ultramar o la transición de las antiguas audiencias a las nuevas naciones con los procesos de independencia, de cuyo inicio comienza ahora a conmemorarse el segundo centenario.

Para nuestras reflexiones nos gustaría escoger un significativo capítulo de este gran corpus hispano. Nos referimos al dedicado al gobierno central de las Indias, a través del Consejo y la Secretaría que hicieron posible la organización de millones de metros cuadrados desde la península. Los trabajos propuestos en este apartado tienen a nuestro parecer dos significativas notas en común: aún reconociendo errores o disfunciones en el sistema polisinodial de la Monarquía, este se presenta como una estructura con vocación de universalidad e igualdad. Por un lado, la noble intención de llevar las instituciones históricas peninsulares al último rincón con presencia hispana. Por otro, la voluntad constante de equiparar en la realidad los “Reinos de Ultramar” con los de Castilla, Aragón o Granada de la Edad Moderna, como atestiguan, por ejemplo, los numerosos documentos con firma regia. No nos referimos tanto a disposiciones legales de aplicación directa, sino a esos escritos que revelan las convicciones íntimas de los monarcas como el testamento de Isabel la Católica, que equiparaba a sus súbditos de uno y otro lado del Atlántico en su corazón humano y político. Una muestra de ello es el interesante análisis que propone Juan Carlos Domínguez Nafría en el estudio que dedica a las Armadas en la denominada “Carrera de Indias”: Carlos I prohibió la navegación de buques aislados. Felipe II, con la misma idea de facilitar la seguridad de las travesías en flota agrupada, lo hizo cinco veces más. Y en la transición del reinado de ambos monarcas se regularía incluso la elección de las naves capitana y almirante. Son algunos botones de muestra de una preocupación por pueblos que nunca fueron colonias, sino reinos de igual a igual en las Cortes que se reunían en ciudades de la meseta.

“El gobierno de un mundo” es un libro imprescindible para americanistas, pero también para todos aquellos lectores que quieran conocer cuatro siglos de encuentro que la Monarquía de España hizo posible.

“El gobierno de un mundo. Virreinatos y Audiencias en la América Hispana”
Feliciano Barrios Pintado (coord.)

Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha y Fundación Rafael del Pino, 2004, 1184 pág.

ISBN: 84-8427-306-7