La exposición Lo oculto en las colecciones Thyssen-Bornemisza, cuya fecha prevista de cierre era este domingo 24 de septiembre, se prorroga hasta el domingo 8 de octubre.
El diccionario de la RAE define así las “ciencias ocultas”: “prácticas y conocimientos misteriosos, como la magia, la alquimia, la astrología, etc., que, desde la antigüedad, pretenden penetrar y dominar los secretos de la naturaleza.” Afinando más, se podría caracterizar la tradición de lo oculto como basada en tres supuestos: (1) La transmisión desde tiempos remotos de una sabiduría secreta sólo accesible a unos pocos iniciados; (2) Las correspondencias entre distintas partes del universo (elementos, planetas, temperamentos, etc.), en el marco de una correspondencia fundamental entre macrocosmos y microcosmos; (3) La existencia de ciertos superpoderes latentes en el ser humano, que deberían desplegarse para conducirnos a una metamorfosis o transmutación espiritual.
Los saberes ocultos han sobrevivido durante siglos en un entorno cultural hostil —dominado primero por la religión hegemónica y más tarde por el racionalismo y el positivismo— gracias a su capacidad de camuflaje e infiltración. Y es en las artes visuales donde las ideas y creencias esotéricas han encontrado el terreno ideal para sus mensajes cifrados: desde las alegorías herméticas del Renacimiento hasta las manifestaciones del arte de vanguardia del siglo XX.
En esta exposición, que cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid y está comisariada por Guillermo Solana, se reúnen cincuenta y nueve obras de arte de las colecciones Thyssen-Bornemisza (incluyendo tanto la colección permanente del museo como la colección Carmen Thyssen) en las que hemos detectado rastros de lo oculto que pueden documentarse. La tradición esotérica nos ofrece una serie de códigos para descifrar sentidos escondidos. Su valor consiste en revelarnos detalles y aspectos de las obras de arte que han pasado inadvertidos y proponernos nuevas lecturas heterodoxas.