‘Por una sonrisa un mundo. Caricatura, sátira y humor en el Romanticismo’ aborda temas como la caricatura usada a modo de arma política

Quedan pocos días para disfrutar de la exposición temporal ‘Por una sonrisa un mundo. Caricatura, sátira y humor en el Romanticismo’ en el Museo Nacional del Romanticismo, perteneciente al Ministerio de Cultura y Deporte. La muestra, que finaliza el 26 de febrero, invita a descubrir cómo era el humor durante el siglo XIX, así como los medios por los que se difundía, con la intención de demostrar que los códigos actuales que nos mueven a reír conectan y están más cercanos a los del siglo XIX de lo que parece.

Dado que la prensa es el principal vehículo de transmisión de la risa durante el siglo, el montaje museográfico evoca las publicaciones decimonónicas y sus recursos gráficos. En la exposición se muestran fondos de la colección de prensa histórica de la Biblioteca del Museo del Romanticismo, junto a piezas con técnicas y formatos muy diferentes, que deambulan entre la sátira, la caricatura y la ilustración. Muchas de estas obras no se exponen habitualmente por sus especiales necesidades de conservación.

La muestra recibe, además, algunos préstamos de la Biblioteca Nacional de España, como el dibujo ‘Lady Macbeth’ de Valeriano Domínguez Bécquer o dos acuarelas de ‘Los Borbones en pelota’, la colección satírica y caricaturesca más ácida del siglo XIX español, epítome de la crítica a Isabel II y su camarilla.

La exposición abarca dos temas claves. Por un lado, el uso de la caricatura como arma política con la que monarcas y gobernantes fueron físicamente ridiculizados y colocados en situaciones satíricas, humillantes o bochornosas.

La prensa satírica sufrió durante todo el siglo una férrea censura (representada con las tijeras en una de las litografías expuestas), si bien la revolución Gloriosa de 1868 trajo una fiebre caricaturesca, con publicaciones con una importancia creciente de la imagen y el uso de la litografía y la cuatricromía (visible en las ilustraciones de la revista ‘La Flaca’).

Por otro lado, la exposición mira hacia la crítica social. Una ilustración plagada de fotógrafos ofreciendo retratos u otra con una familia que envejece en un viaje en tren son algunos ejemplos de que todos los aspectos de la vida fueron susceptibles de mofa: nuevas modas en el vestir, usos y costumbres, espectáculos y exposiciones, avances técnicos y científicos… En el ámbito político, las figuras femeninas solo aparecen para representar a Isabel II o como alegorías de España. Pero en la crítica social, la mujer sí es diana frecuente de burlas desde la perspectiva masculina, con una crítica fuertemente misógina hacia sus intereses ‘triviales’ y también a cualquier pretensión fuera del hogar.

Obras de Madrazo, Lameyer y Ortego

Entre otros muchos estereotipos que fueron objeto de mofa, también se ridiculizó a los románticos por su aspecto, sus actitudes y gustos, y por cuestiones como el duelo o el suicidio por amor. A su vez, los románticos se burlaron de los clásicos o ‘clasiquinos’, sobre todo, en los vehículos de difusión de sus ideas, como la revista ‘El Artista’, de la que se muestran varias litografías de la mano de Federico de Madrazo.

Como él, otros grandes artistas románticos también cultivaron la sátira y la caricatura, como se aprecia en las obras de Valeriano Domínguez Bécquer, Francisco Lameyer o Leonardo Alenza, cuyas famosas ‘Sátiras del suicidio romántico’ se exponen en la sala. También se destaca la figura de Francisco Ortego, que firma varias obras de la exposición y puede considerarse el primer artista gráfico y uno de los más conocidos y reputados del XIX español.

La muestra aborda, asimismo, el ‘coleccionismo de sonrisas’, a través de estampas o con fotografías ‘carte de visite’ de caricaturas de personajes famosos (se exhiben algunas como las de Ramón Mesonero Romanos y Eugenia de Montijo). También otros inventos e ingenios ópticos recurrirán a lo cómico, como las escenas grotescas del biombo con placas de linterna mágica del Museo, primeros pasos que desembocarán en la invención del cine, que posteriormente se inspirará en los recursos cómicos del XIX, demostrando que la cultura visual actual bebe de la de esta centuria.

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