La restitución ha sido consecuencia directa de la sentencia de la Audiencia Provincial de Zaragoza de 2018, que condenó a los autores del expolio y acreditó la procedencia ilícita de las piezas, y de la negociación emprendida en los últimos meses por el Gobierno de España.

España ha recibido siete cascos celtibéricos expoliados en los años 80 del pasado siglo del yacimiento de Aranda de Moncayo, en Zaragoza, y expuestos hasta ahora en el Museo de Arte Clásico de Mougins, cercano a Niza. La entrega ha tenido lugar en la sede de la Unesco, en París, en un acto al que han asistido el director general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, Román Fernández-Baca; el coleccionista Christian Levett, fundador y propietario del museo; y el embajador español ante la Unesco, Juan Andrés Perelló.

Las piezas de bronce, fechadas entre los siglos VI y III a. C., viajarán en los próximos días a España para incorporarse a la colección permanente del Museo de Zaragoza, donde serán estudiadas antes de su exposición pública.

El director general de Bellas Artes ha destacado en París la importancia de la colaboración conjunta de personas e instituciones que ha hecho posible esta restitución arqueológica. “En la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales solo la suma de los esfuerzos de todos es la garantía de éxito”, ha señalado, mencionando expresamente el trabajo de la comunidad científica, de la Fiscalía Coordinadora de Medio Ambiente, Urbanismo y Patrimonio Histórico, de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, del Gobierno de Aragón y del propio Levett.

Fernández-Baca ha subrayado también la complejidad del caso que ha dificultado hasta hoy su resolución: “La ciudad y necrópolis de Arátikos fue objeto de un expolio, lento, sistemático y constante, que se prolongó durante décadas y que pese a las voces de alarma no pudo ser, por desgracia, impedido. Solo cuando en 2018 la Audiencia Provincial de Zaragoza dictó la sentencia que acreditó sin ninguna duda el expolio y condenó a los culpables se abrió la puerta para la recuperación de las piezas, permitiendo que hoy estemos aquí”.

Con la entrega en París se pone fin a las gestiones iniciadas en septiembre de 2018 por el embajador de España ante la Unesco, Juan Andrés Perelló, quien informó al Ministerio de Cultura del interés del coleccionista Christian Levett por devolver los siete cascos que había adquirido —sin conocer su origen ilícito— en dos subastas celebradas en los años 2008 y 2009 y en el mercado anticuario en 2012, y que había depositado posteriormente en el museo fundado por él en la localidad francesa de Mougins.

El embajador Perelló ha señalado que “este acto conecta directamente con el espíritu de la Convención UNESCO de 1970 y es un ejemplo de buenas prácticas que deberá valorarse para el futuro por coleccionistas Museos y Estados”.

El acuerdo alcanzado reconoce la buena fe del coleccionista Levett en la compra de las piezas, así como su voluntad de devolución a su legítimo propietario, una vez se ha acreditado judicialmente el expolio.

Arátikos, la ciudad celtíbera destruida por el ejército romano

Los siete cascos devueltos hoy a España proceden de la ciudad celtíbera de Arátikos, erigida en la Edad del Hierro y destruida por el ejército de Roma entre los años 74 a 72 antes de Cristo, con motivo de las guerras sertorianas que también acabaron con Numancia. Este asentamiento se situaba en el llamado Cerro de Castejón, sobre la localidad de Aranda del Moncayo, en Zaragoza.

Desde finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX, la necrópolis fue expoliada de manera sistemática por dos vecinos que llegaron a reunir una extraordinaria colección de piezas metálicas celtíberas correspondientes a la edad del Hierro.

Entre los hallazgos se encontraban restos y fragmentos de un lote de 18 cascos celtíberos de factura hispano-calcídica que fueron exportados ilegalmente al extranjero por los autores del expolio con la colaboración de un anticuario español, residente en Suiza. Dos de esos cascos se vendieron en Londres, otro en Hong Kong, y los 15 restantes fueron adquiridos por el alemán Alex Guttmann en Berlín, considerado el mayor coleccionista privado de armas antiguas del mundo, quien incorporó las piezas a su colección hasta su muerte.

Después su fallecimiento, en 2001, los herederos vendieron parte del lote de cascos y siete de ellos —los ahora devueltos a España— terminaron en la colección de Christian Levett.

Más de once años de investigación

Varios investigadores alertaron al Ministerio de Cultura sobre el posible expolio de un yacimiento celtibérico y, aunque las sospechas del expolio no pudieron acreditarse inicialmente, se puso toda la información en manos de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional para que se iniciasen las acciones judiciales pertinentes. El Juzgado de Instrucción nº 35 de Madrid abrió diligencias previas, aunque la causa se archivó en 2011.

Las investigaciones continuaron y, finalmente, la colaboración del entonces Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el Gobierno de Aragón, la Fiscalía de Medio Ambiente, Urbanismo y Patrimonio Histórico y la Guardia Civil, culminó en marzo de 2013 en la operación Helmet I, con la detención de uno de los autores del expolio y la intervención en su domicilio de 4.000 piezas arqueológicas. Cinco meses más tarde se cerraba la operación Helmet II, que detuvo al segundo autor del expolio, y logró la incautación de 2.000 piezas arqueológicas más.

Los dos detenidos fueron condenados en julio de 2018 por la Audiencia Provincial de Zaragoza a penas de cárcel y multas, así como a la entrega y adjudicación al Estado Español y a la Comunidad Autónoma de Aragón de todos los bienes arqueológicos intervenidos. La investigación de las piezas incautadas permitió acreditar la procedencia de los cascos celtibéricos que habían aparecido a la venta en las subastas europeas para iniciar así un trabajo de recuperación que sigue abierto, con el objetivo de lograr la devolución para España de los ocho cascos aún sin localizar.

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