La Casa Encendida de Fundación Montemadrid presenta la exposición Dibujando una revolución (Drawing on a Revolution) de Marcel Dzama (Winnipeg, Canadá, 1974), una muestra que recorre desde sus famosos primeros dibujos en tinta y acuarela en los que comienza a definir su particular imaginario, hasta los más recientes en los que se centra en la temática de la revolución.

Aunque el artista canadiense se ha dado a conocer internacionalmente por ser un prolífico dibujante, en los últimos años ha ampliado su ámbito de trabajo a los dioramas, en los que traslada el plano del dibujo a la dimensión volumétrica; las esculturas enormes realizadas en aluminio y los vídeos en los que sus personajes cobran vida. La exposición propone una inmersión en todo su universo a través de tres salas diferenciadas según las distintas técnicas utilizadas.

Dibujando una revolución

Dibujando una revolución muestra, por primera vez en España, los últimos trabajos de Marcel Dzama en los que invita a reflexionar sobre el mundo actual. Esto puede verse en obras como The love of all things Golden (2017), en la que aparece el mismísimo Donald Trump; Revolution (2016), La révolution sera fémenine (2017) o Political to Poetical (2017), en las que muestra su vertiente más feminista y alienta al activismo, o en el mural que desarrollará específicamente en una de las paredes de las salas expositivas evocando los valores de la pintura libre del grafiti y haciendo constar la importancia de la denuncia política en su mirada artística actual.

Esta visión crítica en Dzama nace a raíz de su colaboración con Raymond Pettibon (Tucson, Arizona, 1957), mítico dibujante de la escena underground y punk de los 80. En el verano de 2015, intercambiaron dibujos a través del método surrealista del «cadáver exquisito» y el resultado apareció por primera vez en Dzama / Pettibon, un fanzine publicado para coincidir con la Printed Matter’s 2015 New York Art Book Fair at MoMA PS1. Produjeron una edición de 200 fanzines que se agotaron el primer día de la feria. Desde entonces, han realizado un fanzine para cada edición y, en la de 2017, han convertido su singular colaboración artística en denunciar eventos políticos recientes con un fanzine cargado de dibujos, collages, historietas y carteles de protesta, un folleto político lleno de vibrantes respuestas vocales a temas de actualidad.

Desde sus inicios, en tinta y acuarela, Marcel Dzama ha definido un imaginario poblado por oscuras criaturas que parecen salir de un mundo muy particular. Muchos de estos personajes reflejan cierta estética de los años 20 entremezclada con un sentido erótico y aires de cabaré, donde lo sexual, lo violento y el sentido dadaísta invaden las secuencias. Aparece en ellos lo teatral, lo carnavalesco y lo bélico que se entremezcla con lo mitológico en una visión que no excluye el humor y la violencia.

Estrella de Diego señala en el catálogo que acompaña a la exposición que el carnaval es “el último resquicio para mantenerse fuera del orden y sus restricciones; una ranura para la subversión, una estratagema para prolongar ese tiempo en el cual se trastoca el orden establecido y nadie es nada que dure para siempre. Es más: si en realidad nada dura y todo es pasajero, el carnaval evidencia ese constante estar de paso, ese vivir ineludiblemente bajo la máscara que cubre otra máscara. Y así, al infinito, una máscara debajo otra”.

Dioramas

Según de Diego, “ya en los primeros dibujos de Dzama quedaba claro cómo los personajes -habitantes extraordinarios de los grandes suburbios del corazón- debían echar a moverse”. Es por ese deseo que Dzama evoluciona hacia los dioramas en los que traslada el plano del dibujo al volumen. “Sus trabajos tienen a menudo un regusto a coreografía de una hipotética batalla (…). Son unas coreografías sorprendentes e irónicas que remedan la de don Carnal y doña Cuaresma en el Libro del buen amor”.

Estrella de Diego reflexiona sobre la relación de Dzama con Goya, que puede verse en innumerables obras como The carnaval blues (2017) o My mother My mother, my father, my sister, my killer, my lover, my savior, and other faces I once knew, (2014): “En El entierro de la sardina, las doncellas y los demonios bailan en el primer plano. A su alrededor, los personajes -variopintos y enmascarados- han formado un círculo -juegos rituales que impregnan los dibujos de Dzama. El aquelarre bullicioso secuestra a la mirada entre la multitud.

Podemos casi sentir cómo nos arrastran los acontecimientos en esta escena aturdida de gentes, capas sobre capas y gestos contra gestos; acumulación insolente que se superpone al fondo que es uno de los típicos paisajes goyescos -nubes y árboles casi desdibujados con algo de fórmula para enfocar lo importante. La obra es una suerte de aglomeración de personajes que se desdibujan como en las celebraciones del carnaval, creando un juego fascinante donde se redefinen el espacio y las relaciones con el espacio; una especie de diorama sin volumen que se conforma a partir de planos de profundidad que piden a gritos que la escena eche a andar, que no permanezca detenida; que se transforme y se tambalee; que la aglomeración cobre vida y nos arrastre con ella. Y nos zarandee. Dicho de otro modo: que se haga cine”.

Este deseo de dar vida a sus obras explica también que muchas de sus composiciones estén dibujadas sobre papel de pianola, que cuenta con unas pequeñas perforaciones que abren la posibilidad de que suene una canción al ser depositadas sobre un piano mecánico. En esta misma línea, en la muestra se podrán ver algunos de los muchos bocetos de los diseños de vestuario que Marcel Dzama realizó en 2016 junto al coreógrafo Justin Peck para el Ballet de Nueva York e incluye los dibujos preparatorios del vídeo Une danse des bouffons (or A jester’s dance).

Piezas escultóricas

Siguiendo el objetivo de que sus dibujos cobren vida, en los últimos años, Dzama ha explorado también la escultura. En ella repite muchas de las temáticas que caracterizan su arte. Destaca la gran obra Merry go round #2 (2011) compuesta por marionetas realizadas en aluminio que recuerdan al Ballet Triádico que el artista alemán Oskar Schlemmer realizó en 1922.

En esta sala también se encuentra la instalación Death Disco Dance (2011), un vídeo expuesto de manera escultórica a través de varios monitores en los que se recrea un ballet con algunos de los personajes que aparecen en sus dibujos.

Las paredes de esta sala están recubiertas por la pieza realizada este mismo año The cast and crew of the old revolutions (2017), un papel continuo que muestra los bocetos de algunos diseños de vestuario y a distintos personajes de muchos de sus films y dibujos.

Vídeo

Al final del recorrido se proyecta el vídeo Une danse des bouffons or A jester’s dance (Una danza de los bufones) (2013) estrenado en el Festival Internacional de Cine de Toronto. En él, algunos bailarines danzan sobre un tablero de ajedrez. De gran fuerza expresiva y carácter surrealista, este vídeo toma como punto de partida la pieza Étant donnés [dados] (1940-1968) de Marcel Duchamp. A través de este ballet burlesco, Dzama fija su atención en la figura de la artista brasileña Maria Martins, quien fuera amante de Duchamp, y ahora es interpretada por Kim Gordon, cantante de Sonic Youth

En esta obra y en muchas otras, Dzama deja ver su interés por los juegos surrealistas como ha sucedido recientemente en la colaboración con Pettibon. Dzama solía quedar con amigos para unas peculiares fiestas de dibujar en las que escuchaban música e intercambiaban sus dibujos hasta que decidían cuándo estaban terminados. Este juego ponía en cuestión el concepto de autor y pertenencia.

La exposición Dibujando una revolución está acompañada de la edición de un catálogo bilingüe (castellano/inglés) con textos de Raymond Pettibon y Estrella de Diego y en el que se puede hacer un recorrido por todo el universo artístico de Marcel Dzama, tomando especial relevancia la presencia, por primera vez, de sus obras más actuales.

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