Parto CAC UCMLa anatomía artística, al igual que cualquier otra forma de representación del cuerpo, tiene un amplio abanico de referencias. El Centro de Arte de la Universidad Complutense de Madrid, ha organizado una exposición donde se puede ver la conexión entre el arte y el cuerpo. El mejor ejemplo es el de la  Parturienta, pieza de gran realismo y con toques artísticos que recuerda la imaginería barroca española, entre otras importantes piezas. La exposición permanecerá abierta hasta diciembre de 2016.

En occidente pasó de una visión fundamentada en la proporción geométrica y matemática derivada de las necesidades arquitectónicas egipcias y griegas a un profundo análisis objetual durante el Renacimiento que tenía como fin una reconstrucción de los mecanismos de la vida.

La fabulosa colección de modelos anatómicos en cera que articula la exposición procede del siglo XVIII y del Real Colegio de Cirugía de San Carlos en Madrid, que acabaría transformándose en la Facultad de Medicina. Se crearon para la docencia y se necesitaron magníficos artesanos y un perfecto conocimiento anatómico, porque se trataba de mostrar el cuerpo humano con el máximo rigor y con todos sus detalles.

El resultado es un prodigio de conocimiento científico y de expresividad artística. Un torso que muestra –con calidades de orfebrería– el sistema linfático, el esqueleto ‘vivo’, las secciones del encéfalo, un embarazo gemelar, el cuerpo entero de una mujer en el trance del parto, entre otras piezas.

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Cuarenta modelos en cera que se exponen y se acompañan de los principales libros de anatomía en los que se inspiraron los escultores. Destaca De Humani Corporis Fabrica Libri, de Andrés Vesalio (1514-1564), ejemplo perfecto de arte y ciencia y pilar fundacional de la revolución científica: supuso la ruptura con la anatomía medieval al sustituir por primera vez el saber anatómico clásico por los hallazgos desvelados en la disección de cadáveres.

La parturienta restaurada

La colección dedica una especial atención a la obstetricia, con magníficas piezas que muestran las distintas complicaciones relacionadas con el desarrollo embrionario y con el parto. Sobresale la escultura conocida como La parturienta, una auténtica joya artística creada en el siglo XVIII para que los estudiantes tuvieran un modelo con el que estudiar el cuerpo de una mujer y el feto poco antes del alumbramiento. La Parturienta no solo resultó exacta y minuciosa sino que sus autores incluyeron ‘toques creativos’ en cara, manos y pies, con lo que consiguieron una pieza única que recuerda la imaginería barroca española. Un proyecto de restauración acaba de devolverle su esplendor original, haciéndole recuperar todos los detalles anatómicos de la placenta.

Otra pieza de singular importancia es el esqueleto que, con una enorme precisión, muestra los 206 huesos y las 360 articulaciones del cuerpo humano. Se pueden ver también esculturas de escayola, vaciados directos de significativas estatuas clásicas, como el torso de Belvedere, alguna pieza de instrumental médico, dibujos anatómicos, manuscritos. Entre las joyas bibliográficas destaca asimismo la obra De symetria partium in rectis formis humanorum corporum, de Durero. Y también se puede ver El viento, original de Martín Chirino, antiguo alumno de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

El recorrido por la exposición se inicia en un anfiteatro de disección, imprescindible para la docencia de la anatomía en la época. A continuación, los modelos anatómicos se organizan en cuatro grandes espacios que ilustran Las principales singularidades que nos hacen humanos: cerebro, parto, lenguaje y postura erguida. El recorrido, que se acompaña con seis audiovisuales de producción complutense, concluye con un aula de dibujo anatómico.

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Las diferentes formas de ver el cuerpo acabó en un espíritu unificador originado en la ilustración y que obtendría sus mejores resultados a lo largo del siglo XIX con los estudios antropométricos aplicados al arte y el diseño. El último gran canon fue derivado de los estudios de antropometristas como Otto Geyer o Gotfriedd Schadow , que partiendo en sus estudios de las modulaciones griegas y mediante una antropología comparativa analizaron las relaciones de las distintas razas para obtener un prototipo ideal de hombre. Estos estudios facilitaron la construcción del último gran canon : el Modulor de Le Corbusier. El modulor lecorbusiano , hombre ideal del siglo XX, era la medida para la construcción de un mundo nuevo.

Cuerpo CAC UCM

Medicina y Bellas Artes

Por otro lado, la anatomía artística tiene una profunda relación con la idea de creación, de unión de contrarios instituida en la relación que se establece entre lo abstracto de la modulación geométrico-matemática y lo concreto del estudio diseccional. Esta forma de relación, de reductio ad unum de contrarios, no es sólo occidental. Podemos encontrar la misma mirada en la anatomía artística de la India donde cada parte del cuerpo se corresponde con una flor o un animal. Su representación es a la vez la de un cuerpo y la de otro objeto vivo. Así, la representación del cuerpo es un universo completo que adquiere forma de hombre finalmente. Estas mismas estructuras simbólicas las encontramos en la representación precolombina o en el arte clásico africano de los Yoruba. Todas estas miradas sobre el cuerpo comparten la intuición del mismo como un universo autónomo sujeto a sus propias leyes generativas.

Desde el Renacimiento la anatomía diseccional y la artística han corrido por caminos paralelos, incluso por el mismo. Desde la fundación de los reales colegios hasta bien entrado el siglo XX eran médicos anatomistas quienes enseñaban esta disciplina en las Escuela de Bellas Artes, posteriores facultades universitarias. Es por esto que buena parte del modo en que ambas disciplinas observan el cuerpo pueda ser común, arrogándose la anatomía artística los aspectos ideales de armonía, geometría y matemáticas, y el derecho de construir la ilusión del ideal.

Manuscrito libros CAC UCM

Alberti, Leonardo da Vinci, Durero, Mengs
Ya en 1435 Alberti instaba a los artistas a «bosquejar primeramente los huesos, ya que, debido a que se doblan muy poco, ocupan siempre una determinada posición. A continuación hay que añadir los tendones y los músculos, y finalmente, revestir los huesos y los músculos con la carne y la piel». Esta práctica debía estar guiada por la proporción, entendida como el «esqueleto de la armonía», tal y como se interpreta a partir de los tratados Leonardo da Vinci y Alberto Durero.

En los planes de estudios de las Academias de Bellas Artes, se consideraba la formación anatómica como el único y verdadero camino para alcanzar el conocimiento de la estructura morfológica del cuerpo humano. Así, por ejemplo, la Academia londinense manifestaba en sus primeras reglas la necesidad de disponer de «una Academia de invierno de modelos vivos, hombres y mujeres de diferentes tipos». Sin embargo, no todas las instituciones incluyeron este criterio como necesario, o tardaron mucho en hacerlo, caso de la madrileña Academia de San Fernando, que no introdujo la disciplina de anatomía hasta 1767.

Anton Rafael Mengs estimaba que el conocimiento de la anatomía era necesario para «dar razón de las partes de una figura desnuda», pero siempre con mesura; especificando que su enseñanza debía ajustarse a las necesidades del pintor y escultor, que se centraban en «los efectos que hacen en la superficie».

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Modelos de anatomía en cera
La cirugía era la rama de la medicina más desarrollada en el siglo XVIII. En lo concerniente a la disciplina más íntimamente relacionada con ella, la anatomía, la mejor cosecha la habían vendimiado tiempo atrás los grandes anatómicos (Vesalio, Colombo, Falopio, Eustachio o Valverde); por lo tanto, ya no era necesario surcar el cuerpo humano buscando descubrimientos originales. La investigación anatómica tuvo que encaminarse, en consecuencia, al logro de hallazgos con una aplicación práctica, sobre todo, en la actividad quirúrgica y obstétrica.

Se plantean entonces hacer frente a una nueva exigencia: la de enseñar a los futuros cirujanos de manera clara y didáctica las distintas regiones anatómicas en las que tendrán que realizar sus operaciones. Y, claro está, no siempre se disponía de cadáveres, ni todos estaban dispuestos a conseguirlos a «cualquier precio». Así, fruto de una inteligente relación entre anatómicos y modelistas revivió la ceroplástica (o las ceras anatómicas). Los primeros preparaban los cadáveres —siguiendo los magníficos dibujos de los mejores tratados de anatomía— y los segundos confeccionaban moldes de yeso que luego vaciaban y ejecutaban en cera adecuadamente coloreada.

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Las propiedades físicas de la cera la hacen particularmente apropiada para las técnicas de moldeo, las formas de impresión en vaciado o en relieve. Los modelos en cera de la colección madrileña son muy precisos en sus detalles y permitieron ilustrar el resultado de varias disecciones o representar estructuras muy complejas, como por ejemplo los vasos linfáticos.

Datos de interés:
Centro de Arte Complutense c arte c, (avenida Juan de Herrera, 2, Madrid).
Arte y carne.
Fechas: Del 26 de mayo al 31 de diciembre de 2016.
Entrada gratuita.
Horarios:
De martes a sábado:de 11.00 h a 18.45 h.
Domingos:de 11.00 h a 15.00 h.

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