Destacamos hoy dos noticias sobre literatura, una de El Mundo y otra de ABC; una de la nueva era digital en la que cada vez más libros serán accesibles a través de Internet y otra casi vieja, las vergüenzas de Gunther Grass, el famoso escritor alemán que pide perdón en verso por su pasado nazi. Una es el futuro, la otra el pasado. Según publica El Mundo Google ofrece ya más de 10.000 obras clásicas ‘on line’. Microsoft se ha unido a un proyecto de digitalización de libros en el que participa Yahoo! y, además, digitalizará 100.000 volúmenes de la Biblioteca Británica. Amazon promete una auténtica revolución: Amazon Pages, o la venta de un libro por capítulos, e incluso por páginas, para leer ‘on line’. Hace un año se anunciaba el ambicioso ‘Google Prints’ -un faraónico proyecto de digitalización de los fondos de cuatro grandes bibliotecas de las más importantes universidades del mundo (Michigan, Stanford, Harvard, Oxford), así como los de la Biblioteca Pública de Nueva York-. Arrancaba una de las iniciativas más importantes de la historia para universalizar el conocimiento humano, gracias a Internet. Otros proyectos anteriores, como el de la Biblioteca del Congreso de EEUU (la más grande del mundo) habían iniciado un digitalización selectiva de sus fondos. En España destaca la Biblioteca Virtual Cervantes. La idea de Google es poner a disposición de cualquier internauta el contenido de más de 15 millones de volúmenes, tras un proceso de digitalización que durará como poco una década. Cuando uno lee estas noticias que universalizan el conocimiento recuerda la escultura que preside una de las plazas más visitadas de Berlín, frente a la portada neoclásica de la Universidad y próxima a la Isla de los museos. En una monumental pila de libros se rinde homenaje a los autores perseguidos en todas las culturas y especialmente por los nazis. Es un grito pétreo contra la censura y el oprobio y allí, destacado, está el lomo de un volumen dedicado a Gunter Grass como uno de los máximos exponentes de la lucha contra el nazismo. Paradojas de la vida hace un año se descubrió que el famoso escritor había estado afiliado a la rama juvenil de las SS y ahora purga su culpa con la publicación de un pequeño volumen en el que pide perdón por su pasado. «Oprobio obliga» escribe Günter Grass –podemos leer en ABC-, en una autoadaptación del «noblesse oblige» sobre la necesidad de exponer su lento masticar de la vergüenza, aunque ello le haya calzado «un capirote hecho con el periódico de ayer» desde el pasado verano. Es bueno, dicen las primeras críticas, pero «encima quiere el aplauso» «Tarde -dicen- demasiado tarde./ Con décadas de retraso./ Y yo asiento: Sí, ha durado/ hasta que dí con las palabras/ para una palabra gastada: vergüenza», escribe en uno de sus recurrentes retornos a la lírica dentro de una extensa obra narrativa y ensayística. Y el premio Nóbel, que en un pasaje de «Pelando la cebolla» revelaba este verano su breve pero admirado paso, a los 17 años, por las Waffen-SS, le dedica a ello un poema titulado «Mein Makel», en el sentido de «mi baldón» o «mi agravio», y en el que sostiene que «nunca es demasiado tarde para nombrarlo por su nombre». El pasado es historia y al menos Grass ha buscado la rehabilitación haciendo lo que mejor sabe: a través de un libro que próximamente podremos leer también en Internet.

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