Los restos del ingeniero tinerfeño reposan en el cementerio de las grandes autoridades rusas en San Petersburgo

La Consejera de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Milagros Luis Brito, intervendrá este martes, 27 de mayo, en el Homenaje a Agustín de Betancourt que tendrá lugar en el Salón de Actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid [C/ Alcalá, 13].

Agustín de Betancourt y Molina (Puerto de la Cruz, 1758 – San Petersburgo, 1824) fue uno de los ingenieros más prestigiosos de Europa. En 1778, se desplazó a Madrid para estudiar en los Reales Estudios de San Isidro y ya no regresaría a las Islas. En la capital española realizaría varios encargos para la Corona como la inspección del Canal Imperial de Aragón y el estudio de las minas de Almadén. Su carrera profesional coincidió con tiempos convulsos marcados por sucesos tan relevantes como las revoluciones Americana y Francesa, las Guerras Napoleónicas o la irrupción de la Revolución Industrial. Los avatares históricos obligaron al científico tinerfeño a desarrollar su actividad de forma discontinua en París, Londres y finalmente Rusia.

Un canario universal Entre sus logros destacan hitos como la creación en 1802 de la Escuela de Ingenieros de Madrid, de la que fue el primer director, su nombramiento como corresponsal de la Academia de Ciencias de París, o ya en Rusia, su sucesivos cargos de mariscal del ejército, Inspector del Instituto del Cuerpo de Ingenieros y Director del Departamento de Vías de Comunicación. En sus 16 años de su estancia en Rusia, Agustín de Betancourt alternaría la dirección académica del Instituto de Ingenieros con numerosas obras públicas como el puente sobre el Nevka, la modernización de la fábrica de armas de Tula o la fábrica de cañones de Kazan, la navegación a vapor en el Volga, etc. A partir de 1822 comenzó a tener problemas con el zar Alejandro I y fue sustituido en la dirección del Instituto, quedando relegado hasta su muerte en 1824. Los restos de Agustín de Betancourt y Molina reposan en el cementerio de las grandes autoridades rusas en San Petersburgo.

Un libro para recordar En el transcurso del evento se llevará a cabo la presentación del libro La familia de Agustín de Betancourt y Molina. Correspondencia íntima, de Juan Cullen Salazar, depositario del archivo de la familia Betancourt y Castro. El homenaje también contará con la participación de Antonio Bonet Correa, Académico-Bibliotecario de la Real de Bellas Artes de San Fernando, Enrique Alarcón Álvarez, miembro de la Real Academia de Ingeniería y Presidente de la Fundación Pro Rebus Academiae e Isidoro Sánchez García, Vicepresidente de la Sociedad de la Promoción Cultural de Canarias en Europa.

El objetivo del Gobierno de Canarias al editar este libro es arrojar luz sobre la vertiente más humana de este científico universal nacido en el Puerto de la Cruz y con una labor investigadora que ha sido objeto de una amplia bibliografía. La publicación y presentaciones oficiales del texto de Juan Cullen son la manifestación más clara del deseo del Ejecutivo canario de difundir el legado de uno de los isleños más célebres en el campo de las ciencias.

El libro La Familia de Agustín de Betancourt y Molina, está editado por Domibari Editores en colaboración con la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, la obra reúne numerosas cartas escritas por Agustín de Betancourt a sus padres y hermanos desde Madrid, París y San Petersburgo, ciudades donde el tinerfeño desplegó gran parte de su actividad científica. Juan Cullen Salazar desarrolla en esta obra la faceta humana del reconocido ingeniero portuense, de quien se cumple este año el 250 aniversario de su nacimiento. No obstante, Cullen no ha relegado al olvido la labor científica de Agustín de Betancourt, que aparece de forma tangencial en el texto de las cartas y en los comentarios que el autor ha incluido para cada una de ellas.

En este libro adquieren especial relevancia las figuras de los hermanos de Agustín de Betancourt: José, un destacado arquitecto eclipsado por los logros de Agustín, y María del Carmen, una mujer muy adelantada para su época, ya que presentó varios proyectos técnicos junto a José y Agustín. Con el fin de clarificar por completo el contexto familiar de Agustín de Betancourt, Juan Cullen incorpora a la obra unos capítulos con las biografías y las relaciones entre los miembros del clan Betancourt.

Todos los documentos han sido extraídos del archivo de la familia Betancourt y Castro, que conserva numerosas cartas y manuscritos de este canario universal y cuyos primeros legajos datan de 1535. En la trascripción de los escritos se ha respetado escrupulosamente el texto original, con la salvedad de pequeñas correcciones ortográficas y de desarrollo de abreviaturas en desuso para facilitar la lectura.

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