Los trabajos acometidos por el IPCE, que han superado los 200.000 euros de inversión, han permitido que la edificación recupere su esencia tras los daños sufridos durante las lluvias torrenciales de 2015

El Ministerio de Cultura y Deporte, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), ha concluido las obras de consolidación y restauración del lienzo sureste de la muralla de Mirambel, en Teruel, que han supuesto una inversión de 200.000 euros.

Casi ocho años después de las lluvias torrenciales que asolaron la comarca del Maestrazgo en la primavera de 2015, la muralla que rodea al conjunto histórico de Mirambel luce restaurada permitiendo ya el paso de vecinos y visitantes. Las obras fueron adjudicadas en 2022 por el Ministerio de Cultura y Deporte a la empresa Contrafforte Restauro.

Las lluvias provocaron desprendimientos en la muralla que no solo obstaculizaron el paso de ronda, sino también la acumulación de piedra en propiedades cercanas. Esto hizo que se pusiera en marcha un proceso de intervención que incluía la restauración y consolidación de los lienzos de la Muralla de la Vega de Mirambel, la recuperación del pasillo interior de la muralla y la mejora de la evacuación de las aguas, con el fin de garantizar la estabilidad de la parte más delicada que se encuentra en el sector sureste, cercana al río y a la zona de huertos.

La intervención se ha centrado en la reconstrucción de la parte baja de la zona sureste, la más cercana al río y de acceso a los huertos

El proceso se ha llevado a cabo en varias fases que comenzaron con una adecuación del terreno, liberándolo de los escombros y la vegetación invasiva que dificultaba el paso. Posteriormente, se elaboró un estudio de patología, gracias al cual se pudo conocer el estado de los elementos que componen la muralla y los procesos destructivos que han sufrido. De igual modo, fue necesario analizar la red de saneamiento que circula bajo este paso, la cimentación y el estado de morteros y juntas, ya que el aporte de agua podía comprometer de nuevo su estabilidad.

Todas estas acciones han hecho posible la supresión de humedades, la mejora en la evacuación de las aguas y su drenaje, el realce de estructuras, y el cosido de grietas y la recuperación del lienzo en aquellos tramos de la muralla en los que se habían producido colapsos. La intervención ha contemplado también actuaciones complementarias en el castillo que forma parte del recinto fortificado, dando como resultado la consolidación de los muros y sus coronaciones, la restauración de la escalera y la instalación de rejería en la puerta principal y ventanas para asegurar su protección.

La intervención se ha completado con la puesta en valor de los trabajos realizados, instalando un cartel informativo tanto en la muralla como en el castillo, en el que se da a conocer la historia de estos bienes patrimoniales y su relación con el municipio.

Una muralla con ecos del pasado

Durante la Edad Media, fueron los templarios quienes construyeron entre las montañas de la comarca turolense del Maestrazgo este pequeño recinto amurallado. En su interior, construyeron un castillo a mediados del siglo XIII y poco después fortificaron el lugar con una muralla de casi un kilómetro que es la que hoy rodea la villa y que en 2016 fue declarada Bien de Interés Cultural.

Aunque a lo largo del tiempo muchos de sus muros de mampostería y sillería han sido reutilizados como fachadas de viviendas anexas, esta muralla aún hoy se conserva, al igual que las torres de refuerzo que se alzaron en ella y sus cinco entradas que dan la bienvenida a la villa a modo de portales, entre las que destacan el Portal de San Roque con su hornacina dedicada al santo, el de Valero con su antigua cruz templaria o el Portal de las Monjas, adosado al convento de las Agustinas, uno de los más emblemáticos y característicos de la población, que muestra entre galerías con celosías de barro y yeso y sobre su arco una capilla abierta con balcón dedicada a Santo Tomás.

El proyecto de restauración ha devuelto su esencia a uno de los bienes más característicos del patrimonio cultural aragonés y ha despertado a un pueblo amurallado que, como decía el escritor Pío Baroja allá por los años 30 durante su estancia en Mirambel, “aunque parece estar dormido esconde impresionantes paisajes, tipos y ecos del pasado”.

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