Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, Diseñar el aire, abanicos

La pieza que todos deberíamos llevar a diario, el abanico, los hay para todos los gustos, incluso específicos creados para cada ocasión. Hoy en día podemos encontrar abanicos muy económicos en cualquier mercadillo, de todos los colores y tamaños, pero si queremos alguno más selecto hay que pensar en adquirirlos en tiendas especializadas, museos o en casas de subastas.

Los orígenes históricos del abanico resultan difíciles de precisar aunque las primeras referencias datan del año 3.000 a.C. en Egipto. Se trata de abanicos fijos formados por un penacho de distintos materiales como plumas, tejidos, fibras vegetales, etc., sujetos a un mango largo, eran abanicos ceremoniales o litúrgicos. En Japón, los ejemplares más antiguos se utilizaban como complemento masculino. En el viejo Egipto el abanico de plumas de avestruz o pavo era considerado un símbolo de poder y únicamente podían ser utilizados por el faraón y su familia. El abanico plegable se remonta al siglo XI, chinos y japoneses se disputan su invención, aunque hay indicios de que fue en el siglo VII cuando un japonés diseñó el plegable siguiendo la estructura de las alas del murciélago. En Europa no se utiliza, procedente de Asia,  hasta finales del XV y  fueron los italianos los primeros en fabricarlos en el siglo XVI. A mediados del XVII los franceses toman el relevo y un siglo más tarde sus abanicos invaden Europa, el siglo XVIII es considerado la edad de oro de los abanicos.

Es en el siglo XVIII la competencia entre los abanicos baratos de procedencia china y los europeos, cada vez más refinados, hace que se desarrollen diferentes modelos para los distintos actos sociales, así en Holanda se crean unas series con representaciones bíblicas, son los llamados abanicos de iglesia. Los franceses de época barroca están decorados con motivos mitológicos y con la llegada del rococó aparecen las escenas galantes. Los ingleses abaratan el mercado a mediados del siglo XVIII con las series de países (las telas de los abanicos) grabados en papel donde eran frecuentes los motivos galantes y, más tarde, las escenas históricas y políticas. Se encuentran abanicos realizados en España desde finales del siglo XV. Los abanicos más frecuentes en el mercado son los alfonsinos, isabelinos y algunos modernistas, los realizados para la exportación, en menor cantidad los franceses del XVIII y pocos ingleses.

Los abaniqueros de Madrid formaron el primer gremio y en 1802 se creó la Real Fábrica de Abanicos en Valencia. En el siglo XIX se expande el uso del abanico relacionado con la indumentaria castiza o popular al tiempo que resulta imprescindible para la clase más refinada, usado tanto por hombres como por mujeres, a este hecho contribuyó considerablemente la producción mecánica valenciana.

El abanico más sencillo es el llamado abanico de Calañas, pueblo de la provincia de Huelva, este tipo de abanico es el más frecuente y consta de tres piezas por una parte el esqueleto o armazón que está formado por las varillas o armazón. Las varillas son tiras rectangulares, de cañas o bambúes las más simples, que son de igual largo, ancho y grueso. El clavillo es un alambre algo grueso que ensarta las varillas por sus dos extremos, se encuentra remachado. Para rematar el abanico se añade al esqueleto el paisaje país que es el sector anular, normalmente de papel en los más sencillos, aunque   también  puede ser de seda, tul, encaje, etc.

Los abanicos de baraja son aquellos que no se diferencia el varillaje del país, es todo de una pieza. Podemos encontrar en el mercado de abanicos los decorados con escenas galantes y papel litografiado; los de tela, tul y encaje, etc., son menos usuales. Los abanicos españoles preferidos por los coleccionistas son los pintados a mano con guache y firmados por algunos de los pintores del XIX.

Mujer con abanico María Blanchard (María Gutiérrez Blanchard). Museo Reina Sofía

Podemos encontrar abanicos de principio de siglo XX modernistas, o adquirir una copia o recreación en la tienda del Museo Casa Lis. Los pericones, abanicos de gran tamaño, suelen buscarlos los coleccionistas. Aparecer muy rara vez piezas del siglo XVII y por el contrario es frecuente encontrar en los anticuarios y subastas abanicos de los siglos XVIII y XIX. Es un elemento muy habitual en la pintura de época, así que si nos fijamos a lo largo de las obras del Museo del Prado podemos verlo pintado en las manos de muchos protagonistas o en la sala 101 podemos ver uno cuyo país realizado por Luis Eusebi hacia 1790. Y en el siglo XX podemos encontrar varias pinturas y esculturas, entre las que desta «Mujer con abanico» una óleo cubista de María Blanchard realizada en 1916 y que expone el Museo Reina Sofía como parte de su colección.

El Museo Nacional de cerámica y Artes Suntuarias González Martí (c/ Poeta Querol, Valencia) ha organizado la exposición “Diseñar el aire” (del 22 abril al 26 de junio 2022) un proyecto que nació del encuentro en el Museo del Abanico de Aldaia del artesano Ángel Blay y el diseñador Vicent Martínez, donde el artesano, uno de los más importantes donantes de abanicos del Museo, mostraba y explicaba sus fondos, en una visita guiada, al diseñador. Con el escenario que iba a propiciar la Valencia Capital Mundial del Diseño 2022, Vicent Martínez le propuso al artesano Ángel Blay un proyecto de exposición con la aventura de aunar artesanía y diseño industrial, recuperando la conexión con la cultura contemporánea tal como la vivió la industria artesana del abanico en los años 20 y 30 del siglo pasado, en los que en Valencia se producían abanicos Art Deco, Art Nouveau o Futuristas. Los abanicos del siglo XXI son el resultado del diseño, tecnología y artesanía, algunas de las piezas más singulares cuentan con los diseños de Antonio Serrano, Arnau&Reyna, Carlos Tíscar, Eli Gutiérrez, Inma Bermúdez, Luisa Bocchietto, María Arroyo, Nani Marquina, Nieves Contreras, Pepe Gimeno, Ramón Úbeda y Pepa Reverter, Ricard Ferrer, Sohei Arao&Sumiko Arao, Terence Woodgate, Yukari Taki, Ángel Blay Villa y Vicent Martínez.

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