Nestor Sanmiguel Diest, exposición Palacio de Velázquez. Foto Logopress

El Museo Reina Sofía muestra la obra del artista Néstor Sanmiguel Diest en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro. Una gran exposición que forma parte de un proyecto integrado por dos exposiciones distintas: ésta que se puede ver en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro de Madrid, y la que se abrirá próximamente en Vitoria-Gasteiz, en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco-Artium Museoa.

La exposición está formada por un conjunto de 130 obras de gran formato que muestran la gran precisión y perfección que el artista se exige en cada uno de sus trabajos. Néstor Sanmiguel Diest ha llegado a quemar parte de su obra, «lo que no está bien hay que destruirlo, hay que quedarse con lo que está bien, con lo que me gusta, he quemado piezas con las que no estaba conforme -afirma- no me gustaban. En ese sentido -añade el autor- yo sé que mi obra está muy bien, pero nunca pensé que el Museo Reina Sofía estuviera interesado en exponer mi trabajo, ha sido toda una sorpresa».

«He tenido muchas influencias a lo largo de mi vida, pero haber sido patronista de ropa, especialmente de mujer, me ha ayudado mucho» comenta el artista y añade «sobre todo hay una cosa muy importante, la constancia, no importa el tiempo que se dedica a realizar las cosas, lo esencial es que la obra se termine bien».

Néstor Sanmiguel Diest aterrizó en el pueblo de Aranda del Duero porque a su padre, que se dedicaba al montaje de cadenas de producción de gabardinas comando tuvo que cerrar el taller que tenían en Zaragoza, le hicieron una oferta para montar una gran fábrica de confección en Aranda del Duero. «Llegamos cuando el pueblo aún estaba sin asfaltar y allí hice el bachillerato y allí me quedé». Las obras que se muestran en el Palacio de Velázquez las ha realizado en el taller de Aranda del Duero, combinando su trabajo como patronista y pintor.

Presentación de la exposición. Nestor Sanmiguel Diest, Palacio de Velázquez, Museo Reina Sofía. Foto Logopress

La exposición dedicada al artista Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949) brinda la oportunidad de examinar su producción desde sus inicios, a finales de la década de 1980, hasta la actualidad. Comisariada por Beatriz Herráez, La peripecia del autómata recoge alrededor de 130 trabajos de Sanmiguel Diest en los que se cruzan registros pictóricos, sistemas de reglas y signos gráficos y que, lejos de establecer un itinerario exhaustivo o con voluntad antológica, dibuja una cartografía en la que se relacionan piezas ejecutadas en distintos momentos de su trayectoria. La muestra forma parte de un proyecto integrado por dos exposiciones distintas: ésta de Madrid, y la que se abrirá próximamente en Vitoria-Gasteiz, en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco-Artium Museoa.

Néstor Sanmiguel Diest: de la fábrica a la pintura
El trabajo de Sanmiguel Diest se vincula desde un inicio a la fundación de colectivos artísticos como A Ua Crag (1985-1996) y el Segundo partido de la montaña (1987- 1988), y se presenta como un creador metódico que idea de modo ininterrumpido sistemas, reglas y protocolos, que aplica en la construcción de sus piezas. Su abundante obra, principalmente dibujos y pinturas, conforma un catálogo singular en el que se confunden los límites entre imagen y texto.

A finales de los años ochenta mantiene una doble ocupación: en su taller artístico y empleado como patronista en una factoría textil, un lugar que no abandona plenamente hasta el año 2000. Del ejercicio de esta profesión derivan la aplicación de una lógica meticulosa y precisa en sus procesos de trabajo, y los guiños y referencias persistentes al espacio de la fábrica y a una iconografía militante -que no documental- que interpela desde el humor a esa doble ocupación. Del mismo modo que en la industria, Sanmiguel Diest traslada la jornada laboral, de al menos ocho horas al día, a la ejecución de una producción sistematizada en su estudio. Una cadena de montaje transferida al taller del artista en la que es habitual el empleo de troqueles, patrones y matrices en el interior de sus piezas a modo de collages, mediante el frottage y la copia.

Nestor Sanmiguel Diest, el oficio de esquivar. Foto Logopress

En distintas ocasiones, Sanmiguel Diest se ha referido a su práctica como «el oficio de esquivar», una premisa que se materializa en su forma de situarse en la periferia, no solo geográfica, sino también discursiva y material. Este alejarse de las narrativas y los debates más extendidos ha funcionado como táctica y método, generando un pensamiento y un corpus de trabajo que cuestiona y desafía los modos de producción contemporáneos y su organización del tiempo. Alejado de cualquier convención, en su trabajo son frecuentes las referencias a los ámbitos de la historia del arte, la literatura y la música, pero también a lo más cotidiano y ordinario, al incorporar en sus piezas documentos, facturas, fragmentos de textos, notas o páginas de prensa. Se trata de una invitación a pasear por una selva de símbolos en una negociación constante con aquello que se agolpa en los márgenes y que, con frecuencia, pasa desapercibido.

La peripecia del autómata se inicia con pinturas de gran formato realizadas a finales de los años ochenta. Al igual que si se tratase de un diario extendido en el tiempo, en sus páginas encontramos protagonistas recurrentes como las denominadas «formas madre» —figuras que crecen y decrecen del mismo modo que sucede en la fabricación de un tallaje—, pero también engranajes, mecanismos y plantillas que conviven con emblemas, acrónimos y textos —manuscritos o impresos—, una forma de proceder que se pone de manifiesto de manera más directa en series de obras que abarcan varios años de ejecución, como Las emociones barrocas (1997- 2005) y Libro para Manuel (El segundo nombre de las cosas) (2009-2010).

NESTOR SANMIGUEL. logopress

Como ya lo hicieron otros, Sanmiguel Diest opera como un “ladrón de citas” que reproduce mecánicamente lo que está escrito y lo opone a la disciplina de la historia. Se revela como ese «buscador de perlas» que da título a uno de sus trabajos, y que es una apropiación errónea del nombre «el pescador de perlas» que Hannah Arendt otorga a otro coleccionista apasionado del siglo pasado, Walter Benjamin. Consciente de la máxima de que al separar cualquier objeto de su contexto este se preserva y se destruye en un solo movimiento, Sanmiguel Diest también se sumerge en las profundidades del pasado para recuperar —siguiendo a Arendt— esos «fragmentos de pensamiento» cristalizados. Evocadas, fraccionadas o replicadas con exactitud, entre las fuentes señaladas por el artista se incluyen los nombres de Joan Miró, Francis Picabia, Ellsworth Kelly, Rosemarie Trockel, Jackson Pollock, Tim Rollins & K.O.S. (Kids of Survival), Bridget Riley, junto a los de Joy Division, Sonic Youth, Nurse with Wound e Isidore Ducasse, William Burroughs, Virginia Woolf, André Malraux, Ursula K. Le Guin, o Julio Cortázar, de quien llega a transcribir libros enteros en sus lienzos (Rayuela y Libro para Manuel).

Como explica él mismo en una conversación con Ángel Calvo Ulloa en el catálogo, el descubrimiento de la pintura de Jackson Pollock y Ellsworth Kelly en Zaragoza, que le llegó a través de una familia de militares norteamericanos, le marcó profundamente: “mis influencias primeras fueron con esa familia de militares norteamericanos, en Zaragoza, cuando estaban montando la base aérea allí. El caso es que en la casa donde mi abuela trabajaba de portera, vivían muchas de aquellas familias de los militares que venían a España. Por aquel entonces yo tenía cuatro o cinco años como mucho, y a una de las familias le caía muy bien. Ellos me llevaban a su casa donde, además de revistas de arte, tenían un dibujo de Jackson Pollock y otro de Ellsworth Kelly. Yo pasé mucho tiempo, creo que hasta los dieciséis o diecisiete años, intentando copiar un Pollock, algo que me resultó totalmente imposible, porque nadie me explicó cómo estaba hecho. Ten en cuenta que el interés por el arte que existía en mi casa me venía por mi madre, que le gustaba mucho el impresionismo, sobre todo el francés, claro. Sin embargo, era un tiempo en que en España no había ningún tipo de noticia acerca de las nuevas tendencias. Por lo tanto, para mí, la pintura se hacía con pincel fino, y yo pensaba que en el caso de Pollock era exactamente igual, que estaba todo hecho a motitas, con pinceladas pequeñas como lo hacían los fauvistas. Bueno, imagínate, cosas de esas”.

Palacio de Velázquez. Sede del Museo Reina Sofía en el Parque del Retiro. Foto Logopress

Su sistema de trabajo funciona por acumulación, y se extiende más allá de los límites de la obra en forma de juegos de palabras y cadenas de aforismos que dan títulos a las obras. Escritos que construyen relatos paralelos y continúan los textos contenidos en los lienzos: El poder del mago comunista (1988); Sol del mediodía. La revolución (1988); Las olas (1991); Una buena máquina para la guerra de guerrillasm(1993); Nuestra madriguera secreta (1993); La máquina soltera (1996); Ningún sitio invulnerable (1997); 20.01.97 (1997); En un bosque cercano a Ekaterinburgo (1999); El Gobierno retira su proyecto (1999); Historias secretas (1999); Triángulo de amor bizarro (1999); El descenso del buscador de perlas (1999); El suicidio de Lucrecia (2000); El canal del molino (2003); La calle del desconcierto (2003); Jardín Barroco (2004); Las ciudades secretas. Reconocimiento del discurso (2005); Belleville y el melodrama del hallazgo y las verduras (2007); Franz en América o el desaparecido (2008); Rayuela (2008); Paisaje con tres túneles (2011-2012); Las bodas químicas (2014); Dada en Marte (2015); El diario de Edith (2017); Aviuela se preparó para volar (2019) …

Datos de interés:
La peripecia del autómata.
Néstor Sanmiguel Diest
Palacio de Velázquez. Parque del Retiro
Fechas: 3 de junio de 2022 – 19 de septiembre de 2022
Entrada gratuita

ORGANIZACIÓN: La muestra forma parte de un proyecto integrado por dos exposiciones distintas: ésta que se puede ver en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro de Madrid, y la que se abrirá próximamente en Vitoria-Gasteiz, en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco-Artium Museoa
COMISARIADO: Beatriz Herráez
COORDINACIÓN: Beatriz Jordana

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