La Plaza de Venecia de Canaletto, hacia 1723-1724. Óleo sobre lienzo 141,5 x 204,5 cm. Foto Héléne Desplechin. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

El Museo Thyssen muestra «La Plaza de San Marcos en Venecia» de Canalettola tras su restauración.

La obra regresa a la sala 17, en la que se expone habitualmente, tras finalizar el estudio técnico y proceso de restauración llevado a cabo durante algo más de un año.

Este trabajo ha sido posible gracias a una pionera campaña de micromecenazgo puesta en marcha en junio de 2018 y que, en apenas cuatro meses, logró recaudar los 35.000 euros necesarios para llevarla a cabo. Para ello, el cuadro se dividió en mil secciones, cada una con un valor simbólico de 35 euros, que fue la aportación mínima y que hizo posible que fueran muchos los que pudieron colaborar adquiriendo un ‘trocito del canaletto’.

Pintada entre 1723 y 1724, La Plaza de San Marcos en Venecia es una magnífica obra de juventud del pintor veneciano, considerado máximo exponente de los vedutistas italianos del siglo XVIII. Es también uno de los pocos canalettos que se conservan en museos españoles y uno de los más representativos de su estilo y de mayor calidad.

Restauración de La Plaza de Venecia de Canaletto, hacia 1723-1724. Óleo sobre lienzo 141,5 x 204,5 cm. Foto Héléne Desplechin. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

La actuación llevada a cabo por el equipo de restauradores del museo ha consistido principalmente en recuperar en la medida de lo posible el estado original de la pintura, que se veía bastante deteriorado con el paso del tiempo, debido a antiguas intervenciones, y a varias capas de barniz oxidado y repintes que ocultaban la luminosidad y los colores originales de la pintura bajo un velo amarillento.

Tras realizar el correspondiente estudio técnico previo a la intervención, con el fin de determinar la forma y los medios más adecuados para su recuperación, se procedió a retirar los barnices y repintes degradados y a reintegrar algunas pérdidas de pintura.

Ha sido un trabajo complejo y delicado debido al estado muy alterado y dañado de la capa pictórica, sobre todo en las zonas más oscuras y por la presencia de repintes antiguos y diferentes capas de barniz oxidado. Por este motivo durante todo el proceso de restauración se ha contado con un seguimiento del laboratorio del propio taller del museo, que ha ido evaluando en cada momento el riesgo real de la intervención, lo que ha permitido ir ajustando el método de trabajo y las técnicas en función de los resultados que se obtenían.

La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Antes y después de la restauración

La pintura presenta además un reentelado realizado en fecha indeterminada y se modificó su tamaño original, con unos 2 cm. del lienzo doblado sobre el bastidor en la parte superior y otros 2 cm en este caso añadidos a cada lado, lo que había alterado las dimensiones originales.

El resultado final recupera la luz de mañana y los matices con los que Canaletto concibió la pintura. La limpieza ha permitido también recobrar la nitidez de los múltiples detalles incorporados por el artista a la composición, tales como figuras, aisladas o en grupos, elementos arquitectónicos y ornamentales, los puestos del mercado, con sus animales y objetos diversos, etc.

Algunos matices difíciles de apreciar a simple vista han salido a la luz y se pueden ahora admirar gracias a las macrofotografías. Estas imágenes nos acercan un poco más a la forma de trabajar de Canaletto y a su maestría para realizar detalles minuciosos con una pincelada rápida pero muy precisa.

Detalle de la fachada de las Procuradurías Viejas y detalle de imagen radiográfica con líneas que resaltan los cambios. La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Estudio técnico
Gracias a la toma de micromuestras, análisis de pigmentos, estratigrafías y radiografías se ha podido reconstruir el proceso creativo del cuadro y desvelar algunos detalles sobre la forma de pintar del gran maestro veneciano. Sobre el lienzo original, de lino con un tejido tipo tafetán, aparece una primera capa o imprimación de color rojo-anaranjado, elaborada con una mezcla de pigmentos de tierra aglutinados con aceite secante. Sobre ella se observaron algunos trazos muy finos y ligeros aplicados con carbón vegetal en seco que, posiblemente, tenían como objeto
delimitar diferentes áreas que definirían la composición.

A continuación, el artista aplicó grandes manchas de color que servirían de fondo a los distintos espacios definidos dentro del cuadro: un fondo gris para el cielo, una mancha de color pardo amarillento para las zonas con más luz de la plaza y de los edificios y un fondo pardo negruzco para las arquitecturas más oscuras o en sombra.

Imagen infrarroja con las líneas oblicuas del dibujo subyacente y imagen donde se señalan las correcciones del artista. La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Sobre esas grandes manchas de color Canaletto aplica la pintura al óleo, que presenta mezclas de pigmentos de gran calidad como el albayalde, el azul de Prusia, el amarillo de Nápoles, el bermellón, el laca rojo, el carbón vegetal, el negro de huesos y abundantes pigmentos de tierra de tonos rojo, sombra, anaranjado y verde.

En determinados puntos, como en el conjunto de cúpulas que corona la basílica, se observan unos trazos de dibujo sobre la pintura que refuerzan los volúmenes de la composición final.

Radiografía
Las imágenes obtenidas por rayos X han permitido observar algunos detalles interesantes sobre la forma de trabajar del Canaletto. Uno de los más destacados es la huella de un compás que utilizó para situar los cuatro arcos decorativos del cuerpo superior del campanile, apreciándose en el centro de cada uno de ellos el correspondiente agujero y el trazado inciso de cada curvatura. Aunque el uso de este instrumento de dibujo por parte de los pintores no era excepcional, sí resulta llamativo su empleo sobre la capa pictórica.

La radiografía ha permitido observar también que el artista ocultó, con las últimas capas de pintura, parte de la ropa tendida entre los arcos de la fachada del palacio de las Procuradurías Viejas, e hizo algunos cambios en la chimenea, variando sus proporciones. También modificó la iluminación general de la fachada, concebida en un primer momento algo más sombría.

Detalle de personajes, antes (izquierda) y después (derecha) de la restauración. La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Por su parte, las diferentes densidades de la capa pictórica que se aprecian en la imagen radiográfica muestran que ninguna pincelada está aplicada al azar y que Canaletto sabía perfectamente cómo representar complicadas composiciones arquitectónicas, como el conjunto de cúpulas, y cómo, con una pincelada rápida y suelta, es capaz de recrear hasta el mínimo detalle, poniendo de manifiesto la extraordinaria eficacia de su técnica.

Reflectografía infrarroja
La fotografía infrarroja permite observar las líneas subyacentes que definen la perspectiva de la composición. Estas líneas forman parte del proceso creativo del cuadro y se puede ver su trazado por debajo de algunas figuras.

Además de esas líneas principales, Canaletto traza otras que le permiten ir encajando los edificios. Así se ve, por ejemplo, en la fachada frontal, donde se aprecia una cuadrícula que utiliza para situar los vanos, dándoles posteriormente a una de las filas de ventanas el remate en forma de arco de medio punto y variando la disposición de alguna de ellas.

También se observan cambios en la distribución de los ‘ojos de buey’ que rematan el edificio de la Procuraduría Vieja, bajo la cornisa, muchos de los cuales se ven ligeramente desplazados respecto al diseño inicial.

Detalle de las cúpulas de la basílica durante el proceso de limpieza y macrofotografía de detalle del león de San Marcos. La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

La perspectiva
Canaletto representa la famosa plaza veneciana con una escenografía arquitectónica basada en el valor matemático de las proporciones y la alteración de la perspectiva, siendo la visión final resultado de unir diversos puntos de vista. En primer lugar, el artista divide el cuadro por la mitad en vertical y, sobre un eje horizontal, establece dos puntos de fuga simétricos, a la misma distancia de la mitad compositiva de la obra.

La similitud entre las líneas de perspectiva del cuadro y la imagen real de la plaza permite suponer que Canaletto utilizó una cámara oscura para trasladar al lienzo los diferentes elementos arquitectónicos. Aun así, la perspectiva creada por el pintor no se basa en la imagen directa, sino que manipula distintos puntos de vista tomados desde la plaza para crear un espacio teatral y más cerrado que el real, a modo de escenario.

Macrofotografías de detalle de la torre del reloj, de una figura femenina. La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Mesa interactiva y publicación
La reinstalación del cuadro en la sala 17 de la colección permanente se acompaña de una mesa interactiva con imágenes y textos explicativos que permite al visitante descubrir todos estos detalles del estudio y restauración de la obra, de su proceso creativo y de la forma de trabajar de su autor.

El conocimiento de las técnicas y de los materiales empleados por los artistas es fundamental para poder concretar los procesos encaminados a detener el deterioro de la obra de arte.

Penetrar en los aspectos más íntimos del trabajo de creación permite además adentrarnos en la mente del artista y en su época y comprender, con argumentos más fundamentados, el hecho creativo y su contexto.

Líneas de perspectiva y vista actual de la Plaza de San Marcos. La Plaza de Venecia de Canaletto, Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Todo ello quedará recogido en una publicación llevada a cabo por la editorial Artika, cuya aportación a la campaña de crowdfunding permitió completar la cantidad necesaria para llevar a cabo esta restauración.

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