El Ministerio de Cultura y Deporte ha inaugurado en el Museo Nacional de Escultura (edificio Casa del Sol), en Valladolid, la exposición ‘Miró. La musa blanca’. Organizada en colaboración con la Successió Miró (Palma de Mallorca) y la Fundación Mas Miró (Montroig del Camp, Tarragona), permanecerá abierta al público hasta el 15 de marzo de 2020.

A la presentación de la muestra han asistido el subdelegado de Gobierno en Valladolid, Emilio Álvarez; el subdirector general adjunto de Museos Estatales, Lucas García Guirao; la directora del Museo Nacional de Escultura, María Bolaños; así como Joan Punyet Miró, nieto del artista y administrador de la Successió Miró, y Elena Juncosa Vecchierini, directora de Mas Miró.

La exposición ‘Miró. La musa blanca’ reúne 30 esculturas en escayola de Joan Miró (1893-1983), presentadas en su mayor parte por primera vez, y que el artista realizó como modelos para su posterior fundición en bronce, si bien no todas llegaron a ese estadio final. Las piezas abarcan un largo periodo de esta actividad plástica, desde las obras iniciales hasta las realizadas un año antes de su muerte.

Miró y su «musa blanca»

Conocido universalmente por su pintura, la obra escultórica de Miró tiene una fuerza expresiva y un sentido del riesgo que va más allá de su trabajo con el pincel. Empezó a practicarla ya en su edad madura, a fines de la II Guerra Mundial, durante una temporada de retiro en la masía familiar de Mont-roig (Tarragona).

Las obras que ahora se exponen en ‘Miró. La musa blanca’ se encontraban en su taller o permanecían en distintas fundiciones. Todas ellas están realizadas en escayola, un material que siempre ha tenido un papel secundario en el proceso creativo del artista, pero que aquí se convierten en una sustancia preciosa: ayudan a visualizar el desarrollo de la obra en la imaginación de su autor; guardan la huella de sus manos e irradian una belleza misteriosa que las convierte en pequeñas ‘obras maestras’, su ‘musa blanca’. El propio Miró manifestó en diversas ocasiones su deseo de que fuesen mostradas públicamente, algo que no vio cumplido.

La exposición tiene lugar en una de las sedes más singulares del Museo Nacional de Escultura, la Casa del Sol, que alberga yesos centenarios, reproducciones de alta calidad de obras griegas y romanas, y que cohabitan, en estrecho diálogo, con las estatuillas de Miró en esta muestra. Este hermanamiento ofrece al visitante motivos para la reflexión sobre los procesos artísticos, sobre la paradójica relación entre original y copia, sobre las afinidades y contrastes en la historia de la escultura.

Este proyecto se inscribe en la línea expositiva emprendida por el Museo Nacional de Escultura en 2018, en este mismo espacio de la Casa del Sol, con la presentación de un conjunto de obras de otro gran escultor del siglo XX, Baltasar Lobo. También en esa ocasión se trataba de “obras de taller” procedentes de su estudio de París, muy próximo, por cierto, al del propio Miró.

Programación de actividades

En torno a la exposición temporal, se ha organizado un amplio programa de actividades que incluirá cine, música, conferencias, talleres y visitas guiadas. Además se ha editado un catálogo con textos de María Bolaños, directora del Museo Nacional de Escultura, y Elena Juncosa, directora de la Fundación Mas Miró.

Artículo anteriorPrimeros proyectos del programa oficial para el Xacobeo 2021
Artículo siguienteEl dolmen de Guadalperal se conservará bajo las aguas del embalse