Dos de las obras maestras más importantes de Peter Paul Rubens, considerado por unanimidad como la principal figura del siglo XVII flamenco, se han presentado al público español: Hércules en el jardín de las Hespérides y Deyanira tentada por la Furia. Estos dos grandes óleos, conservados en los Museos Reales de Turín – Galería Sabauda, se expondrán en el Palacio de Lebrija de Sevilla hasta el 22 de septiembre en una muestra titulada Rubens: Hércules y Deyanira. Obras maestras de las colecciones italianas, patrocinada por la Fondazione Terzo Pilastro – Internazionale y realizada por Poema, Comediarting y Arthemisia, con el apoyo de el Ayuntamiento de Sevilla.

«Es un orgullo como sevillano y como alcalde dar la bienvenida a esta exposición y a las obras del maestro Pedro Pablo Rubens pues Sevilla es una ciudad consagrada a la belleza y al arte en sus muy extensas expresiones. Hércules en el jardín de las Hespérides y Deyanira tentada por la Furia llegan a un espacio primordial de la oferta artística y patrimonial de nuestra ciudad: El Palacio de la Condesa de Lebrija”, ha señalado Juan Espadas, alcalde de Sevilla.

La exposición, comisariada por Annamaria Bava, directora de la Galería Sabauda, en colaboración con Cristina Carrillo de Albornoz Fisac, propone un diálogo entre las obras procedentes de Italia y los mosaicos y esculturas de la colección del palacio sevillano. Entre los fondos del Palacio, únicos en su género, se encuentran decoraciones musivas, los arabescos del patio y los bustos de mármol de inspiración clásica grecorromana conservados en el museo. La proximidad de Rubens, estudioso y humanista de voraz intelecto, con España está marcada por su amistad con el otro gran pintor barroco, Diego de Velázquez, además de por el hecho de que la española fuera una de las cortes europeas en las que sirvió.

Emmanuele F. M. Emanuele di Villabianca, barón de Culcasi, presidente de la Fondazione Terzo Pilastro – Internazionale, que patrocina la exposición, afirma: “Me alegra muy sinceramente poder contribuir a traer a Sevilla, espléndida ciudad de un país, España, por el que siento un amor especial, estas dos importantes obras de Peter Paul Rubens procedentes de los Museos Reales de Turín, que hoy encuentran una ubicación ideal en el espléndido Palacio de la Condesa de Lebrija. Los cuadros, fechados en 1638, y muy significativos también por su contenido filosófico, moral y alegórico, que va más allá de su carácter de mera narración de heroicas gestas, pertenecen a la etapa final de la vida de Rubens, pintor muy prolífico que vivió y trabajó durante mucho tiempo tanto en España (sobre todo en Madrid) como en Italia, principalmente en Florencia, Génova y Roma. Nos encontramos sin la menor duda ante el principal representante del siglo XVII flamenco, un artista caracterizado justamente por su vena italianizante y clasicista; no en vano fue uno de los primeros artistas que contribuyó en Italia al desarrollo del arte barroco, tan alejado de la pintura típicamente holandesa, entre cuyos temas tenían prioridad las escenas de la vida cotidiana de la nueva burguesía de los centros urbanos: un arte de fuertes connotaciones civiles al que en 2008 dediqué en el Palazzo Cipolla de Roma la gran exposición Da Rembrandt a Vermeer. Valori civili nella pittura fiamminga e olandese del ’600 [De Rembrandt a Vermeer. Valores civiles en la pintura flamenca y holandesa del siglo XVII].”

Esta exposición forma parte de un proyecto más amplio que, con el título de «Obras maestras de las colecciones italianas», propone traer en el futuro diversas piezas maestras de los más importantes museos italianos al incomparable marco de la casa-museo Palacio de Lebrija. Cada exposición establecerá en todos los casos un hilo conductor con las prestigiosas piezas arqueológicas que en él se conservan. «Sevilla e Italia, específicamente Roma, mantienen un gran idilio que se refleja en esta casa conocida como el Palacio de la condesa de Lebrija y es similar al idilio que Rubens mantuvo con Italia y la cultura clásica», afirma Isabel de León, marquesa de Méritos, actual co-propietaria y directora general del Palacio de Lebrija.

LAS OBRAS

Los dos puntales de su producción artística que se expondrán en Sevilla narran dos episodios de las historias de Hércules. En la primera e imponente tela —2,46 x 1,68 metros—, Hércules en el jardín de las Hespérides, el héroe aparece en el momento en que, después de haber matado a la serpiente guardiana Ladón, coge del árbol las manzanas de oro que se custodiaban en el jardín de las Hespérides, es decir, los frutos con los que daba cumplimiento a su undécimo trabajo. Hércules se apoya con el brazo derecho en el garrote de madera confeccionado por él mismo para su primer trabajo, la lucha contra el león de Nemea, cuya piel, que rodea su cuerpo, se convirtió en su principal atributo, junto con el bastón. Al mismo tiempo, pisa victoriosamente la cabeza de la feroz serpiente que yace exangüe a sus pies, aferrándose aún con una de sus patas al garrote, en un último y desesperado intento por resistirse a la fuerza sobrehumana del semidiós.

En el segundo y majestuoso cuadro, Deyanira tentada por la Furia, Deyanira, la mujer de Hércules (cuyas facciones recuerdan las de la segunda esposa de Rubens, Hélène Fourment), aparece mirando hacia arriba, atenta a las palabras que le susurra la Furia, diosa de la venganza con cabello de serpientes, la cual le ofrece la túnica impregnada de la sangre del centauro Neso. Más tarde, creyendo que la sangre es una poción amorosa que le hará reconquistar el amor de su esposo (prendado de la hermosa Íole), y sin sospechar que en realidad está envenenada, Deyanira le regalará este manto a Hércules, condenándolo a una muerte atroz, y acabará quitándose la vida por los remordimientos.

EL DIÁLOGO ENTRE LAS OBRAS Y EL PALACIO

Hércules en el jardín de las Hespérides se relaciona con el principal mosaico del palacio, en el que están representadas las aventuras amorosas de Zeus, padre de Hércules. Como señala Cristina Carrillo de Albornoz: “El inestimable valor artístico de los tesoros custodiados en el Palacio de Lebrija se enriquece con estas dos grandes obras: ¿quién mejor que Rubens, definido por Eugène Delacroix como «el Homero de la pintura», para establecer un hilo conductor con los prestigiosos hallazgos arqueológicos que se conservan en Sevilla, ricos en referencias mitológicas?”

Por otra parte, el episodio guarda una curiosa relación con España, ya que en la mitología griega las Hespérides eran las ninfas al cuidado de un maravilloso jardín que, según el geógrafo griego Estrabón, se encontraba en el sur de la Península Ibérica, y contenía un bosquecillo de manzanas doradas que otorgaba la inmortalidad.

Otra interacción particularmente intensa es la que se establece entre la obra Deyanira tentada por la Furia y el Busto juvenil de Afrodita, copia del original de Fidias esculpida por su discípulo Agorácrito de Paros en el siglo V a. C. Con este óleo dialoga también la escultura de mármol en la que Minerva aparece con la cabeza cubierta con un yelmo y el pecho adornado con un gorgoneion, representación de la cabeza de Medusa que le dio Perseo. La postura de combate de la diosa recuerda la figura de Deyanira, hábil conductora de carros en las batallas, y practicante del arte de la guerra.

Foto: De izquierda a derecha, Cristina Carrillo de Albornoz, comisaria de la exposición; Antonio Muñoz, delegado de Hábitat Urbano del Ayuntamiento de Sevilla; Juan Espadas, alcalde de Sevilla; Isabel de León Borrero, Marquesa de Méritos; Emmanuele F.M. Emanuele, presidente de la Fundación Terzo-Pilastro Internazionale; Carmen Castreño, primera teniente de alcalde de Sevilla; Isabel Ojeda, directora general de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla; Iole Siena, presidenta Arthemisia, y Alessandra Taccone, directora general de la Fundación Terzo-Pilastro Internazionale

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