La Fundación Amigos del Museo Reina Sofía ha organizado el curso «La norma del arte contemporáneo. El perfil estético de lo posmoderno» dirigido por José Luis Pardo.

Del 6 de marzo al 10 de abril de 2019 contará con seis ponencias impartidas por el artista Miguel Álvarez-Fernández, el profesor de Antropología y Filosofía Tomás Pollán, el catedrático de Filosofía Miguel Morey, el escritor Félix de Azúa, el crítico Roger Salas y el propio José Luis Pardo, director del Ciclo. Seis especialistas ayudarán a entender este complejo paradigma a través del análisis de diferentes disciplinas y autores.

¿Qué entendemos por “arte contemporáneo”? ¿Es una denominación meramente cronológica o podemos intuir en él una serie de características propias? Nuestro próximo Ciclo de conferencias La norma del arte contemporáneo. El perfil estético de lo posmoderno, dirigido por el catedrático de Filosofía José Luis Pardo, plantea la posibilidad de definir un lenguaje común en el «arte contemporáneo”.

El miércoles, 6 de marzo José Luis Pardo dará la primera conferencia bajo el título «La transgresión como norma: la ambigua herencia de las vanguardias». El artista sonoro, musicólogo y director de cine Miguel Álvarez-Fernández será el encargado de la conferencia del lunes 11 de marzo «¿Esto no es música? El espacio ampliado del arte sonoro«. El lunes 18 de marzo, hablará sobre «La figura del “artista creador” en el arte contemporáneo: los escritos de Klee y Kandinsky«, Tomas Pollán, Profesor de Antropología y Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. «Más allá del teatro: el planeta Wilson» es el título que dará paso a la conferencia de Miguel Morey, Catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona, el 26 de marzo. «El agotamiento de la trascendencia: de Grünewald a Kiefer» serán el tema del escritor Félix de Azúa, el lunes 8 de abril. La última conferencia la ofrecerá Roger Salas, escritor, crítico de arte y director artístico, el 10 de abril que hablará sobre «El proceso en danza: de lo moderno a lo contemporáneo«.

El precio para los Amigos del Museo Reina Sofía es de 87 euros y para el público en general de 120 euros. Para asistir al curso hay que reservar la plaza o directamente en la Oficina de los Amigos del Museo (Santa Isabel, 52 – 28012 Madrid) Horario: de 10 a 14 horas de lunes a viernes Teléfonos: 915304287 y 917741000 ext. 2285, 2286 y 2118 (en horario de oficina).

Tendemos a pensar que la expresión “arte contemporáneo” tiene una significación exclusivamente cronológica: como si lo contemporáneo fuese sólo una continuación de lo moderno que se ha ido acumulando tras la segunda guerra mundial. Pero el término “arte contemporáneo” ha modificado en parte el sentido que tenía en el momento en que se puso en circulación. Las “épocas” de la historia del arte designan períodos caracterizados por una serie de rasgos comunes (a veces incluso por un lenguaje común) que permiten expresarse en ese marco a escuelas y estilos diferentes y hasta contradictorios. No se trata, pues, de una simple acumulación de hechos artísticos en un determinado lapso de tiempo, sino de un género particular de arte, de maneras peculiares de concebir el arte. Por consiguiente, la transición de una época a otra no es una mera cuestión cronológica, sino que supone un cambio (generalmente una ampliación o una restricción, y en todo caso una redefinición) del sentido del término “arte”. ¿Puede esto aplicarse también a lo que llamamos “arte contemporáneo”? ¿Hay, como sugiere Nathalie Heinich desde la sociología, un “paradigma” del arte contemporáneo, que lo haría netamente distinguible del arte “moderno”? ¿Se pueden sistematizar una serie de rasgos que constituirían, no sólo sociológica sino estéticamente, una “norma” independiente y reconocible por encima de la variedad de movimientos, tendencias y enfoques?

Esto parece tanto más difícil en una disciplina que, tomando a las vanguardias históricas como sus nuevos “clásicos”, se ha construido a partir de la idea de una “ruptura de la norma” o de una subversión de la tradición. Pero el intento de definir este problemático “paradigma” parece así mismo cada vez más necesario para comprender lo que podríamos llamar “el espíritu” de nuestro tiempo, que de una forma intuitiva nos sugiere que ciertas obras son inequívocamente contemporáneas y nos inclina a averiguar en qué consiste esa peculiar diferencia. Y para responder a este desafío hemos de mirar no sólo en el terreno de las artes visuales tradicionalmente consideradas, sino también en el de sus proyecciones escénicas, pues en unas tanto como en otras parece haberse producido un desplazamiento de los límites de lo artístico y una ampliación significativa de su espacio de producción y recepción.

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