El Museo Reina Sofía hace balace de un año en el que ha mantenido una cifra próxima a los cuatro millones de visitantes, un alto nivel expositivo, importantes donaciones (entre las que destaca la de la familia de Autric-Tamayo) y un nivel de autofinanciación del orden del 30 por 100, lo que a juicio de su director, Manuel Borja-Villel, refleja una realidad muy positiva que incentiva a su equipo para afrontar nuevos retos en el próximo año en el que destacará la oferta multicultural y el feminismo como ejes transversales de sus exposiciones.

Cerramos el año con balance positivo en cuanto a los objetivos que el Museo Reina Sofía se había propuesto, tanto en lo que se refiere a consolidación de resultados en las distintas áreas, como a la puesta en marcha de nuevos proyectos.

De éxito podemos calificar la acogida de exposiciones como las dedicadas a Pessoa, Beatriz González, Dora García, Afal (Donación de Autric-Tamayo), Dadá Ruso, Dorothea Tanning o la titulada París Pese a todo. Artistas extranjeros (1944-1964), por citar solo algunas.

Pero no menos importantes han sido las participaciones en el Museo de personajes de la talla de Keeanga-Yamahtta Taylor, para tratar asuntos relacionados con la diferencia racial; la antropóloga Rita Segato o la escritora Lucy Lippard que ahondaron en temas de desigualdad, feminismo e identidad; o el poeta Sergio Raimondi, con sus reflexiones sobre vinculación poesía-sociedad a través del uso de la lengua.

Las intervenciones de Laurie Anderson, Franco Berardi (Bifo), Morozov, Paul Mason o Adam Sitney, además de la celebración de sendos seminarios internacionales -el primero dedicado a la obra de Leon Ferrari y el segundo a Los otros cubismos-, o la retrospectiva del cineasta Wang Bing y la proyección de obras de Margarida Cordeiro y Antonio Reis, han sido otras de las actividades que se desarrollaron en el Museo en los últimos meses. Y si hablamos de música, destacaríamos la consolidación del ciclo Archipiélago, que este año ha celebrado con enorme aceptación su segunda edición. Takao Kawaguchi reinterpretando a Kawo Ohno o el laboratorio escénico de Cuqui Jerez, son solo una pequeña muestra del programa de Artes en Vivo desarrollado que ha tenido como escenario el Reina Sofía.

Idea central alrededor de la cual se ha establecido la estrategia de actuación de las distintas áreas del Museo es la de impulsar redes de colaboración con otras instituciones y colectivos diversos, tanto a escala local como nacional e internacional. Ha sido importante este año el esfuerzo para conectar el Museo y el barrio que lo circunda. Para ello se ha impulsado una red de escucha, intercambio y colaboración con diversos colectivos de Lavapiés para conseguir mayor integración.

El Reina también ha desarrollado diálogos y colaboraciones sostenidas con plataformas internacionales. Y al hilo de esto, se ha producido una buena noticia este año y ha sido la concesión por parte de la Unión Europea, dentro del programa Europa Creativa Cultura, de dos millones de euros al proyecto cultural de L’Internationale, liderado por el Museo Reina Sofía, y en el que participan otros seis museos europeos.

El Centro de Estudios se ha consolidado aún más en esta última etapa. Además de los programas de masters desarrollados con la Universidad Complutense y Autónoma de Madrid, así como la de Castilla-La Mancha, se ha creado el Grado en Artes junto con la Universidad Oberta de Catalunya y varias cátedras: Juan Antonio Ramírez, Aníbal Quijano, Pensamiento situado y Red de estudios sobre fotografía. En resumen, la comunidad de estudiantes y egresados vinculada al Centro de Estudios está conformada en estos momentos por más de 800 integrantes.

También hay que subrayar que en los últimos meses se ha venido dando forma definitiva al nuevo programa de las políticas educativas impulsadas desde el Museo, que se plantea inscribir las iniciativas pedagógicas en un giro de paradigma de educación en estas instituciones. Dicho programa se comenzará a poner en práctica en 2019.

Como un hecho muy relevante el director del Reina Sofía ha destacado la donación del Archivo Coderch por parte de la familia del arquitecto catalán. El archivo consta de planos y croquis de sus proyectos arquitectónicos y de diseño, documentación, fotografías, correspondencia, publicaciones, pinturas y premios desde 1945 hasta 1984.

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