El Museo del Prado y la Fundación Iberdrola España presentan los resultados de la restauración, el estudio historiográfico y técnico de La Fuente de la Gracia, «Uno de los más preciosos incunables de la pintura al óleo», según Pedro de Madrazo, crítico de arte del siglo XIX.

Esta obra, que ingresó en el Prado procedente del Museo de la Trinidad, no es solo la única pintura del entorno de Jan van Eyck que posee el Museo del Prado, sino también una de las más relevantes de sus colecciones, tanto por su calidad como, especialmente, por su trascendencia histórica.

El Museo del Prado y la Fundación Iberdrola España, miembro Protector del Programa de Restauración de la institución, presentan La Fuente de la Gracia restaurada, desde siempre, una de las tablas flamencas más fascinantes y enigmáticas del Museo del Prado que, durante años fue, además, la principal pintura flamenca de la pinacoteca.

En esta exposición, comisariada por José Juan Pérez Preciado, técnico de conservación del Museo del Prado, se podrá apreciar la recuperación estética que ha resultado de la intervención y también se conocerán las claves de un profundo estudio histórico artístico que aumenta el conocimiento que se tiene sobre ella.

Desde su descubrimiento en el siglo XIX para los historiadores del arte se vinculó a la figura de Jan van Eyck y al políptico que el artista realizara, junto con su hermano Hubert, para la catedral de San Bavón en Gante. Sin embargo, las dudas existentes sobre casi todos los detalles que la rodean, especialmente su origen y llegada a España, unidas a la creciente evidencia de no ser una obra pintada directamente por el maestro, hizo que paulatinamente fuera perdiendo interés como obra secundaria dentro de las colecciones de pintura neerlandesa antigua. Por esta razón, hace algunos años se advirtió la necesidad de acometer su restauración con el fin de restituirle su valor y vitalidad pictórica.

A día de hoy se puede afirmar que la Fuente de la Gracia fue, sin duda, pintada en los Países Bajos en un ambiente muy vinculado al taller de Van Eyck, si bien se acepta que el artista no trabajó directamente en ella.

Publicación

Junto a esta exposición se ha editado una publicación, a cargo de José Juan Pérez Preciado, técnico de conservación del Museo del Prado, que recoge las conclusiones de la restauración, el estudio historiográfico y técnico de La Fuente de la Gracia y que cuenta con textos elaborados por algunos de los especialistas que han trabajado en la investigación como Eduardo Barba, Jesús R. Folgado García, María Antonia López de Asiain Zabia, Manuel Parada López de Corselas y José Juan Pérez Preciado.

80 páginas
24 x 29,7 cm
Rústica (sin sobrecubierta), castellano
PVP: 12 euros

La restauración

La restauración de La Fuente de La Gracia, realizada gracias al apoyo de la Fundación Iberdrola España como miembro Protector del Programa de Restauración del museo, ha sido un proceso de año y medio de duración, con el fin de desvelar la obra retirando el barniz opaco y amarillento que cubría la pintura. El objetivo no era sólo su recuperación estética sino también poner sobre la mesa aspectos históricos, iconográficos y claves de su estilo pictórico para completar su investigación.

La Fuente es una obra compleja en aspectos técnicos y en lectura, por ello ha precisado una restauración con múltiples recorridos y análisis entrecruzados para poner en diálogo espacios, luces, texturas y posiciones en el plano. El tratamiento se ha basado en la continua visión global del conjunto.

Con la restauración se han recuperado el espacio y la profundidad, elementos esenciales en esta obra que se encontraban enmascarados por la opacidad de la superficie. Estando sucia La Fuente de la Gracia se mostraba como un telón, un simple corte axial de una catedral empleado como recurso para colocar las figuras y hacer una estricta narración iconográfica. Entonces mantenía al espectador distanciado, fuera del cuadro. Con la restauración reaparecen las sombras de las columnas, la luz que se filtra por las ventanas… la arquitectura vuelve a describir un espacio perfectamente comprensible. Para su recuperación ha sido necesaria una limpieza completa.

La limpieza también ha permitido tener hoy a la vista el peculiar procedimiento pictórico de esta obra. Se trata de una pintura muy elaborada, que parte de un dibujo a pincel con múltiples cambios y rectificaciones pero enmascarado con pulcritud de modo que apenas se transparenta en la composición final. Sobre el dibujo el autor ejecuta una primera pintura de los fondos y las arquitecturas con capa fina y transparente. En segundo lugar, sobre ella, va elaborando los detalles decorativos para añadir en tercer lugar las figuras y por último perfilar los elementos con un trazado fino y lineal, de un nítido color negro muy singular.

Dos son los rasgos principales que han sido recuperados con la restauración: el perfilado lineal oscuro de los detalles y su modo peculiar de aplicar las veladuras en las que consigue la transparencia no por el empleo de más medio en la pintura sino por la superposición de capas opacas.

En resumen, con la restauración La Fuente ha recuperado su intensidad lumínica y de color con un ajustado cambio de imagen así como su espacio comprensible. La restauración al mismo tiempo ha aportado el conocimiento del proceso pictórico necesarias para su investigación.

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