Esta obra, la más importante de este artista que llegó a ser en 1915 subdirector del Prado, ha sido sometida, durante seis meses, a una importante intervención gracias a la aportación económica del Ayuntamiento de Montilla.

Este proceso ha permitido recuperar todos los valores de manera que, a pesar de los daños, la imagen original no se ha visto alterada.

Antes de su traslado al Museo Garnelo de Montilla se expondrá en la sala 61 del edificio Villanueva por un período de dos meses.

Durante un período de seis meses La muerte de Lucano de José Garnelo, que obtuvo la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887, ha permanecido en los talleres de Restauración del Museo del Prado, que cuentan con la colaboración de la Fundación Iberdrola España, para ser sometida a una importante intervención que ha supuesto la recuperación completa de la obra.

Por Real Orden de 12 de julio de 1928, la pintura de José Garnelo se depositó en el Instituto Provincial de Jerez de la Frontera (Cádiz), actualmente Instituto de Educación Secundaria “Padre Luis Coloma”, en donde ha permanecido hasta 2008, cuando se autorizó su levantamiento, para su nuevo depósito en el Museo Garnelo de
Montilla (Córdoba). Previamente a su traslado, la pintura se protegió, se desmontó de su bastidor y se colocó en un rulo para facilitar su transporte a Montilla.

Finalmente, en enero de 2018 comenzó la restauración, realizada en el taller de restauración del Museo del Prado por Ana Isabel Ortega y Álvaro Fernández, dirigidos por Lucía Martínez Valverde, miembro del Área de Restauración del Prado. Los trabajos comenzaron por la consolidación del soporte, tarea que se inició con la eliminación de los parches colocados para reparar las roturas y otros daños antiguos. Una vez eliminados todos los elementos no originales fue necesaria una la limpieza profunda de las colas empleadas en la antigua restauración para adherir los parches y las bandas perimetrales, ya que se habían utilizado colas sintéticas de difícil eliminación.

Recuperado el lienzo original y sin elementos extraños, se pudo realizar la fijación y consolidación de su capa pictórica. En este proceso se eliminaron las grandes deformaciones y se trabajaron las roturas para eliminar sus pliegues. Para reparar agujeros y desgarros fue necesario realizar más de treinta nuevos parches e injertos. De estos refuerzos, el más grande tiene aproximadamente 70 x 20 centímetros. Las nuevas bandas de tensión permitieron el nuevo montaje en el bastidor, una estructura robusta y de gran calidad que realizó el carpintero Tomás Duaso para garantizar la conservación futura de la obra. Además, para dar mayor solidez al
soporte, se clavó sobre una tela de apoyo.

A partir de este momento la pintura estaba estabilizada pero su aspecto era muy deficiente por la acumulación de suciedad y la oxidación del barniz. La limpieza ha permitido recuperar todos los valores de manera que, a pesar de los daños, la imagen original no se ha visto alterada. Se ha recuperado la representación del espacio y cada figura adquiere su significado, sobre todo aquellas que están en el segundo término y apenas se podían reconocer. Con la limpieza también se hacen visibles detalles que sirven para comprender la escena, como las gotas de sangre que hay en el borde de la bañera, que hablan del suicidio del poeta después de haber sido acusado de participar en la conjura de Pisón.

También, el pergamino del ángulo inferior derecho cuyo texto estaba oculto por repintes. Ahora se pueden leer las primeras letras de Pharsalia, la epopeya escrita por Lucano en el año 61 d.C. El trabajo finalizó con la reintegración del color en las zonas pérdidas, y así facilitar
al espectador la comprensión y el disfrute de la obra.

La obra, fechada en 1887, describe el tema representado a partir de este fragmento de Castelar, Discurso sobre Lucano: «Sobre su cadáver, inanimado y frío, se inclinaba llorosa una mujer que había recogido el postrer suspiro de los labios del poeta para guardarlo en su amante pecho, y las cenizas de su gloria para mostrarlas á las futuras generaciones» (Texto extractado de: Pintura del Siglo XIX en el Museo del Prado: Catálogo General, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2015, pp. 215-216).

Representa el suicidio de Marco Anneo Lucano (Córdoba, 39-Roma, 65). Su participación en la conjura de Pisón contra Nerón le valió la condena a muerte, a la cual se anticipó cortándose las venas. La presencia de su esposa, Pola Argentaria, y de sus amigos, transmite la emoción de la escena, lo mismo que las rosas cortadas, las
cadenas y los manuscritos del poeta. El énfasis en la anatomía, la amplitud de la ejecución y el acierto en la armonía del color y en el estudio de la luz hacen de esta obra la más importante de su autor, artista culto que llegaría a ser subdirector del Prado.

El autor José Garnelo y Alda (Enguera, Valencia, 1866-Montilla, Córdoba, 1944).

Pintor, ilustrador, restaurador y decorador español. Fue profesor y académico de las Escuelas de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y de San Fernando de Madrid, así como catedrático de la de Barcelona. Comendador de la orden de Alfonso XII y oficial de la de Leopoldo II, director de la revista Por el Arte, secretario de la Asociación de Pintores y Escultores y subdirector del Museo del Prado en 1915.

Realizó sus estudios artísticos en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, donde fue discípulo de Eduardo Cano de la Peña y de Manuel Ussel. Posteriormente continuó su formación en la de San Fernando, de mano de Dióscoro Puebla, Carlos Luis de Ribera y Casto Plasencia. En 1888 se trasladó como pensionado a la Academia de España en Roma, donde trabó amistad con Vicente Palmaroli, Emilio Sala, Francisco Pradilla y José Villegas, entre otros. Viajó a París, Austria y Baviera. Como ilustrador destacó su colaboración en el libro de su padre, el médico José Ramón Garnelo y Gonzálvez, titulado El hombre ante la estética o tratado de antropología artística, y como escritor, su publicación Escala gráfica y el compás de inclinación, que presentó en el Congreso Internacional de Roma de 1911.

Participó en numerosas exposiciones, tanto nacionales como extranjeras y obtuvo sendas segundas medallas en las Nacionales de 1887 y 1890, respectivamente, primera en 1892 y condecoración en la edición de 1904. Asimismo, fue premiado con medalla en la Exposición Universal de Chicago de 1893 y remitió sus obras al Salón
de París de 1912.

Como decorador destacaron las ornamentaciones que llevó a cabo en edificios madrileños, el palacio de la infanta Isabel, la cúpula del despacho del presidente del Tribunal Supremo, entre otras, y la restauración de los frescos del Casón del Buen Retiro y del coro de la iglesia de San Francisco el Grande.

Museo Garnelo

Con sede en la casa-palacio conocida popularmente como “Casa de las Aguas” en Motilla (Córdoba), la primera colección pública, con sentido monográfico, dedicada a este artista que fue nombrado Hijo Adoptivo de Montilla en 1893.Las 180 obras que componen la colección han sido especialmente seleccionadas paraque la visita a la institución constituya un recorrido ampliamente representativo delas distintas etapas y múltiples facetas del artista, con objeto de que el visitante pueda valorar la auténtica dimensión y la excepcional valía de la producción del pintor. Tras su regreso, como depósito temporal del Museo del Prado, La muerte de Lucano podrá visitarse en la sala de grandes formatos que tiene el Museo Garnelo en la planta baja.

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