La exposición anual Radiante porvenir; la temporal La mirada viajera y una muestra sobre Mikhail Shvartsman se podrán visitar en el espacio expositivo a partir del 10 de febrero.

Las salas de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo / Málaga estrenan nuevas exposiciones a partir de febrero de 2018. La exposición anual, titulada Radiante porvenir en un guiño a Zinoviev, gira en torno al arte oficial impuesto por el régimen soviético en el periodo que abarca desde 1930 a 1950. La exposición temporal La mirada viajera es un homenaje a los artistas rusos que se lanzaron a recorrer el mundo en busca de otras luces y otros semblantes que ensancharían el campo del arte nacional, introduciendo temas y estilos tan exóticos como los países visitados. La fascinante figura del pintor inconformista Mikhaíl Shvartsman estará presente con una muestra de sus obras que se expondrá en el Espacio 3.

En total, han llegado a Málaga 250 obras procedentes de San Petersburgo. Estas piezas artísticas se podrán visitar a partir del sábado, 10 de febrero con una jornada de puertas abiertas tanto el sábado como el domingo 11. La división de piezas por exposiciones es la siguiente:

Exposición anual. Radiante porvenir. El arte del realismo socialista: 132 pieza.
Exposición temporal. La mirada viajera. Artistas rusos alrededor del mundo: 105 obras.
Exposición temporal. Individual de Mikhail Schwartzman: 13 obras.
Radiante porvenir. El arte del realismo socialista
Desde febrero de 2018 a febrero de 2019

En la historia del arte ruso, el periodo comprendido entre las décadas de 1930 y 1950 es sumamente contradictorio. El régimen totalitario establecido entonces en la Unión Soviética controlaba todos los aspectos de la vida de los ciudadanos; incluso el proceso artístico fue regulado por el estado. La función principal del arte era producir propaganda con un objetivo: «la transformación ideológica y la educación de los trabajadores en el espíritu del socialismo». El realismo socialista se convirtió en el lenguaje obligatorio para todo el arte soviético. Los artistas tenían que crear, con modos de expresión comprensibles para las grandes masas, una imagen convincente de un estado poderoso, justo y próspero en el que, gracias a la victoria del socialismo, todos los ciudadanos eran felices y estaban llenos de solícito entusiasmo.

Exposiciones 2018. Colección Museo Ruso Málaga

En los años 20 y hasta el inicio de los 30 vemos un arte soviético en desarrollo estilístico. Las obras de estos años contienen una amplia gama de tradiciones recuperadas que van desde el arte antiguo hasta el constructivismo; sin embargo, como resultado de la lucha librada a mediados de la década de 1930 contra el formalismo como arte burgués y decadente, se afianzó como lenguaje oficial el estilo realista, que tomaba como referente la pintura rusa del cambio del siglo XIX al XX. Los artistas más reconocidos que cultivaron esta corriente fueron Aleksandr Guerásimov y Vasili Yefánov. Crearon retratos de líderes del partido Comunista o de jefes militares y, con sus vistosos cuadros de gala de múltiples personajes, inmortalizaron acontecimientos de relevancia estatal: sesiones solemnes, visitas, reuniones. Estas obras “oficiales” constituyeron la base ideológica del arte del realismo socialista. Cumplían una de sus principales funciones: crear y mantener el culto a la personalidad de Iósif Stalin y de otros líderes soviéticos. Una gran cantidad de obras de arte se dedicó a episodios reales y míticos de sus biografías, para representarlos en las imágenes como heroicos revolucionarios, guerreros, sabios dirigentes y «amigos del pueblo».

En el corpus temático ocuparon un lugar importante las obras dedicadas al trabajo. Los artistas loaban los éxitos de la industrialización, la construcción y la agricultura en la senda de la colectivización, glorificando a los «obreros de choque» y a los campesinos koljosianos. Muchos creadores dedicaron sus obras al ejército y a la marina de guerra. El día a día de las tropas, las maniobras y los desfiles, los retratos y las imágenes colectivas de los soldados rasos y de los comandantes, así como su equipamiento militar y la historia revolucionaria de las fuerzas armadas soviéticas, inundaban las solemnes exposiciones organizadas periódicamente por la dirección política del Ejército Rojo. La representación llamativa y espectacular de los logros del país soviético fue un importante medio de propaganda. Debía contribuir a la movilización de los ciudadanos en el cumplimiento de las tareas políticas y económicas fijadas por el partido y el Gobierno.

El arte soviético dedica también una gran cantidad de brillantes imágenes a los temas de la juventud, la cultura física y el deporte, retratados con un sentido ideológico, ya que las imágenes de la juventud soviética educada por el poder soviético encarnaban el brillante futuro del país. La idea utópica de la creación de un hombre nuevo, un comunista
convencido de cuerpo perfecto y espíritu fuerte, se plasmó en estas obras. Dentro de esta temática, los artistas disponían de una gran libertad para trabajar con la forma, a lo que contribuían los mismos ejercicios deportivos, con sus movimientos y posturas. En este ámbito destacaron artistas como Aleksandr Deineka y Aleksandr Samojválov, en cuyas obras se aprecian ecos del neoclasicismo.

En el contexto general del realismo socialista, los más variados géneros, temas y tramas eran susceptibles de adquirir un eco ideológico. El canon establecido del realismo socialista, además de fidelidad ideológica, presuponía espectacularidad, narración y didactismo. Estaba dirigido a las capas más amplias de la población y dio forma al mito optimista sobre la realización de la utopía comunista. Como en los mitos de la Antigüedad, se entrelazó en el tejido de la vida y formó una suerte de filtro a través del cual el hombre soviético debía percibir la realidad. En la creación de este mito trabajó todo un ejército de artistas, muchos de los cuales consiguieron crear obras impresionantes y rebosantes de talento. En ellas, se plasmaron no sólo las exigencias y las normas ideológicas, sino también los deseos colectivos de la gente, así como sus sueños seculares de justicia, de abundancia y de belleza que no alcanzaron a ver realizados en vida. (Evgenia Petrova)

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