Ésta es la principal conclusión del estudio El consumo cultural: ¿cuestión de gusto, o de precio?, publicado por el Observatorio Social de ”la Caixa”

El informe constata que la falta de interés, relacionada con los niveles educativos más bajos, es el determinante básico de la no asistencia a espectáculos en directo y a lugares de interés cultural. Sin embargo, en el caso del cine la renta es la restricción principal para los que afirman no haber acudido en el año anterior.

La educación tiene un efecto positivo en la demanda de las tres actividades, especialmente del cine. Entre quienes tienen educación primaria, un 13% asistió al menos una vez a las salas en el último año, una cifra que se eleva al 49% entre los que disponen de secundaria y un 68% entre los que cuentan con estudios superiores.

La falta de interés es la primera barrera a la participación cultural en España, especialmente entre los individuos con menor nivel educativo y rentas más bajas. Se trata de una de las conclusiones del estudio El consumo cultural: ¿cuestión de gusto, o de precio?, publicado por el Observatorio Social de ”la Caixa”.

Los profesores de la Universidad de Oviedo Juan Prieto Rodríguez, María José Pérez Villadóniga y Sara Suárez Fernández firman este informe utilizando los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida en España del INE (2015). En el caso de los espectáculos en directo, como conciertos u obras de teatro, la causa de no asistencia más importante para las personas de rentas más bajas no son las restricciones económicas, declaradas en un 19,4 % de los casos, sino la falta de interés, aducida en un 41,7%, la razón de no asistencia más frecuente. Sin embargo, para los más ricos los motivos económicos (21,5%) y de restricción de la oferta (12,4%) son las causas principales de no asistencia; declarando falta de interés únicamente un 1,9% de los encuestados.

Del mismo modo, en lo que se refiere a las visitas a lugares de interés cultural como monumentos, museos o galerías, el desinterés de los más pobres alcanza el 36,3% y el de los más ricos, el 1,1%, seguidos en ambos casos por la falta de renta y la de oferta como causas principales de la no participación.

Sin embargo, el papel que desempeñan los distintos tipos de barreras se invierte en caso del cine, donde la falta de renta es, con claridad, la primera razón para no acudir a las salas entre los más pobres (37,8%), mientras la falta de interés se cuenta en sólo el 9,9% de los casos. En este tipo de entretenimiento, los papeles se intercambian ya que los más ricos explicitan desinterés como argumento para no ir al cine en el 10% de los casos y afirman no poder permitírselo en el 1,5%.

En el informe se observa el patrón esperado respecto a la educación: los individuos con más estudios asisten con mayor regularidad a todos los tipos de espectáculos. No obstante, partiendo de porcentajes de asistencia muy similares para las tres actividades entre quienes tienen estudios primarios, el crecimiento de la asistencia es mucho mayor para el cine que para el resto conforme se incrementa el nivel educativo. Entre los que tienen educación primaria, un 12,5% asistió al menos una vez a las salas en el último año, una cifra que se eleva al 48,9% entre los que disponen de educación secundaria y a un 68,4% entre los que tienen estudios superiores.

Los autores han clasificado, también, a los que declaran no haber asistido a ninguna actividad cultural en el último año entre no asistentes absolutos –no participan y no se espera que lo hagan- y recuperables –cuya participación cultural ha sido puntualmente nula este año pero podrían asistir en el futuro próximo.

Especialmente en los espectáculos en directo, los autores observan una gran polarización, ya que la población se divide esencialmente entre individuos de demanda alta y no asistentes absolutos, disminuyendo la probabilidad de no acudir nunca de forma muy acusada según la renta.

Los autores sugieren que, a corto plazo, y para reducir la importancia de las restricciones económicas, «la política cultural debería combinarse con una política fiscal que incluya, por ejemplo, reducciones de la imposición indirecta que soportan los bienes culturales o incrementos en las subvenciones a la producción de dichos bienes». Sin embargo, indican que si lo que se quiere es atacar el problema que supone la falta de interés, «la política cultural debería integrarse en la política educativa para mejorar el gusto por las artes».La

Fundación Bancaria «la Caixa» mantiene un firme compromiso con la cultura como herramienta de crecimiento de las personas y de la cohesión social. Según recoge el Plan Estratégico impulsado por la entidad para 2016-2019, a esta área se destinará el 20 % del presupuesto en 2019, con el objetivo fundamental de mantener los niveles de excelencia alcanzados.

La entidad cuenta con centros CaixaForum en Madrid, Barcelona, Lleida, Tarragona, Girona, Palma de Mallorca, Zaragoza y Sevilla. Asimismo, la Fundación Bancaria «la Caixa» ha establecido alianzas estratégicas con los mejores museos de todo el mundo, como el British Museum, el Museo del Prado, el Louvre, el Museo Thyssen-Bornemisza o el MACBA.

La cultura es uno de los ejes de estudio del Observatorio Social de ”la Caixa”, que analiza los nuevos fenómenos sociales en este campo (así como en la educación, la inclusión social y la ciencia) a través de un barómetro de indicadores clave en los países miembros de la Unión Europea y la OCDE, además de artículos, entrevistas y reseñas encabezadas por expertos.

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