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Guillermo Mora gana la cuarta edición del Premio La Palabra Pintada al mejor libro de artista de la Fundación Ankaria

La cuarta edición del premio La Palabra Pintada al mejor libro de artista, que concede la Fundación Ankaria, ha recaído en Guillermo Mora (Alcalá de Henares, 1980) por su obra La Maison, una pieza fruto de la combinación de dos libros entrelazados (La Maison Tellier, de Guy de Maupassant, y L’espagnol, de Bernard Clavel) y cubiertos por pintura que forman un solo objeto.

El jurado del premio ha otorgado además dos segundos galardones, que han recaído en Rosell Meseguer (Orihuela, 1976), por su obra Carbón dulce, y en Beatriz Díaz Ceballos (Oviedo, 1971), por el proyecto Custodia.

Del mismo modo, y por primera vez en la vida de este premio, se ha querido premiar el trabajo de un joven creador para fomentar la producción de libros de artista. La ganadora en esta categoría ha sido Beatriz Gregores (Vigo, 1995).

El premio La Palabra Pintada se ha convertido en sus cuatro años de vida en el más importante que se convoca en España dentro de esta especialidad y está abierto a la participación de artistas plásticos procedentes de todo el mundo. A la presente edición han concurrido un total de 345 proyectos pertenecientes a otros tantos artistas de diversas nacionalidades.

El jurado del Premio La Palabra Pintada está formado por el presidente de la Fundación Ankaria, Ricardo Marí Fluxá, y por los patronos de la institución, Saleta y Javier Rosón, Jaime Mairata y José María Luna.

La dotación económica del Premio La Palabra Pintada está destinada a la adquisición de obra de los artistas galardonados. Asimismo, el proyecto ganador pasará a formar parte de la exposición “La Palabra Pintada”, que continúa su itinerancia por España.

En ella, se pueden encontrar los trabajos de los artistas que se han alzado con el premio hasta el momento: Javier Pividal (2014), Shirin Salehi (2015) y Daniel Verbis (2016), junto a las piezas de figuras consagradas que constituyen el cuerpo central de la muestra.

Reflexión sobre el tiempo y el espacio

Guillermo Mora, que ha sido incluido recientemente en el libro 100 Painters of Tomorrow, de Thames & Hudson, plantea en La Maison una reflexión sobre el tiempo y el espacio. Según explica el propio autor, la pintura juega en la obra un papel fundamental. “Funciona no como imagen, sino como materia que cubre y encierra.

Las masas de color bañan parcial o totalmente las portadas, contraportadas y lomos de los libros, ocultando literalmente su contenido. La información se desvanece capa tras capa. La pintura sella unas páginas que jamás volverán a ser abiertas, pero a su vez generan una nueva historia”, declara.

Guillermo de Mora atesora una vasta obra que ha sido ya reconocida y premiada en numerosos certámenes, tanto nacionales como extranjeros. Entre las distinciones más recientes que ha cosechado figuran el premio del décimo certamen de pintura del Parlamento de La Rioja (2017), su participación en programa de movilidad para la internacionalización de la cultura española (2016), la beca de artes plásticas del Colegio de España en París (2015), el premio Audemars Piguet de ARCO (2014) o el premio Generación 2013, de Caja Madrid.

Lo invisible

Rosell Meseguer, premiada con uno de los segundos premios, desarrolla su actividad profesional desde 2005 entre Europa y América Latina a través de colaboraciones con instituciones museísticas, galerías de arte y workshops en diferentes universidades.

Finalista de los premios de fotografía de Enaire y Pilar Citoler, entre las distinciones más recientes, su trabajo se desarrolla en distintos medios – fotografía, instalación, archivo, publicaciones, dibujos, pintura y vídeo- siempre vinculado a la investigación de los procesos históricos y las consecuencias sociopolíticas y económicas.

Actualmente está desarrollando el proyecto Lo Invisibe, que forma parte de la programación futura del Museo de Arte Contemporáneo en San Juan de Puerto Rico.

La otra galardonada del segundo premio, Beatriz Díaz Ceballos, desarrolla una obra muy cercana a la poesía visual, para lo que se vale de diversas técnicas, como la fotografía, la pintura, el collage o la escultura. “La fuerza de la manifestación verbal, la belleza de la palabra, la búsqueda y el esfuerzo por contar sensaciones, han formado siempre parte de mis obras .

Las esculturas-libro nos adentran en aquello que ha sido vivido y contado. Se trata de la memoria de lo leído y lo vivido”, declara la artista, que ha participado en más de medio centenar de exposiciones, entre individuales y colectivas.

Espacios intimistas

La obra de Beatriz Gregores, galardona en la categoría de artista joven, constituye una introspección en mundo del arte y su reflejo voluntario o involuntario en la sensibilidad de las personas que la contemplan. Para ello se apoya en la metáfora y la poesía como medios para afrontar lo real y en la creación de espacios intimistas en los que se produce un choque de contraposiciones.