¿Se puede escribir una ópera genial con solo 15 años? ¿Puede hacerse en solo tres meses? ¿Se puede cambiar apenas unos días antes del estreno las exigencias vocales y el tono de la orquesta debido a la enfermedad del protagonista principal..? Se puede si te llamas Wolfgang Amadeus Mozart, empiezas a tocar el clavicordio a los cuatro años, a los seis el clavecín y el violín, escribes tu primera sinfonía a los ocho años y en la corta vida de 34 años llegas a crear 626 obras, la mayoría geniales.

El mismo mes en que cumplía 16 años, diciembre de 1772, se estrenaba en el Teatro Regio Ducal de Milán Lucio Silla que ya era la octava obra escénica del joven Amadeus. El estreno no estuvo exento de problemas ya que el tenor para el que estaba pensaba enfermó días antes del estreno y Mozart hubo de adaptar la obra a otro cantante mediocre que jamás había actuado en un teatro e incapaz de cantar las exigentes arias que el compositor había creado, para suplir sus carencias, también tuvo que dar a la orquesta un papel más protagonista.

La obra, que algunos han calificado como “ópera maldita” fue un éxito en su momento, pero apenas ha sido representada debido a las difíciles arias que originalmente estaban previstas para dos castrati que interpretaban personajes masculinos y también una cierta monotonía en la trama, bastante alejada de otras de la época.

El 13 de septiembre el Teatro Real se atreve a presentar por primera vez en Madrid Lucio Silla, 245 años después de su estreno, en 1772. Se ofrecerán 9 funciones entre los días 13 y 23 de septiembre, con dos repartos. Con ella inaugura la presente temporada en la que celebra los 20 años de su reinauguración, el 11 de octubre de 1997, y los 200 años de su fundación, el 23 de abril de 1818.

La producción, procedente del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, fue coproducida originalmente, con gran reconocimiento internacional, por el Theater an der Wien y el Festival Wiener Festwochen en 2005. La dirección escénica de la producción es de Claus Guth. El director de escena alemán despoja la obra de su contenido más anecdótico y se recrea explorando la relación psicológica entre los personajes y la interioridad de cada situación dramática, insuflando a la ópera un enorme dinamismo. Para ello recurre una vez más a un ingenioso y complejo decorado giratorio diseñado por el escenógrafo y figurinista Christian Schmidt ?autor también de las escenografías de Parsifal y Rodelinda? que permite agilizar la continua sucesión de las escenas que componen la obra.

Un personaje real

Siguiendo la estela de la opera seria dieciochesca entonces en boga, el libreto se inspira en las hazañas de un personaje de la Antigüedad Clásica, sin atender a ningún prurito de verosimilitud o rigor histórico. De hecho, los lazos de parentesco, amoríos y magnanimidad del Lucio Silla de Mozart distan mucho de lo que alumbra la historiografía sobre la vida del tirano sanguinario y gran estratega militar Lucio Cornelio Sila (138-78 a.C.). En la obra de Mozart hay numerosas licencias históricas que no se corresponden con la realidad, pero ello no le resta ni un ápice de interés.

La trama, dramatúrgicamente endeble y un tanto lineal, es, sin embargo, estructuralmente consistente por las complejas relaciones entre los seis personajes, pertenecientes a dos bandos rivales y enemigos, entre los que fluyen sentimientos y pasiones contradictorias, incontroladas y capaces de resquebrajar los códigos de honor que escudan tantas atrocidades y luchas de poder.

Musicalmente la ópera se amolda a los cánones rígidos de la ópera seria, en que se alternan arias y recitativos, con algunos maravillosos números de conjunto e interludios orquestales. Pero el genio de Mozart logra imprimir a cada escena una atmosfera única, con grandes contrastes, líneas de canto de conmovedor aliento dramático y una orquesta cada vez más autónoma en la expresión dramatúrgica de los personajes.

Como dos de los personajes masculinos destinados originalmente a ser cantados por castrati serán interpretados por una mezzosoprano y una soprano, se puede decir que en Lucio Sillo la gran dificultad vocal recae sobre las cuatro cantantes femeninas, sobre todo Giunia, cuyo dificilísimo papel será interpretado alternadamente por las sopranos francesas Patricia Petibon y Julie Fuchs. Estarán secundadas por las mezzosopranos Silvia Tro Santafé y Marina Comparato (Cecilio), las sopranos Inga Kalna y Hulkar Sabirova (Lucio Cinna) y María José Moreno y Anna Devin (Celia). Completan los repartos los tenores Kenneth Tarver y Roger Padullés (Aufidio).

Junto a ambos elencos actuarán la Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real, bajo la sensible dirección musical de Ivor Bolton, con amplísima experiencia en el repertorio mozartiano.

Enrique Sancho

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