Sant Jordi en Cataluña, la fiesta del libro y la rosa aspira a ser la candidatura catalana y española para ser incluida en la lista representativa del patrimonio inmaterial de la humanidad de la UNESCO.

CaixaForum Barcelona ha sido el escenario de un acto de apoyo a la candidatura, que ha contado con la participación de la vicepresidenta del Gobierno de España, Soraya Sáenz de Santamaría; el vicepresidente y conseller de Economia de la Generalitat de Catalunya, Oriol Junqueras; el director general de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, Jaume Giró; el presidente de la Cámara del Libro de Catalunya, Patrici Tixis, y el presidente del Gremio de Floristas de Cataluña, Joan Guillén. El acto, presentado por la periodista Pepa Fernández, también ha contado con la participación de los actores Mario Gas, Blanca Marsillach y Abel Folk, que han realizado lecturas sobre Sant Jordi.

La Cambra del Llibre de Catalunya –institución que abarca los gremios de editores, libreros, distribuidores y de artes gráficas de Cataluña– y el Gremi de Floristes, con el apoyo de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, promueven la candidatura con la voluntad de obtener el reconocimiento internacional para una fiesta integradora, que fortalece las relaciones sociales y desempeña un papel importante en el mantenimiento y el fomento del diálogo entre las diferentes culturas.

Se inicia este año 2017 un proceso que requiere la aprobación de la Generalitat, primero, y del Gobierno, posteriormente, y que debe culminar con la proclamación por parte de la UNESCO de la fiesta de Sant Jordi en Cataluña como un patrimonio inmaterial, como signo de reconocimiento de la tradición catalana que, desde el año 1931, cada 23 de abril llena las calles de rosas y libros.

Un vínculo histórico con la cultura, la sociedad y la tradición

El día de Sant Jordi en Cataluña constituye una tradición emblemática y única en el mundo, que cada 23 de abril moviliza a todo tipo de personas en un ambiente abierto e inclusivo. España fue el primer país en instaurar la «fiesta del libro». El origen de la iniciativa surgió de Cataluña, y se remonta al escritor y editor valenciano Vicente Clavel, quien sedujo a la Cámara del Libro catalana, presidida entonces por Gustavo Gili, para promover un día dedicado al libro. Fue en 1926, a petición de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, cuando el rey Alfonso XIII firmó un real decreto que instauraba el 7 de octubre como Día del Libro, fecha en que se sitúa el nacimiento de Miguel de Cervantes. Cuatro años más tarde, en 1931, a petición de los libreros, se trasladó la fecha al 23 de abril, para conmemorar la muerte del mismo autor, así como la de William Shakespeare.

En Cataluña, el Día del Libro adopta un carácter popular especialmente marcado a partir de 1931. La coincidencia con la celebración del Patrón de Cataluña y la Feria de Rosas, que organizaba la Generalitat desde la edad media, da un impulso espectacular al Día del Libro. Las calles se llenan de puestos, los libreros envían cartas a maestros y escuelas, editan carteles promocionales y proponen a la gente que salga a la calle y compre libros; se hacen descuentos y, poco a poco, todos los municipios de Cataluña hacen suyo el día de Sant Jordi, la gran fiesta de la rosa y el libro.

En 1995 la UNESCO convirtió este día en una celebración mundial a petición del Gobierno español y dando seguimiento a la proposición de la Unión Internacional de Editores. Desde entonces, el 23 de abril se reconoce en todo el mundo como el Día Internacional del Libro.

Sant Jordi, la rosa y el libro, una fiesta que emociona

La devoción por san Jorge se inició en la Corona de Aragón durante la baja edad media, bajo el influjo del ambiente generado en las cruzadas. En Cataluña, con el rey Pedro el Católico, en 1201 se inicia una larga tradición de los condes catalanes de protección de órdenes y cofradías bajo este patronazgo. La propuesta de convertir esta fecha en fiesta de precepto se formula en 1436 en las Cortes de la Generalitat, pero no se hizo efectiva hasta 1456. En la actualidad, no es un día festivo y, en cambio, es la gran fiesta de Cataluña.

La tradición de regalar rosas por Sant Jordi también tiene una explicación en los pozos de la memoria. Desde el siglo XV, en Cataluña, Sant Jordi es el día de los enamorados y se celebraba una feria de rosas —también conocida como feria de los enamorados— en el patio del Palacio de la Generalitat y en sus alrededores. Parece ser que a partir del siglo XVII ya se regalaban rosas a las señoras que asistían a los actos organizados por la Generalitat. La popularización definitiva de regalar una «rosa roja como la sangre» llegó con la Mancomunitat de Cataluña, en 1914, fecha en que se restableció la feria en el Palacio de la Generalitat y se promovió activamente este gesto. Hoy regalar rosas no es exclusivo de los enamorados, la rosa se ha convertido en un símbolo de afecto y de amistad y no hay nadie en toda Cataluña que no reciba una rosa cada día de Sant Jordi.

El 23 de abril, los 948 pueblos y ciudades de Cataluña celebran una gran fiesta que vive su clímax en Barcelona, en la rambla de Catalunya, la plaza de Catalunya y las Ramblas, donde miles de personas toman las calles de forma festiva y vibrante con un espíritu de cultura, modernidad e integración.

La UNESCO y el patrimonio mundial

En 1999 la UNESCO puso en marcha el Programa de Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, que fue sustituido el 20 de abril de 2001 por la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial. España ratificó esta convención en 2003.

En esta convención se catalogan y protegen tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional.

En Cataluña son hasta ahora patrimonio inmaterial de la humanidad la Patum de Berga, los castells (torres humanas), la dieta mediterránea y las fiestas del fuego del Pirineo. Se añaden, en el resto del Estado, el Misterio de Elche, el Tribunal de las Aguas de Valencia, el silbo gomero, el flamenco, la cetrería, la revitalización del saber tradicional de la cal artesanal en Morón de la Frontera, el canto de la Sibila, las fiestas de la Virgen de la Salud de Algemesí, las fiestas de los patios de Córdoba y las fallas de Valencia.

El eje de esta convención es proteger la diversidad cultural frente a la globalización, siempre que las tradiciones y expresiones a preservar emanen de las comunidades, sean mantenidas por estas, contribuyan a demostrar el genio creador del hombre y favorezcan el diálogo y el respeto entre culturas. La Convención de Patrimonio Inmaterial pone de relieve que las manifestaciones culturales sean transmitidas a las generaciones futuras.

Los auténticos protagonistas de la fiesta de Sant Jordi, aparte de los libros y las rosas, son los editores, los libreros y los floristas, que, año tras año, dedican ilusión y esfuerzo a maneter viva la tradición. Pero si hay dos elementos clave que contribuyen a hacer grande este día son los escritores y sus lectores. La gente, tanto autóctona como visitante, disfruta paseando de puesto en puesto ante tantos libros: clientes habituales, lectores ocasionales, compradores sin hábitos, amantes de la tradición de Sant Jordi y visitantes deslumbrados por el color de las rosas durante la jornada, por el ambiente festivo y por el espíritu de cultura.

Y, por otro lado, los escritores son también los grandes protagonistas de la fiesta. Desde 1927 uno de los incentivos era tener una dedicatoria de los autores favoritos. Una costumbre dentro de la tradición que se ha mantenido y ha ido adquiriendo mayor interés y popularidad. Hoy, el día de Sant Jordi, para muchos escritores locales y extranjeros, es una vivencia extraordinaria de contacto estrecho con sus lectores, con quienes comparten tiempo y anécdotas.

La fiesta de la sociedad civil, de los lectores y compradores de libros, de los amantes de la cultura

La candidatura de Sant Jordi en Cataluña, la fiesta del libro y la rosa comienza con los editores, los libreros y los floristas dispuestos a mostrar su fuerza en la defensa de la fiesta. Todos ellos hacen posible que el 23 de abril sea la gran fiesta de la cultura, del libro y de la rosa. La fiesta de Sant Jordi es más que un evento social, es una expresión de pertenencia a un territorio que ama los libros y cuya bandera es la cultura. Desempeña un papel importante porque ofrece a todos la posibilidad de expresarse en el seno de la comunidad. Las actividades que se preparan en los días previos y durante la celebración de Sant Jordi implican a todo tipo de colectivos, en las diferentes franjas de edad, y son transmitidas a las generaciones más jóvenes.

Sant Jordi infunde a todos los participantes, tanto jóvenes como adultos, un sentimiento de identidad cultural y continuidad histórica. También fortalece las relaciones sociales y tiene un papel importante en el mantenimiento y el fomento del diálogo entre las diferentes culturas. Sant Jordi propicia formas de diálogo que respetan la diversidad cultural. Ese día, Barcelona y todas las ciudades y pueblos de Cataluña congregan a sus habitantes y también a los visitantes, que comparten la tradición y respetan el derecho de todas las personas a la libertad y la convivencia en paz.

La Fundación Bancaria «la Caixa», plenamente comprometida con la divulgación de la cultura y la promoción del conocimiento como caminos para el progreso social, ha querido formar parte de esta iniciativa desde un primer momento, para que el día de Sant Jordi sea reconocido internacionalmente como la jornada lúdica e integradora que es y destacar su papel esencial en la divulgación de la literatura y la cultura en nuestro país.

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