003324El  Museo de Bellas Artes de Bilbao se suma a la V edición del Festival Internacional de Grabado y Arte sobre Papel FIG Bilbao acogiendo en sus salas una selección de grabados de la colección de la Fundación Vivanco con el universo enológico como hilo conductor.

La cultura del vino. Maestros del grabado de la Colección Vivanco reúne 76 obras, que abarcan desde el siglo XV hasta la actualidad, de creadores de la talla de Andrea Mantegna, Alberto Durero, Hendrick Goltzius, Giulio Bonasone, José de Ribera, Lucas van Leyden, Pablo Picasso, Joan Miró, Marc Chagall, Roy Lichtenstein, Antoni Tàpies, Andy Warhol, Paula Rego, Antonio Saura, Eduardo Chillida, Manolo Valdés, Eduardo Arroyo o Miquel Barceló, entre otros. Maestros clásicos y contemporáneos cuyas obras forman parte de los fondos que no se exponen habitualmente en el Museo Vivanco de la Cultura del Vino.

La muestra propone un extenso recorrido por la evolución del grabado a través de la visión de la cultura del vino de cada uno de los autores seleccionados. Es, pues, un reflejo de su relevancia a lo largo de la historia de la humanidad y un motivo iconográfico recurrente en las manifestaciones artísticas de todas las épocas.

El Festival Internacional de Grabado y Arte sobre Papel colabora desde 2012 con el museo programando una exposición en sus salas. En los cuatro años precedentes el público ha tenido la oportunidad de disfrutar de Giovanni Battista Piranesi. La memoria visionaria (2012), Cerdeña indescifrable. El signo grabado (2013), Mimmo Paladino. Grabados (2014) y La sombra del buril es alargada. Lucas van Leyden en la Colección Mariano Moret (2015). La cultura del vino. Maestros del grabado de la Colección Vivanco forma parte de la V edición de FIG Bilbao, cuya feria de arte celebra del 17 al 20 de noviembre en el Palacio Euskalduna.

La muestra presenta dos bloques bien diferenciados. Por un lado, el grabado clásico, que a su vez se divide en tres apartados: mitología, costumbrismo y cristianismo; y por otro, el grabado contemporáneo, un bloque más heterogéneo determinado por la personalidad de cada autor.

Mitología

003662La presencia del vino en la mitología clásica tiene uno de los capítulos más destacados en la figura de Baco, el dios romano de los excesos, la locura, el teatro y el vino, cuyo homónimo griego fue Dioniso. Su azarosa vida perfila un personaje de gran ambigüedad capaz de desatar pasiones y, al mismo tiempo, mostrar ingenuidad. Esta doble naturaleza acerca sus emociones a las humanas, razón por la que su representación interesó a destacados artistas a lo largo de todas las épocas. Condicionado desde su nacimiento por la ira de la diosa Hera, fue un dios sin morada que viajó por Egipto, Siria o India, de donde regresó triunfante, lo que dio lugar a la rica iconografía conocida como “el triunfo de Baco”, que inspira varios grabados de la colección. Aparecen aquí elementos característicos de su cortejo: faunos, ménades, panteras, su compañero Sileno, representado casi siempre ebrio, tirsos, mirtos, pámpanos y la presencia repetida de la música y la danza.

De este modo, diversos grabadores –como Andrea Mantegna (Isola di Carturo, Italia, 1430/1431)- Mantua, Italia, 1506), Giulio di Antonio Bonasone (¿Bolonia?, Italia, 1510-1576), Johannes Sadeler (Bruselas, 1550-Venecia, Italia, 1600), Annibale Carracci (Bolonia, 1560-Roma, 1609), Jan Saenredam (Zaandam, Países Bajos, 1565-Assendelft, Países Bajos, 1607), Jacob Matham (Haarlem, Países Bajos, 1571-1631), Theodor Galle (Amberes, Bélgica, 1571-1633), José de Ribera (Xátiva, Valencia, 1591- Nápoles, Italia, 1652), Johannes Popels (Tournai, Bélgica c. 1600-Amberes, Bélgica, 1663), Pierre Lombart (París, 1612/1613-1681), Gerard de Lairesse (Lieja, Bélgica, 1641-Ámsterdam, 1711), Bernard Picart (París, 1673-Ámsterdam, 1733), Francesco Bartolozzi (Florencia, Italia, 1727-Lisboa, 1815), Nicolas de Launay (París, 1739-1792), Francesco Piranesi (Roma, c. 1785 París, 1810), Johann Adam Klein (Núremberg, Alemania, 1794-Múnich, Alemania, 1875)– abordaron episodios representativos de la vida del dios del vino.

Así aparece en la serie de doce estampas de Matham, que destaca por la destreza técnica del artista pese al reducido tamaño de la composición, o la espléndida estampa de Ribera, basada en un cuadro de 1626 del mismo autor, en la que Sileno se abandona al exceso en un ambiente humanizado por los detalles narrativos. El mismo aire mundano se respira en el buril de Carracci, que reproduce el diseño que hizo para el fondo de una copa de plata para el cardenal Eduardo Farnesio. Entre las obras relacionadas con la Antigüedad destaca la escena de Mantegna, inspirada en sarcófagos báquicos y en la célebre escultura conocida como Apolo Belvedere. La misma fuente clásica se aprecia también en los tres grabados de Jan Saenredam sobre dibujos de Hendrick Goltzius; una alegoría culta sobre los placeres de la mesa y el amor que resurgiría con fuerza durante el Renacimiento y el Barroco como metáfora de la fertilidad y la prosperidad.

Costumbrismo

003698Dentro de este grupo aparecen escenas de taberna, banquetes o personajes bebiendo, así como imágenes sobre trabajos vinculados al cultivo de la vid y la elaboración del vino, o aludiendo a oficios auxiliares, como por ejemplo el taller de tonelería representado en la obra de Johannes van Vliet (Países Bajos, c. 1610-?). Destaca también la estampa de William Hogarth (Londres, 1697-1764), obra ejemplarizante en clave satírica, muy representativa de su autor.

Cristianismo

El vino fue uno de los productos más apreciados en la cuenca mediterránea durante la Antigüedad, identificado como elemento civilizador y, sobre todo, vinculado con la dimensión espiritual a través de los distintos mitos y ritos de numerosas sociedades. El valor simbólico de la vid y el vino, y su efecto embriagador, propiciaron un encuentro del hombre con lo sagrado de carácter universal. Su color, fácilmente identificable con el de la sangre, constituyó un símbolo común a diferentes creencias que relacionaban el mundo mortal y el divino, desde las primitivas libaciones hasta la transustanciación cristiana que representa su transformación en la sangre de Cristo.

De este modo los artistas recogen diversos pasajes bíblicos con las uvas o el vino como elemento simbólico principal de la narración, como sucede en las estampas de Lot y sus hijas, magníficamente representado en los grabados de Lucas van Leyden, Jan Saenredam y Johann Gotthard von Müller; La Cena de Emaús de Alberto Durero o Las viñas de Noé de Francesco Bartolozzi.

Obra contemporánea

003579La sección contemporánea de la Colección Vivanco interpreta el mundo del vino a través de la multiplicidad de estilos de los ismos del siglo XX y sus derivaciones. Comienza la selección con obras realizadas en la década de los años veinte, en donde destacan la peculiar narratividad de Marc Chagall (Vitebsk, Bielorusia, 1887-Saint Paul de Vence, Francia, 1985) y un bodegón cubista de Juan Gris (Madrid, 1887-Boulogne-sur-Seine, Francia, 1927). El genio de Picasso (Málaga, 1881-Mougins, Francia, 1973) se ocupó con interés de la mitología en sus grabados de los años treinta como la Minotauromaquia o las series Las metamorfosis de Ovidio y la Suite Vollard. En los grabados de la colección Vivanco, de las décadas de los cincuenta y sesenta, el universo báquico es también tema recurrente como expresión de las pasiones humanas. Representado por un aguafuerte de los años sesenta y otro de los setenta, Joan Miró (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, 1983) desarrolla su obra a través de un grafismo que habla del influjo, por estos años, del arte japonés.

La vanguardia española de mediados de siglo, encarnada en los colectivos del grupo El Paso y Dau al Set, está presente en obras singulares de Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) y Antonio Saura (Huesca, 1930- Cuenca, 1998). Mientras, del escultor vasco Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924 – 2002) se expone un grabado característico de su estilo de formas compactas y “geometría imprecisa”, cuyo título Zapatu (“prensar” en castellano) lo relaciona sutilmente con el tema dominante de la colección.

g-134El pop art americano de finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta tuvo a dos de sus mejores exponentes en Roy Lichtenstein (Nueva York, 1923-1997) y Andy Warhol (Pittsburgh, Pensilvania, EE.UU., 1928-Nueva York, 1987), mientras que su influencia y la reinterpretación de sus principios se puede percibir en la obra de artistas españoles como Eduardo Arroyo (Madrid, 1937), con su figuración crítica llena de fina ironía, y Manolo Valdés (Valencia, 1942), que ofrece su visión personal del bodegón cubista.

Por último, hay que mencionar realizaciones tan personales como las maneras negras de Yozo Hamaguchi (Hirokawa, Japón, 1909-Tokio, 2000) o las litografías de Paula Rego (Lisboa, 1935) y Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957).

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