Sistematizar, recopilar y profundizar en la información existente sobre la orfebrería prerromana del Valle del Duero. Éste ha sido el principal objetivo de la tesis doctoral de José Fabián Cuesta Gómez, fruto de una de las becas de investigación de la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico.

La investigación, dirigida desde la Universidad de Salamanca por el catedrático Ángel Esparza Arroyo, se ha centrado en el estudio pormenorizado de 260 piezas, halladas en 35 enclaves arqueológicos de Castilla y León (dos de la provincia de Ávila, cinco de Burgos, seis de León, ocho de Palencia, uno de Salamanca, uno de Segovia, siete de Soria, dos de Valladolid, dos de Zamora, además de algunas piezas de procedencia desconocida).

José Fabián Cuesta ha rastreado las piezas dispersas en todos los museos de la región, en el Museo Nacional de Arqueología de Madrid, en el de Lisboa y en otras instituciones como el Instituto Gómez Moreno de Granada o el madrileño Instituto Valencia de Don Juan.

Sirviéndose de nuevos enfoques y modelos metodológicos y, sobre todo, aplicando una disciplina científica como la arqueometría ha logrado desentrañar la tecnología metalúrgica que emplearon las sociedades que habitaron el centro de la Meseta Norte entre los siglos III-I antes de Cristo para crear una joyería propia y característica, rica en técnicas y estilos.

Base de datos de la orfebrería prerromana de la Meseta Norte

El investigador ha realizado dos niveles de aproximación para la mitad de las 260 piezas analizadas: macro y microscópico. En el primer plano, la fotografía digital, el dibujo a mano y el estudio bajo lupa binocular de cada objeto; en el segundo, su análisis microscópico, para descifrar la composición y obtener micrografías.

¿El resultado? 1.400 análisis con microscopio electrónico de barrido, cerca de 300 espectros mediante fluorescencia de rayos X, 500 micrografías, 4.000 fotografías, así como varias decenas de dibujos y croquis. Documentación que José Fabián ha ordenado en una base de datos, a la que ha incorporado referencias bibliográficas, historiográficas y las anotaciones técnicas realizadas durante el proceso de estudio.

Joyería propia y característica

Su trabajo destaca la dimensión “sin precedentes” que entre los siglos III y I a.C. alcanza la orfebrería en la Meseta Norte, tanto por el volumen de joyas como por la combinación de técnicas y estilos.

Aunque los modelos y el predominio del uso de la plata derivan del mundo Ibérico (Levante y Alto Guadalquivir), los esquemas se reelaboran y se adaptan, creando una “joyería propia y totalmente característica”. De hecho, muchos de los modelos y soluciones decorativas son, por características o dimensiones, exclusivos del este ámbito peninsular. También se aprecian influencias de la orfebrería galaica, sobre todo en las piezas de oro de menor tamaño, pero con adaptaciones propias. Algunos modelos de pulseras, arrancadas o broches con adornos zoomorfos son estrictamente originales.

Los análisis han servido para descifrar las técnicas de fabricación de las piezas, creadas a partir de láminas de oro o plata, en las que se observa tanto el trabajo a mano del artesano como el empleo de moldes o matrices. El investigador ha reconocido las técnicas de batido, martilleado, estampado con troquel, embutido, repujado, cincelado, así como otras de fusión, el vaciado a la cera perdida o técnicas de unión, como la soldadura, tampoco faltan la aplicación de filigrana y el granulado para las decoraciones.

Artesanos especializados

Cuesta Gómez ha podido comprobar también como algunas de las piezas en apariencia de oro, son, en realidad, doradas “bien mediante amalgama de mercurio o chapadas”. De hecho, es una orfebrería en la que predomina la plata, efectuada por artesanos especializados y asentados en talleres vinculados a asentamientos de mayor rango.

Morfo-tipológicamente, tras analizar la composición de los conjuntos, predominan los collares o torques (un 25%); seguidos de los adornos de oreja, arracadas y pendientes, acabados en racimos o voluminosos remates (23%). Los brazaletes, en forma de espiral sobre cintas, y pulseras, así como las fíbulas o broches, tan solo están presentes en los grandes conjuntos.

El autor se detiene también en las marcas de significado desconocido y no decorativas documentadas en algunas piezas. Tras revisar distintas opciones, concluye “que lo más probable es que se trate de marcas de propiedad de los dueños de las joyas”.

Escasa documentación

José Fabián deja patente las dificultades para definir con exactitud los contextos originales de los que proceden las piezas y para identificar la ubicación y características de los talleres en los que fueron creadas por la falta de documentación arqueológica.

“Por su sistemática, amplitud y su enfoque integral, se trata del estudio más profundo y completo de los que se han llevado a cabo hasta momento en el conjunto de los territorios peninsulares en los que se desarrollan manifestaciones de orfebrería prerromana”, asegura Zoa Escudero, técnico de la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, responsable de la coordinación de la beca.

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