Atarazanas de SevillaLa Asociación Hispania Nostra acaba de incluir en su Lista Roja del Patrimonio en peligro a las Reales Atarazanas de Sevilla por el grave impacto del proyecto de intervención en vigor, autorizado por la Comisión Provincial de Patrimonio de Sevilla y con licencia de obras concedida por el Ayuntamiento.

Las Reales Atarazanas, monumento emblemático de Sevilla y del Patrimonio histórico español, declarado Bien de Interés Cultural, son las mayores y más antiguas que se conservan en España y una de las más importantes del mundo. Fueron edificadas en 1252 por orden de Alfonso X el Sabio para la construcción de galeras con el fin de combatir a los musulmanes norteafricanos. Se ubicaron en el Arenal, un gran espacio abierto con suelo de arena en el que apenas había un metro sobre el nivel del agua para facilitar el traslado de las grandes embarcaciones.

En origen se levantaron 17 grandes naves, de las que quedan actualmente 7. En tiempos de Felipe II las Atarazanas perdieron su función y quedaron como almacén de las armas, municiones y pertrechos de los navíos de la Carrera de Indias, así como almacenamiento de las mercancías provenientes de América. La utilización como almacén portuario hizo que se decidiera subir el nivel del suelo. La cota original quedó enterrada bajo cinco metros y medio de tierra y escombros, que sepultaron las columnas y mermaron considerablemente la altura de los arcos gótico-mudéjares. Las naves quedaron desde entonces completamente desfiguradas.

El proyecto para el nuevo uso como centro cultural, ya a punto de ejecutarse, ha dado lugar a una fuerte oposición ciudadana pues atenta gravemente contra la integridad del extraordinario monumento, no contempla lo más esencial que es extraer los escombros y devolver las naves a su altura original y, peor aún, imposibilitará hacerlo en el futuro. Objetivamente, el aspecto más lesivo del proyecto recae sobre la totalidad de la nave 2 y la mayor parte de la nave 1, las más cercanas a la calle Dos de Mayo. Así, sobre la nave 2, se pretende reedificar el cuerpo existente, recreciendo los muros y sustituyendo la cubierta para albergar una cafetería de 456,11 m2 y una terraza de 528,76 m2 sobre algo más de la mitad de la nave 1, en un espacio hasta ahora no transitable por ser el trasdós de las bóvedas históricas.

Para sustentar la obra, se colocará un bosque de 354 pilotes de hormigón armado de 15 cm. de diámetro y entre 20 y 22 m. de longitud, que se clavarán de forma irreversible en la parte más dura y resistente del subsuelo. Atravesarán la zona de relleno y harán imposible una futura retirada de escombros para recuperar la cota original de las naves.

Con esta intervención irreversible, se impedirá definitivamente el conocimiento del edificio, actividad metodológicamente irrenunciable en todo proyecto de restauración y se perderá también el potencial arqueológico del subsuelo que debe aprovecharse desde un punto de vista científico y cultural. El proyecto se opone por ello a criterios unánimemente admitidos por la doctrina en materia de restauración monumental y a los artículos 20.1, 20.3 y 22 de la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía.

La recuperación de la cota original es imprescindible para que las Atarazanas retornen a su grandiosidad y significado histórico. Imposibilitar definitivamente una futura recuperación de su dimensión real significaría un injustificable y grave atentado al monumento. Volver a la cota original no sólo es importante para recuperar la belleza y grandeza del espacio, sino también para poder entender la actividad industrial que allí se desarrollaba en la Edad Media y la instalación de las Atarazanas en El Arenal, lugar en el que apenas había un metro sobre el nivel del agua, entendimiento ahora incomprensible. En su estado actual, los arcos gótico-mudéjares se clavan en el suelo sin asomo de los pilares que los soportan, produciendo una imagen achaparrada, totalmente distinta de las verdaderas proporciones de estos astilleros medievales.

Atarazanas de Sevilla (Mediados S. XIII) con 5 metros y medio de escombros que esconden las columnas.
Foto Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico

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