Teresa de JesusLa exposición Teresa de Jesús. La prueba de mi verdad que acoge la Biblioteca Nacional de España (BNE) incorporará el 27 de abril la segunda redacción del Manuscrito autógrafo de Teresa de Jesús Camino de perfección procedente del Monasterio de Carmelitas Descalzas de Valladolid.

La exposición, organizada por la Biblioteca Nacional de España (BNE) y Acción Cultural Española (AC/E) con motivo del V Centenario del Nacimiento de la Santa Teresa de Jesús, inaugurada el pasado 11 de marzo, presenta a través de 110 piezas entre libros, pinturas, grabados y esculturas, la inmensa riqueza de su vida, su labor como fundadora y, sobre todo, la originalidad y belleza de su obra literaria. Los comisarios de la muestra, que podrá verse hasta el 31 de mayo de 2015, son Rosa Navarro Durán, filóloga y Catedrática de Literatura Española de la Universidad de Barcelona, y Juan Dobado Fernández, carmelita descalzo, licenciado en Teología, doctor en Historia del Arte y director del Museo de San Juan de la Cruz de Úbeda y de la revista Miriam.

La exposición Teresa de Jesús. La prueba de mi verdad, muestra al visitante varios libros manuscritos y cartas escritas de puño y letra de Teresa de Jesús. Entre ellos, el Libro de la vida, Las Fundaciones, el Modo de visitar conventos o las dos redacciones que escribió del Camino de Perfección. Debido al delicado estado de conservación que presentan estas obras, estarán expuestas al público únicamente durante un mes; a lo largo de todo el período expositivo se alternaran los distintos títulos con el fin de que en todo momento el visitante pueda admirar alguno de los autógrafos de Teresa de Jesús. Cuatro de estos libros autógrafos se guardan en la Real Biblioteca del Monasterio San Lorenzo de El Escorial, gracias al empeño de Felipe II en recopilar las obras de Teresa de Jesús. El último en incorporarse a la exposición el próximo 27 de abril es la segunda redacción del Camino de perfección, que se encuentra en el convento de las Carmelitas Descalzas de Valladolid.

Camino de perfección

A finales de 1562, y después de la fundación del convento de San José de Ávila, Teresa de Jesús empieza a escribir un librito para las monjas. Es el códice que se guarda en la Biblioteca de El Escorial (153 hojas cuartilla), el más antiguo de los libros manuscritos de la Santa. En 1569 escribe una segunda redacción más completa (210 hojas cuartilla) conservada hoy en las Carmelitas Descalzas de Valladolid y será el ejemplar que servirá para la primera edición que se imprime de este libro en Évora, en 1583. El Camino de perfección es una obra sumamente didáctica, en donde Teresa de Jesús expone primero cómo debe regirse la vida en el monasterio: los peligros que hay en esa vida colectiva y cómo deben evitarse; y luego se centra en el medio para andar por ese camino hacia la perfección que es la oración. Describirá el desasimiento necesario y el entrarse dentro de sí para lograr la oración mental, que es la forma de hablar con Dios, para no caer en la repetición mecánica de palabras cuyo sentido se desconoce o se olvida. Glosará el Padrenuestro –por eso Teresa la llama también “el Paternóster”– para que las monjas sepan qué significado tiene cada una de sus palabras.

Su escritura es su otro yo que puede perdurar: “Mirad, hermanas, que va mucho en esto muerta yo, que para eso lo dejo escrito; que, con el favor de Dios, mientras viviere yo, os lo acordaré”. El resumen de su Camino de perfección está en estas palabras que dice a las monjas: “Las que de esta manera se pudieran encerrar en este cielo pequeño de nuestra alma –adonde está el que hizo el cielo y la tierra– y acostumbrar a no mirar ni estar adonde oya cosa que le destraya, crea que lleva excelente camino y que no dejará de llegar a beber el agua de la fuente, porque camina mucho en poco tiempo”. Teresa muestra a sus hermanas el camino para perfeccionar su vida y lo hace con belleza y claridad. No es de extrañar, por tanto, el alegato que hace Teresa de Jesús en defensa de la mujer en veinte líneas borradas de la versión primera del Camino de perfección, la del códice del Escorial, que logran en parte transcribir los editores Efrén de la Madre de Dios y Otger Steggink. Tras decir: “Ni aborrecistes, Señor de mi alma, cuando andábades por el mundo, las mujeres, antes las favorecistes siempre con mucha piadad y hallastes en ellas tanto amor…”, añade: “y más fe que en los hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre, en cuyos méritos merecemos –y por tener su hábito– lo que desmerecíamos por nuestras culpas… el mundo honrábales… que no hagamos cosa que valga nada por vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíades de oír petición tan justa. No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez y no como los jueces del mundo; que como son hijos de Adán, y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa”.

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