Tomás Llorens, Museo Thyssen, LOGOPRESS
Tomás Llorens, Museo Thyssen, LOGOPRESS

No puedo precisar cuándo nos vimos por primera vez. El mundo del arte valenciano es pequeño y a veces parece que nos conocemos todos desde siempre. Debió ser a través de Vicente Aguilera, o de Valdés, o quizá de Juanjo Estellés. En todo caso fue bastante antes  de que Amparo y Miguel abrieran la galería. Eran promotores y constructores  y habían decidido empezar una colección de arte. Lo hicieron con su brio característico  y pronto se convirtieron en una especie de leyenda. La galería, que se abrió al público en 1972, nació como una consecuencia natural de ese mismo espíritu. A su alrededor comenzaron a congregarse artistas, coleccionistas y críticos, encabezados por Vicente Aguilera. Era como si el mundo del arte valenciano, hasta entonces bastante reducido, se multiplicara por dos o por tres.

En esos primeros años no pude seguir directamente su actividad  porque me tuve que ir a trabajar a Inglaterra. Pero les visitaba cuando volvía en vacaciones y les seguía indirectamente, a través de amigos comunes. Alguna vez pidieron mi colaboración. En 1977 (la Transición estaba apenas empezando) escribí un texto para el catálogo de su exposición de The American Way of Life. Era la primera vez desde 1939 que se exponían en España obras de Renau.

Y es que a lo largo de sus 40 años de vida la Galería Punto ha dado a conocer en Valencia a algunos de los mejores protagonistas del arte español e internacional del siglo XX. Al mismo tiempo, gracias a su presencia continuada en las principales ferias de arte nacionales e internacionales, ha dado a conocer fuera de Valencia  a muchísimos jóvenes artistas valencianos. Vista desde la perspectiva de un historiador del arte, la lista de exposiciones realizadas, de catálogos publicados, de obras de arte diseminadas en Valencia y en todo el mundo por Amparo y Miguel dan testimonio de una tarea gigantesca . Recordando hoy, que ya no está entre nosotros, a Miguel no puedo dejar de señalar la manera peculiar con que la asumió.  Era un hombre de una modestia y una afabilidad muy poco frecuentes. El mundo del comercio del arte es duro y, ¿cómo decirlo?, no muy caballeroso. Sin embargo nunca le oí quejarse, nunca le vi enfadado. Tampoco le vi nunca desanimado. Pasaba por encima de las dificultades y de los conflictos como sin prestarles atención. Pero lo más sorprendente es que la energía que ponía al servicio de la tarea que se había marcado estaba siempre revestida de una especie de aire deportivo. Como si todo fuera un juego. Miguel trabajó durante 40 años en el comercio del arte sin perder en ningún momento la curiosidad y el asombro de su primer día de coleccionista. Es evidente que sin su entusiasmo contagioso la Galería Punto no habría podido hacer lo que ha hecho. Y el mundo del arte valenciano sería hoy diferente; seguramente más pequeño, más mediocre.

Tomàs Llorens

Datos de interés:

La Fundación Chirivella Soriano homenajea a Miguel Agraït con la exposición Sueño y Realidad…
La exposición se inaugura el 25 de octubre y el catálogo cuenta con la colaboraciones, entre otros, de Juan Manuel Bonet, Román de la Calle y Tomás Llorens

Artículo anteriorFrente a la Maldición de Babel. Terapia, arte y migraciones, de Laura Rico
Artículo siguienteJuan Manuel Bonet: Palabras para Miguel Agraït

Los comentarios están cerrados.