Se trata de los trabajos preparatorios de uno de los decorados murales más suntuosos de Sert: los once imponentes óleos pintados en sepia sobre fondo de oro que, en 1932, diseñó para la iglesia del convento donostiarra de San Telmo, con motivo de la conversión de éste en Museo de Bellas Artes.

Muy expresivos de su talento como dibujante, en sus escenas vuelca su imaginación narrativa y un sentido colosal y barroco del espacio ilusionista y de la composición, mediante grandes tramoyas teatrales, fuertes contrastes lumínicos y los maniquíes y esculturas de belén convertidas en figurantes anónimos.

Estas Elegias del pueblo vasco traducen el ambiente europeo de los años 30, de apasionamientos nacionalistas (y de presagios de dramas bélicos), forjados sobre una idea metafísica del ‘pueblo’ como sustrato de la raza y sobre una fe inconmovible en lo popular como depósito de verdades eternas.

Los temas elegidos para estas imponentes telas representan escenas de la vida y de la historia gipuzcoanas, presentadas en un tono heroico y ahistórico: sus ancestrales oficios, como la navegación y la pesca, la participación de los armadores guipuzcoanos en las gestas castellanas —como la construcción de los navíos de la Armada Invencible—, las afirmaciones de soberanía, como la jura de los fueros por los reyes de Castilla o, finalmente, el oficio vulcánico y candente de la fragua, en la que los ferrones resumen la energía popular en su máxima calidad de nobleza y fuerza sobrehumana.

Estos dibujos nos brindan la posibilidad de reconstruir de manera completa el «método de trabajo» empleado por el artista. Son la pauta de un arte basado en el continuo trasformimo. Una excelente herramienta experimental que se apoya en complejas escenografías con esculturas, maniquíes o modelos vivos que son fotografiados, dibujados y trasladados al lienzo.

EL PROGRAMA ICONOGRÁFICO

Pueblo de navegantes

Este lienzo es uno de los más impresionantes del conjunto pos su tamaño y composición. Representa la gran epopeya de Juan Sebastián Elcano, marino gipuzcoano que navegó por vez primera alrededor del mundo.
Sert, que siempre amó lo épico y grandioso, quiso reflejar en esta espléndida pintura uno de los muchos momentos dramáticos que vivieron los expedicionarios en las enfurecidas aguas, escenario idóneo para las poderosas y exprevias figuras de nuestro artista.

Pueblo de Armadores

Esta pintura está dedicada a una de las actividades más destacadas de la Gipuzkoa pre-industrial, la construcción naval en los astilleros de la costa.
La imagen que nos ofrece el pintor, y que alude a la construcción de la invencible, es la de una armada poderosa cuya grandiosidad se acentúa ante la abundancia y pequeñez de los operarios que se afanan sobre las cubiertas.

Pueblo de ferrones

El linezo tiene como tema una de las actividades económicas de más tradición en el País Vaso y especialmente en Gipuzkoa: las ferrerías. Una actividad ancestral donde aparacen representada la imagen del hombre vasco como titán dominador del hierro y el fuego.

Pueblo de pescadores

El tema representado en esta ocasión es el de la pesca de la ballena, actividad tradicional de los pueblos del litoral cantábrico. Una actividad, la pesca, que a lo largo de la historia ha constituido una de los principales recursos de los pueblos costeros gipuzcuanos, aunque la estrechez de la plataforma litoral haya obligado a los pescadores vascos a emprender largas expediciones por mares lejanos.

Pueblo de fueros

Sert, que como catalán comprendía y compartía el sentimiento autonomista, plasmó en este lienzo uno de los temas que más enorgullecen a los vascos: la jura de los Fueros, símbolo de sus libertades, por los reyes de Castilla.