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El arte aislado de James Castle en el Reina Sofía

La singular e ingente obra del artista norteamericano James Castle (1899-1977) es la protagonista de la exposición Mostrar y almacenar en el Museo Reina Sofía. La muestra trata de ser una panorámica de la obra de Castle, cuya trayectoria se prolongó durante casi setenta años y dio lugar a 200.000 piezas.

Como destacó la comisaria de la exposición, Lynne Cooke, “este proyecto es un sueño para cualquier curador”. Sin embargo, reconoció el enorme desafío que ha supuesto abordar la obra en conjunto de Castle, un autor que jamás concedió entrevistas, ni habló sobre sus creaciones, y que no tituló, ni fechó sus piezas.

James Castle nació y vivió en un pueblo de Idaho. Analfabeto y sordomudo, trabajó casi totalmente al margen del mundo del arte. “Y sin embargo, plantea cuestiones conceptuales similares a las de otros artistas de la misma época”, opinó Cooke. Fue un artista rural autodidacta, que formuló un imaginario propio inspirado en la cultura que lo rodeaba, y que creó una estética muy identificable que plasmó sobre papel y cartón reciclados.

Múltiples técnicas y materiales
Aunque poco se sabe sobre cómo aplicaba las diferentes técnicas artísticas, sabemos que utilizaba muchas y muy variadas. Así como que jugaba continuamente con los materiales. Tampoco se conoce si trabajaba de manera simultánea o secuencialmente. Sí sabemos que uno de los aspectos que más le preocupó era la manera en que almacenaba y mostraba su obra. A Castle le gustaba enseñar sus piezas a la familia y vecinos, aunque se tratara de exposiciones improvisadas en su casa familiar. “Como si fuera una exposición de salón”, explicó Cooke.

En la muestra podemos ver dibujos hechos con una mezcla de saliva y hollín extraído de una estufa. En ellos están representados paisajes, la finca y la casa familiares, también ropa o figuras. Para estos dibujos, Castle utilizaba materiales reciclados como envases, folletos comerciales, panfletos, sobres o cartones.

También se exhiben libros, de diferentes tamaños, hechos a mano. A pesar de no saber leer, Castle entendía bien las funciones de los libros y sus herramientas tipográficas y de diseño. En sus construcciones, de cartón o de gouaches, podemos ver abrigos, vestidos, sombreros, aves salvajes y domésticas, jarras, cuencos y figuras.

Peculiar concepto de conservación de su obra
En total, se exponen unas quinientas piezas que tratan de poner en relieve las principales preocupaciones y características de James Castle. La singular perseverancia para atesorar, manipular e instalar sus obras que manifestó el autor es el principal eje de la muestra, y da nombre a la exposición. El propio artista se encargó de salvaguardar la mayor parte de su producción, desarrollando un peculiar concepto de la conservación de sus piezas, que envolvía cuidadosamente en fardos y guardaba en lugares fuera del alcance.

La obra de James Castle se empieza a dar a conocer en la década de los 60. Pero no será hasta los 90 cuando empiece a moverse por los principales circuitos artísticos. De él se ha dicho que es un artista transgresor o visionario, también popular, primitivo, e incluso, marginal. “No considero que sea un artista marginal”, opinó la comisaria, que añadió que Castle “utilizaba diferentes técnicas según sus necesidades”. En el mismo sentido, Manuel Borja-Villel calificó de “muy sofisticado” al artista. Esta exposición no cierra el debate en torno al marco crítico de James Castle, sino todo lo contrario. “La obra de Castle presenta tantos retos que lo dejamos abierto a críticos e historiadores”, afirmó Lynne Cooke.

Irene G. Vara

James Castle. Mostrar y almacenar
Museo Reina Sofía
Del 17 de mayo al 5 de septiembre
Edificio Sabatini
Comisaria: Lynne Cooke
De lunes a sábado, de 10.00 a 21.00 horas
Domingo, de 10.00 a 14.30 horas
Martes, cerrado