“Heroínas”, la nueva exposición conjunta del Museo Thyssen y la Fundación Caja Madrid, es una revisión en toda regla del concepto de retrato femenino en el arte. A través de más de ciento veinte obras agrupadas en salas temáticas con títulos tan específicos como Cazadoras y atletas, Soledad, Magas, Brujas, Lectoras, Vírgenes acorazadas o Ante el espejo, ha logrado una sugerente, subjetiva y en ocasiones subversiva redefinición del rol que la sociedad ha destinado tradicionalmente a más de la mitad de la población mundial. El peso de la muestra recae en los siglos XIX y XX, convencionalmente denominados “ciclo de la modernidad”, que sirve a Guillermo Solana, su comisario de la muestra, para elaborar toda una teoría sobre la separación de la mujer del modelo sumiso y pasivo de la maternidad y el objeto erótico hacia la mujer fuerte, activa, vencedora, triunfante. Es tal el ansia expansiva del especialista que incluye como ejemplos del proceso emancipador obras maestras del Renacimiento y Barroco. Tintoretto, Rubens, o Guido Reni conviven con soportes como video o fotografía. Por eso, nos ha parecido oportuno ofrecer al lector una de las obras cronológicamente más tempranas, “Santa Catalina de Alejandría”, de Caravaggio, quizá finalizado tres años antes de concluir el siglo XVII.

El cuadro fue encargado por el cardenal Francesco Maria del Monte, protector del pintor, que sin duda conocía a la perfección la historia del martirio de la joven del siglo IV, y los tres elementos con los que iconográficamente se identificaba su suplicio: una corona de princesa, como hija del rey Costo; el anillo de su desposorio místico con Cristo, habiendo rechazado la oferta matrimonial del emperador Majencio y, por fin, un libro, símbolo de verdadera sabiduría con la que habría logrado convertir a los más de cincuenta filósofos paganos que habían intentado que abjurase. Caravaggio los eliminó. Además de jugar con la luz y modelar magistralmente el claroscuro, quiso centrar su composición en otros tres sobre los que trabajó intensamente. Primero trabajó la rueda dentada, que según la tradición se rompió antes de acercarse a la joven. Pasó a la espada con la que Catalina fue decapitada, pero la santa la rodea, casi cogiéndola, en auténtico símbolo de plena aceptación de su suerte. Dos dedos de su mano derecha rozan su filo. Solana subraya en el catálogo de la muestra que quien que posó para Caravaggio fue la cortesana Fillide Melandroni, que fija su mirada hacia la izquierda, atendiendo hacia un invisible espectador de la escena. Muy diferente de representaciones convencionales como la de Rafael (1507), en la que la santa alza su mirada al cielo, o la de Caspar de Crayer (1622), en la que parece recogerse a pesar de estar sometida a cuatro verdugos. Pero hemos encontrado un antecedente, el van der Weyden del Kunsthistorisches Museum (c. 1430), en el que la joven gira sus ojos  como en la pieza que nos ocupa. Y por fin, un tercer símbolo, la palma del martirio,  que aparece depositada sobre el almohadón como un elemento más en el sistema de equilibro de los trazos del lienzo.

Guillermo Solana ha situado el cuadro, en la sala dedicada a las Mártires, a las que ha definido en el catálogo de la exposición como “heroínas triunfantes sobre sus perseguidores y verdugos”. Interesante redefinición del concepto. En realidad, toda la muestra es un inmenso martirologio, un gigantesco homenaje a la mujer que, en pleno 2011, al concluir su jornada laboral, o el fin de semana en los horarios en que permaneces abiertas las salas, puede visitar como público objetivo una exposición de tal envergadura. Y disfrutar. ¡Enhorabuena! Lo merece. Felicidades. Pero faltan mártires. Perdón. No en número. Me refiero a tipos de mártires. No hay en la exposición nuevas y viejas formas de martirio femenino. Me refiero a esas que también pintaron y esculpieron los maestros, desde el Románico hasta que comenzaron también a fotografíar o grabar hace décadas y vemos ya a diario. Sí. No hay madres que llegaron y llegarán extenuadas tras jornadas laborales inaceptables y se ponen a atender niños. Tampoco ancianas, esas también triunfadoras, con acervo de vida fecunda en éxitos de poco ruido pero honda satisfacción. Quizá Heroínas es una exposición dirigida a triunfadoras. O basada en un determinado concepto de triunfo. Por esas y otras razones, no le faltará… un determinado tipo de éxito.

Andrés Merino Thomas

 

“Santa Catalina de Alejandría” (c. 1597)

Caravaggio

Óleo sobre lienzo (173 x 133 cm)

Museo Thyssen-Bornemisza

Foto Helénè Desplechin

 

Exposición: “Heroínas

Organizan: Museo Thyssen-Bornemisza y Fundación Caja Madrid

Sedes: Museo Thyssen-Bornemisza (P. del Prado) y Fundación Caja Madrid (Pza. de San Martín, 1)

Comisario: Guillermo Solana (Director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza)

Madrid, 8 de marzo a 5 de junio de 2011

www.museothyssen.org

www.fundacioncajamadrid.org

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