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El Museo del Prado ofrece un concierto extraordinario. El arte instrumental en la época de Rubens

Para celebrar el 191 aniversario del Museo del Prado se ofrece este viernes un concierto extraordinario (entradas agotadas). El concierto recorrerá el arte musical de la época de Pedro Pablo Rubens (1577-1640), estableciendo relaciones musicales con la biografía de este artista flamenco, cuyos numerosos viajes tendrán fiel reflejo en las distintas piezas que se interpretarán en el concierto.

Algunas de las piezas  que se interpretarán serán las procedentes de la mascarada de William Lawes «El triunfo de la Paz», representado en 1634 para la corte de Carlos I en ese mismo salón. También se interpretarán piezas de Robert Ballard II, uno de los músicos favoritos de la corte francesa cuando pasó por París; de Salomone Rossi, colaborador de Monteverdi y director de la música instrumental de la corte de los Gonzaga en Mantua; del teclista Frescobaldi, afincado en la ciudad de Roma, muy frecuentada por Rubens; del flamenco Van Eyck y de Selma y Salaverde, formado en la capilla musical de la corte madrileña, lográndose con la audición de este repertorio un acercamiento al mundo sonoro de la época y al entorno del gran pintor.

El arte sonoro de la época de Pedro Pablo Rubens (1577-1640) está a caballo entre el tardorenacimiento, el manierismo y el barroco, en un período en que coexisten repertorios musicales aún anclados en el contrapunto imitativo, como las fantasías inglesas, que siguen manteniendo cierta unidad y el equilibrio estático de la música renacentista, con otros representativos de la novedosa música instrumental de corte solístico que gira en torno a un bajo continuo, teniendo como formación arquetípica la sonata a trío, en la que dos instrumentos agudos dialogan sobre el fundamento de ese continuo. Este nuevo estilo musical surgirá en Italia, país fundamental en la biografía personal y artística de Rubens, justamente en los años en que el gran pintor se establecerá en este país, y será vehículo de unos afectos barrocos muy dinámicos y contrastados, apoyados en frecuentes cambios de movimiento y carácter. En este sentido se hallará un claro paralelismo entre la música de su época y la pintura del flamenco, de enorme dinamismo en su composición y expresividad, características auténticamente barrocas, mientras pervive en ella un interés y conocimiento de la Antigüedad que puede ser deudor del período anterior. A menudo se ha resaltado también la musicalidad de su tratamiento del color, que a veces ha sido calificado de melodioso y “sinfónico”, así como la dramática escenografía de sus cuadros, que puede reportar a la ópera, una de las creaciones musicales más importantes de aquél tiempo.

Bernardino Borlasca fue un músico italiano que desarrolló una parte importante de su carrera en Alemania, país en el que nació Rubens después de refugiarse allí su familia, originaria de Amberes, como consecuencia de las persecuciones contra los calvinistas originadas por disturbios relacionados con las luchas por la independencia de los Países Bajos. La fantasía de Berlasca, editada en una recopilación holandesa de mediados del siglo diecisiete, tiene la forma multiseccional típica de la sonata del primer Barroco, en la que alternan sin solución de continuidad pasajes de ritmo y carácter contrastado.

La canción Amarilli mia bella (aquí interpretada en una combinación de dos versiones instrumentales de la época) pertenece a Le nuove musiche, obra considerada fundacional del barroco musical, publicada con autoría de Giulio Caccini en Florencia en 1600, el mismo año en que Rubens llegó a Italia tras haber adquirido una sólida formación pictórica en Amberes, donde su madre, ya viuda y convertida al catolicismo, había vuelto a establecerse en 1589.

Salamone Rossi, instrumentista y compositor, fue un miembro destacado de la comunidad hebrea de Mantua, donde fue empleado al igual que Monteverdi de la corte de Vincenzo Gonzaga, a cuyo servicio estuvo Rubens entre 1600 y 1608. Rossi llegó a asumir la dirección de la música instrumental de la corte mantuana, foco importantísimo de la cultura del primer Barroco. En 1603, Rubens fue enviado por su patrón italiano a España para estrechar lazos con la corte de Felipe III, donde pintó el famoso retrato ecuestre del Duque de Lerma, pudiendo considerarse este viaje como la primera de una serie de misiones diplomáticas, algunas muy importantes, que desempeñaría a lo largo de su vida

Girolamo Frescobaldi, nacido en Ferrara, residía en Roma en la época en que Rubens pasó largas temporadas en esta ciudad, donde estaba establecido también su hermano Philipp como bibliotecario del cardenal Ascanio Colonna. Por otra parte Frescobaldi acompañó en 1607 a su protector el nuncio Bentivoglio a Flandes, donde visitó Bruselas y Amberes, ejerciendo este viaje una gran influencia en su trayectoria artística, y pasó a ocupar la plaza de organista de San Pedro de Roma a partir de 1608, justamente el mismo año en que Rubens, alarmado por una enfermedad de su madre a la que no llegaría a encontrar viva, abandonó Italia para establecer definitivamente su sede en Amberes. En cuanto a la música de Frescobaldi, se podrá apreciar que las características de movimiento y contraste que se han mencionado como definitorias del novedoso estilo musical del momento – y que constituyen al mismo tiempo una seña de identidad del estilo pictórico de Rubens –, se hallan aquí a una altura artística excepcional parangonable a la que distingue a la pintura del flamenco de su contexto.

Robert Ballard II, hijo de Robert Ballard I, fundador éste con su primo y socio Leroy de una de las más destacadas dinastías de editores musicales franceses, fue laudista y en 1612 fue contratado como músico particular de María de Medicis, reina viuda y regente de Francia durante la minoría de Luis XIII. Tras visitar la capital francesa en 1621, para ella pintó Rubens en su taller de Amberes el imponente ciclo de alegórico de su vida, destinado a decorar su residencia del palacio de Luxemburgo en París, trabajo que realizó entre 1622 y 1625 siendo muy estrecho el contacto entre ambos. Más tarde, la reina madre tendría que exilarse a Flandes debido a las intrigas del cardenal Richelieu, cuya posición política antiespañola fue causa del recelo con que miraba al pintor flamenco y motivó que no se completase el segundo encargo de un ciclo sobre la vida del difunto Enrique IV.

Thomas Lupo fue miembro de una familia de músicos italianos establecidos en Inglaterra. Fallecido en 1628, mismo año en que fue asesinado el valido inglés duque de Buckingham y un año antes de que Rubens, en plena madurez, llegase a la corte inglesa, sus fantasías a tres voces son representativas de la pervivencia tardía en las islas británicas de las formas basadas en el contrapunto renacentista, aunque en el conjunto de su obra afloraron también signos de evolución.

William Lawes entró joven como músico al servicio del príncipe Carlos de Gales, que había hecho en 1623 una prolongada visita a Madrid, en un intento de emparentar con los Habsburgo españoles, antes de ser coronado en 1625 como Carlos I, personaje directamente ligado a las misión diplomática más importante desempeñada por Rubens. Ésta se realizó por encargo de la gobernadora de los países bajos, Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y de su tercera esposa Isabel de Valois, tía del rey Felipe IV, cuando el pintor, tras pasar por la capital española donde recibió el plácet, fue enviado en 1629 a Londres para negociar una alianza con Inglaterra frente a Francia y a su apoyo a los rebeldes holandeses. En la capital inglesa, donde permaneció hasta el año siguiente, Rubens recibió el encargo de pintar una serie de lienzos para la decoración del salón de banquetes del palacio de Whitehall, lugar donde se representó en 1634 el masque (representación cantada y danzada) de Lawes El triunfo de la Paz, al que pertenece la pieza titulada primer Carilleen (con el nombre de un personaje pastoril), mientras que el tercer Carileen pertenece a Britannia Triumphans (1638), piezas que escuchamos en versiones publicadas en Amsterdam en la siguiente década. Cabe destacar que la Paz fue un tema magistralmente tratado en la pintura del maestro flamenco, en consonancia con sus preocupaciones personales y las misiones que le fueron encargadas.

El programa se cierra con una pieza de Bartolomé Selma y Salaverde, músico formado en el entorno de la capilla musical de la corte madrileña, que Rubens visitó largamente en 1628 antes de viajar a Inglaterra, conquistando pese a las reticencias iniciales el favor de Felipe IV, al que retrató varias veces, y del Conde Duque de Olivares, que en un principio consideraron insuficiente la posición de este pintor para tratar cuestiones de gravedad como las que le había encomendado la pariente del rey gobernadora de los Países Bajos, de la que el pintor había pasado a ser un importante consejero tras quedar viuda en 1621. En Madrid, la visita de Rubens tendría especial influjo sobre el pintor de la corte Velázquez, llamado a alcanzar la más altas cotas, que siguió poco tiempo después su consejo de viajar a Italia. Aunque la obra de Selma, músico viajero que trabajó en varias cortes europeas, se publicó en Venecia, mantiene dentro de las formas propias del primer Barroco algunos rasgos expresivos cuyo origen se remonta a España, país del que Rubens fue súbdito la mayor parte de su vida, salvo durante el período en que Isabel Clara Eugenia, que había recibido Flandes como dote, llegó a sentarse en el trono de esos territorios con su esposo el archiduque Alberto. Sin embargo, al haber quedado viuda sin descendencia, la posesión tuvo que revertir de nuevo en la corona española como se había pactado, faltando poco en cambio para la independencia de las Provincias Unidas del Norte agrupadas en torno a Holanda, donde también había sido destacado el pintor aunque sin éxito para tratar de mantener una tregua, independencia que se consagraría definitivamente con el tratado de Westfalia en 1648, quedando sin embargo los Países Bajos meridionales bajo dominación española hasta 1714, en que con el Tratado de Utrecht pasaron bajo dominio de Austria.

El Grupo de música barroca “La Folía”, fundado en Madrid en 1977 con el fin de interpretar el repertorio de los siglos XVI al XVIII con instrumentos de época, suele trabajar en la confección de programas sobre temas específicos bajo la dirección de Pedro Bonet, catedrático de flauta de pico del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Ha dado conciertos en las salas y festivales más importantes de una treintena de países de los cinco continentes, y ha grabado numerosos discos para los sellos Kyrios, Dahíz y Columna Música (Madrid Barroco, Música instrumental del tiempo de Velázquez, La imitación de la naturaleza, Los viajes de Gulliver y otras visiones extremas del Barroco, Música en la corte de Felipe V, Música de la Guerra de Sucesión Española, “Corona aurea”, La Nao de China…), protagonizando asimismo el encargo y estreno de diversas obras de música contemporánea para instrumentos barrocos.

El programa contará con el grupo de música barroca “La Folía”, dirigido por Pedro Bonet. Belén González Castaño, flautas de pico. Aurora Martínez, viola de gamba. Juan Carlos de Mulder, laúd de diez órdenes y archilaúd. Y Pedro Bonet, flautas de pico.

Imágenes:

Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado. Detalle de la obra «Danza de aldeanos» (1636-1640)
Pedro Pablo Rubens, Museo del Prado. Detalle de la obra «Lucha de San Jorge y el dragón Hacia 1607

191 Aniversario Museo del Prado