El asesinato que cambió Inglaterra 

Andrés Merino Thomas 

El 29 de diciembre de 1170, cuatro cortesanos de Enrique II asesinaron al arzobispo de Canterbury creyendo cumplir un útil servicio a su señor. La muerte del prelado cambió la historia de Inglaterra. Frank Barlow (1911-2009), concluyó en 1986 el que se considera como el más documentado perfil biográfico de santo Tomás Becket. Edhasa presenta por fin su ensayo en español, en una iniciativa editorial que constituye un auténtico homenaje a la labor historiográfica que el investigador llevó a cabo en la Universidad de Exeter como especialista en iglesia y monarquía inglesa medieval.

Barlow inicia su estudio con un amplio panorama de la visión que del personaje tuvieron sus primeros biógrafos, la mayoría de ellos coetáneos. El sobrecogimiento y asombro que produjo el suceso se tradujo, lógicamente, en repugnancia ante la violencia que en nada aclaraba la controversia filosófica y teológica sobre los límites de los poderes espiritual y temporal. El autor no incide especialmente en el río de peregrinaciones que comenzó tras el martirio, o en la canonización de Becket sólo tres años después de su muerte, un camino ya transitado por los historiadores. Les dedica el espacio correspondiente, pues es imposible entender la importancia del legado del santo de Canterbury en los siglos posteriores. Prefiere avanzar con mayor detalle por el viaje interior del hijo de un comerciante de Londres, el joven alumno de la abadía de Merton, del estudiante de teología en París y Bolonia, amigo del futuro Enrique II que llega a la cúspide del gobierno y, en una decisión muy discutida, se convierte en primado de Inglaterra por decisión del monarca. Llegan así las páginas quizá mejor escritas para un debate: ¿qué motivos halló Tomás Becket para modificar su actitud y convencerse de la necesidad de defender la independencia espiritual, pero también material, de la iglesia frente a la corona? ¿en qué momento fue necesario abonar el precio de una amistad? A partir de ahí, las referencias a su exilio en el continente, a la posición conciliadora pero firme del Papa Alejandro III, el mismo pontífice que habría de canonizarle, o a la pendiente que llevó a los cruentos sucesos de la invasión del palacio episcopal y el crimen en las naves de la catedral pueden ser mejor entendidas.

Quizá haya en la biografía demasiado celo por lo cronológico, cuyo peso derive en una cierta dificultad para valorar la visión de conjunto sobre santo Tomás del que en ocasiones se subraya en exceso su perfil estratega, político, gerente, posibilista, en demérito de lo espiritual, que es en definitiva la nota fundamental con la que ha pasado a la historia de los grandes hombres que construyeron Inglaterra. Barlow ha enfrentado a dos titanes, un arzobispo y un monarca, pero acompaña a ambos de un ejército –nunca mejor dicho- de partidarios, deudos, familiares, en un mundo feudal donde fidelidad y lealtad llegaban más allá de la vida y la muerte. Después de aquel enfrentamiento, nada volvió a ser igual. Muchos, empezando por un rey, tuvieron que parar a pensar en muchos límites. “Tomás Becket. El santo político” es un libro difícil. Un ensayo digno de nuestros lectores. 

 “Tomás Becket. El santo político”
Frank Barlow

Traducción de Àngels Gimeno

Barcelona, Edhasa, 576 pág.

ISBN: 978–84–350–2652–9

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