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Vascos contra Napoleón

El pueblo que salvó una nación

 Andrés Merino Thomas

La Guerra de la Independencia es uno de los periodos bélicos que ha concentrado mayor esfuerzo historiográfico, incluso en lo que se refiere a estudios específicos sobre localidades o provincias españolas, por encima de grandes cuestiones como la importancia de la península ibérica en el panorama geoestratégico de la Europa de principios del XIX. Es significativo que infinidad de comarcas cuenten con ensayos sobre cómo pequeños pueblos o pedanías organizaron su resistencia contra el invasor, empeñados en subrayar con especial interés una especial contribución a poner en jaque al primer ejército de la época. Pero es significativo que el País Vasco, como conjunto geográfico y político, no haya contado hasta hoy con un ensayo monográfico concreto sobre aquellos cinco años y siete meses de guerra que no sólo supusieron un triunfo que hizo historia, sino un proceso cuyas repercusiones se extendieron durante muchas décadas en el norte de nuestro país. El historiador Juan José Sánchez Arreseigor nos ofrece en “Vascos contra Napoleón” una visión prácticamente desconocida sobre el papel de un pueblo en la lucha contra la ocupación francesa, mucho más relevante de lo que pudiera en principio parecerse. Su tesis principal es nada más y nada menos que otorgar al País Vasco el mérito de haber decidido en gran parte, en momentos críticos, la salvación de la independencia nacional española.

Hay en la obra un constante esfuerzo de equilibrio. Puede comprobarse como, en tiempos en que lo políticamente correcto ha penetrado hasta en la terminología, el autor se ha visto obligado a precisar incluso que el término Vascongadas, convertido en arcaísmo por el lenguaje moderno, era expresión habitual durante el periodo estudiado, mientras que Euskadi o Eskal Erria, creado por Sabino Arana a finales del XIX, era por tanto un nombre absolutamente desconocido en 1800. Dejarlo claro desde las primeras páginas denota honradez intelectual y deseo de liberar al lector de anacronismos o interpretaciones mal intencionadas. Más delicado es aún intentar desmitificar leyendas extendidas sobre los afrancesados o determinados protagonistas de hechos concretos, labor en la que destaca un fino olfato investigador pero también una notable capacidad de situar e interpretar cada pieza en el marco de un contexto apasionante y complejo. Como bien señala Sánchez Arreseigor, “esta es una historia de honor, patriotismo, lealtad y coraje, pero también trata de fanatismo, desigualdad e injusticia, incompetencia criminal, cobardía y traición a dos bandas”.

El atractivo de Vascos contra Napoleón está precisamente en comprobar que a pesar de que en 1807 nadie creía que podría vencerse a las tropas imperiales, ni en campo abierto ni a pequeña escala, poco tiempo después, en las provincias montañosas del norte de España comenzaría a demostrarse lo contrario. El autor se ha dedicado a estudiar una parte significativa de las claves del final de la buena estrella imperial. Al sur de los Pirineos no sólo se dieron grandes batallas como Bailén, Arapiles o la de Vitoria, sino la llamada guerra de guerrillas, cuyas características, por cierto, desmenuza en las que quizá son las páginas más brillantes –en nuestra opinión- del volumen. Otros aspectos como el estudio de la ocupación de ciudades y territorio, o las evoluciones de avances y retrocesos de tropas tampoco pueden dejar de mencionarse por detallada exposición. Sin duda, estamos ante un ensayo muy logrado.

 

 “Vascos contra Napoleón. El pueblo que decidió la salvación de la independencia nacional española”

Juan José Sánchez Arreseigor

Madrid, Actas, 504 pág.

ISBN: 978–84–9739–099–6