La exposición reúne un total de 42 retratos de época con los que se ilustra el tránsito de la antigua sociedad virreinal a la nueva república independiente de la Corona, y se enmarca en las conmemoraciones de los bicentenarios de las Independencias americanas. Las obras proceden tanto de instituciones y museos como de colecciones particulares de México, y han sido seleccionadas por los comisarios Tomás Pérez Vejo y Marta Yolanda Quezada, con el objeto de mostrar la manera en la que los novohispanos de todas las clases y grupos sociales solían representarse a sí mismos como símbolos de poder, riqueza y valores morales colectivos, y la manera en que esa idea fue cambiando a través del tiempo, para proseguir, ya en la época de la nueva República como exclusivamente mexicanos.

La propuesta de esta exposición es mostrar estos cambios a través de  la forma cómo las élites, novohispanas primero y mexicanas después, se hicieron representar por los pintores de los siglos XVIII y primera mitad del siglo XIX. Los retratos son el hilo conductor de un relato en imágenes en el que se muestra  el proceso de substitución de las viejas formas de identidad colectiva por otras de carácter nacional. La afirmación de que en 1821 la nación mexicana consiguió su independencia es poco más que un enunciado retórico. En 1821 una antigua unidad administrativa proclamó su autonomía política, la invención de México y los mexicanos era una larga tarea pendiente. Los retratos expuestos permitirán mostrar parte de cómo este proceso se llevó a cabo, antes y después de esta fecha.

Igualmente, también se busca recuperar y poner en valor un género pictórico, el del retrato dieciochesco y decimonónico mexicano, cuyas características, número y calidad lo convierten, sin duda, en una aportación relevante y significativa de México a la historia del arte universal, que sin embargo, resulta una producción pictórica casi completamente desconocida fuera de las fronteras del país.

En definitiva, tal y como señalan sus comisarios, una exposición cuyo objetivo último “no es sólo mostrar el esplendor de un genero, el del retrato novohispano y mexicano en el tránsito del siglo XVIII al XIX, sino procurar un acercamiento al complejo camino que llevo del Antiguo Régimen a la sociedad contemporánea, de la monarquía a la nación, en el que fue, sin ninguna duda, el territorio más rico de la Monarquía Católica en América”.

La exposición permanecerá abierta en la Sala de Temporales de la planta baja del Museo de América hasta el próximo 4 de julio.

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