El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ha presentado la exposición “Desvíos de la deriva: Experiencias, travesías y morfologías”, una muestra de carácter ensayístico y tremendamente compleja en la que se profundiza sobre la arquitectura utópica y poética que se llevó  acabo y paralelamente en Brasil y Chile durante la segunda mitad del siglo XX  y que se mantuvo al margen de la tradición arquitectónica del viejo mundo y de los planteamientos racionalistas de la arquitectura de postguerra europea.

La muestra, como ha señalado el director del Museo, Manuel Borja Villel, “Es la primera de las 10 exposiciones que de aquí a junio albergará el Museo y cuyo objetivo es plantear nuevas formas de enfrentarse a la modernidad y reflexionar sobre como representar lo no representable”.

Tomando como pieza clave a Le Corbusier, referente indiscutible para la arquitectura sudamericana, la exposición presenta las reflexiones, proyectos utópicos y líneas de pensamiento que establecieron los arquitectos Flávio de Carvalho, Juan Borchers, Lina Bo Bardi, Roberto Matta y Sergio Bernardes y los representantes de la Escuela de Valparaíso sobre los caminos que podría o debería tomar la arquitectura sudamericana.

“Desvíos de la deriva: Experiencias, travesías y morfologías” como ha mencionado Villel “Supone todo un reto por varias razones: En primer lugar porque los autores son muy poco conocidos en Europa y en segundo lugar porque sus planteamientos son un tanto complejos ya que retoman la modernidad europea para pervertirla con sus raíces sudamericanas y entienden la arquitectura como una herramienta social con la que lograr crear sociedades lúdicas en las que impere la convivencia colectiva, concepto completamente opuesto a la realidad arquitectónica y social del siglo XX”.

Tanto los representantes de la arquitectura brasileña como los miembros fundacionales de la Escuela de Valparaíso fueron artistas, arquitectos, urbanistas, pero ante todo fueron poetas, unos poetas impulsados por la modernidad que tuvieron en común la creencia de que el hombre, a través de la arquitectura y la tecnología, podría crear ciudades en las que se redujeran las jornadas de trabajo dilatando los espacios para así aumentar las horas de ocio y la vida lúdica de la comunidad.

Pero además estos arquitectos-pensadores fueron visionarios de la arquitectura del futuro tratando conceptos tan avanzados como la arquitectura ecológica, concebida, claro esta, en su fase embrionaria y creyendo firmemente, como en el caso de Lina Bo Badi, que la arquitectura debía ser ideada y pensada para la tierra y el lugar concreto donde se construiría, atendiendo no solo a sus características topográficas sino también a sus raíces ancestrales e históricas, no al folclore tradicional sino a la naturaleza primigenia de cada lugar y cada sociedad, a lo vernáculo y autóctono de cada país.

Ante tanta reflexión y profundidad no es de extrañar que la mayoría de los proyectos de estos arquitectos nunca llegaran a realizarse, no obstante la muestra ofrece al visitante la posibilidad de acercarse a sus planteamientos teóricos a través de más de 400 piezas entre dibujos, planos, fotografías, escritos, croquis y maquetas.

La exposición ocupa las salas de lo que fue la antigua biblioteca del Museo antes de la ampliación de Nouvel, para de este modo transmitir el espíritu de un espacio de estudio y recogimiento dada la naturaleza esencialmente documental de la muestra.

El recorrido expositivo, tan complejo como la muestra, no se ha organizado en orden cronológico sino que plantea dos recorridos simultáneos marcados por dos entradas diferentes a la sala. La primera de ellas expone una imagen de la bomba atómica con la que sitúa al espectador en el momento histórico en el que, mientras Europa reconstruía sus viejas ciudades, Sudamérica planteaba nuevas concepciones urbanísticas para lugares donde no había que reconstruir sino crear desde cero, desde la raíces de los territorios. La segunda entrada comienza con una obra de Sergio Bernardes en la que de una manera premonitoria ya se trata la necesidad de encontrar el equilibrio entre la población urbana y el entorno natural. A lo largo del recorrido los dos “caminos” expositivos se van entremezclando lo que permite al visitante, como ha señalado Villel, “Ir a la deriva descubriendo un sinfín de proyectos y bocetos utópicos”.

Marta de Orbe
“Desvíos de la deriva: Experiencias, travesías y morfologías”
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Del 5 de mayo al 23 de agosto

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