Hasta el 24 de mayo

En La Virreina Centre de La Imatge, Barcelona

Cuatro exposiciones, dos ciclos de proyecciones, un estreno de cine, tres mesas de debates, lecturas poéticas, visitas guiadas… todo ello con La Rambla como hilo conductor del programa de La Virreina Centre de La Imatge. Casi 770 m2 de salas de exposición con más de 650 fotografías, grabados, pinturas, acuarelas, dibujos, documentes originales de época y audiovisuales. 60 autores de diversas generaciones, nacionalidades y géneros: Xavier Miserachs, Cartier Bresson, Ocaña, Brassai, Frederic Ballell, Colita, Dora Maar, Català Roca, Oriol Maspons, Frank Berger, Agustí Centelles, Manel Armengol, Pep Cunties, Jaume Pitarch, Josep Maria Sagarra, Eva Serrats, Àngels Margarit, Beat Streuli, Alexandre Merletti, y muchos más.

CUATRO EXPOSICIONES
La muestra Guía Secreta de La Rambla. Instantáneas de la calle presenta más de 260 fotografías de un total de 43 fotógrafos y ofrece un recorrido diacrónico a través de un gran número de imágenes de La Rambla y su entorno, extraídas de archivos públicos y privados, desde finales del siglo XIX hasta hoy.

Ocaña 1973-1983: acciones, actuaciones, activismo, comisariada por Máquina P.H/Pedro G.Romero, está centrada en la reconstrucción documental de la figura de Ocaña a partir de 200 fotografías de autores como Daniel Ocampo, Colita, Toni Catany, América Sánchez, entre muchos otros, que se combinan con una selección de obras del artista.

La exposición Barcelona en blanco y negro, revisitado presenta una selección de hojas de contactos y tiras de negativos recuperados del Archivo Xavier Miserachs. El ámbito de La Rambla y las imágenes generadas en su entrono permiten una reconstrucción del método fotográfico y los itinerarios urbanos seguidos por el fotógrafo entre 1962 y 1964, mientras trabajaba en el libro Barcelona en blanco y negro (1964).

Frederic Ballell. La Rambla presenta, en el Archivo Fotográfico de Barcelona, más de un centenar de fotografías captadas por Frederic Ballell entre 1907 y 1908, que muestran los diversos perfiles de los habitantes de la Rambla.

CINE

Como complemento a estas exposiciones se estrenará la película documental Morir de día, de Sergi Dies y Laia Manresa, una coproducción cinematográfica en la cual participa La Virreina Centre de la Imatge.

Se proyectaran un total de 20 films, documentales y de ficción, de directores como Ventura Pons, Carles Santos, Pedro Almodóvar, Bigas Luna, Jesús Garay, Eloy de la Iglesia, Roger Lapuente, José González Morandi y Eva Serrats, entre otros.

DEBATES

3 debates para pensar la gobernabilidad de un espacio urbano como La Rambla, la estética de los bajos fondos y la posibilidad de hacer de la propia Rambla un laboratorio político.

Visitas guiadas, actuaciones y lecturas poéticas.

LA VIRREINA LAB
El espacio expositivo del Palau de La Virreina se reorganiza con la apertura de la nueva sala Xavier Miserachs, ubicada en la antigua sala de Numismática, y con la reapertura de los dos ventanales de la planta segunda del Palau que dan a La Rambla.

Se inaugura La Virreina Lab como espacio donde se llevaran a cabo las proyecciones, debates y el resto de actividades paralelas, transformando así el antiguo espacio Xavier Miserachs en un núcleo de servicios culturales a pie de calle.

Datos de interés:
Lugar: La Virreina Centre de la Imatge- Palau de la Virreina. La Rambla, 99. Barcelona (*)
Fechas: del 26 de marzo de 2010 al 24 de mayo de 2010
Horarios: de martes a domingo y festivos, de 12 a 20 horas. Lunes no festivo cerrado.
Precio: Gratuito
Teléfono información: 93 316 10 00
(*) Exposición Frederic Ballell. La Rambla 1907-1908
Lugar: Archivo Fotográfico de Barcelona. Plaça Pons i Clerch, 2, 2a planta. Barcelona
Horarios: De lunes a sábado de 10 a 19 h. Festivos cerrado.
Entrada libre

Carles Guerra. “La calle de los virtuosos”
Extracto de la publicación Guía Secreta de La Rambla. La Virreina Centre de la Imatge y Ediciones Polígrafa. Barcelona, 2010

La fotografía de calle tiene su paraíso en La Rambla. El muestrario de poses infinitas la convierte en una mina. De ella se pueden extraer innumerables instantáneas que dan fe de una vida multiforme. El flujo constante de peatones es, como quien dice, consustancial al género fotográfico. Tanto es así que la historia de este medio se podría explicar sin salir de La Rambla. En 1896 los hermanos Napoleón instalaron el primer estudio fotográfico en La Rambla de Santa Mónica. En su local la fotografía se presentaba como un servicio que compartía espacio con el alquiler de salones para entablar conversaciones. Todo ello muy habermasiano. Desde un principio, la fotografía se daba a conocer vinculada al debate ilustrado. Así pues, el espacio público que emerge en La Rambla se constituye mediante una doble alfabetización visual y discursiva. Un buen argumento para evitar tildar la fotografía de práctica visual autónoma y entender que siempre se encuentra asociada a un texto, de una forma o de otra. El reporterismo que estalla en los años 20, con un notable muestrario de cabeceras como Estampa, Crónica,

La Linterna o Imatges, no se entiende sin la combinación del documento gráfico que da apoyo a la noticia escrita. Ya sea en el salón ilustrado o en la prensa, la fotografía nunca es autosuficiente. Por lo tanto, pensar que una instantánea podría captar la riqueza de un espacio urbano como La Rambla es caer en un error político. No hay imagen o icono que pueda absorber la diversidad de esta vía. De hecho, al consultar los archivos fotográficos se impone una dimensión cuantitativa de la fotografía, lo cual nos obliga a considerar las series como marco natural de la instantánea. Ello ha hecho que para reflejar este momento de encuentro con el archivo respetásemos, siempre que ha sido posible, el flujo de las imágenes. La exposición Guía secreta de La Rambla, subtitulada Instantáneas de la calle, quiere convertir este argumento estético en una cuestión política.

En este sentido, la recuperación de las hojas de contactos que el fotógrafo Xavier Miserachs dejó en el cajón tras publicar Barcelona. Blanc i negre nos ha permitido ir a contrapelo de la habitual reducción icónica que pone en juego la fotografía. Pocos libros han influido tanto en la imagen de una ciudad como este de Miserachs. Sus instantáneas captadas al vuelo representan un hito insuperable de la fotografía de calle.

Revisitar el proceso del libro a través de los itinerarios urbanos que el fotógrafo seguía entre los años 1962 y 1964 y a la vez adentrarnos en el mismo modus operandi es algo que se puede hacer gracias a la conservación de las tiras de negativos y las hojas de contactos originales. Este material guarda la clave para desactivar la potencia icónica del propio Miserachs, un maestro de la observación. Es posible, sin embargo, que alguien se pregunte por qué hay que llevar a cabo esta operación; ¿qué necesidad hay de erosionar la monumentalidad de un instante fijado y congelado por la cámara? Entonces tendremos que responder que si queremos mantener la tensión de este tipo de fotografía que se asoma a la calle hay que hacerlo preservando la multiplicidad de instantes atesorada en los negativos. Lo que ahora nos preocupa ya no es la fotografía sino el modelo de acontecimiento que regulaba cuál era el momento más significativo, el clímax fotográfico. El virtuosismo de Miserachs no se actualizaría del todo si no entendiéramos que poco tiene que ver con las habilidades técnicas, sino que más bien requiere la presencia de otros, una condición inexcusable para un tipo de trabajo que cada vez se ha vuelto más hegemónico. Hablamos, sin embargo, de un trabajo que explota el potencial creativo y expresivo de los ciudadanos. Eso es el virtuosismo. Un trabajo que no deja obra y que si resulta altamente productivo es porque tiene la capacidad de dar valor a energías latentes de la sociedad; razón por la cual no basta con exponer las instantáneas más bien logradas. Hay que realizar una labor crítica que exponga qué noción de acontecimiento guiaba la práctica de Miserachs.

Una figura como Ocaña, aparentemente tan alejada de Miserachs, se erige sobre una concepción igualmente virtuosa del quehacer artístico. Ocaña decía que él trabajaba paseando por La Rambla, y como veremos a través de la selección de las hojas de contactos de Miserachs, podríamos decir lo mismo del fotógrafo. Para Miserachs, La Rambla se había convertido en un territorio esencialmente icónico, al menos desde que tenía 16 años y obtuvo una mención de honor por una fotografía realizada en el subterráneo de la Plaça Catalunya. Miserachs bajaba a La Rambla para seguir los pasos de otros peatones, para acercarse a las vendedoras del mercado de La Boqueria y para dejarse llevar, al más puro estilo de la deriva urbana. Ocaña, por su parte, hizo alarde de un carácter ambiguo respecto a la obra. La dificultad de categorizar su trabajo más allá de las pinturas abre la puerta a replantearse qué era trabajo y qué no lo era, una distinción revolucionaria, como decía Jean Baudrillard a principios de los 70. Por suerte, un gran número de documentos audiovisuales y fotográficos nos permiten una reconstrucción minuciosa de sus acciones, en la época carentes de toda expectativa de futuro. La posibilidad de reconstruir a Ocaña pone a prueba la calidad difusa de este virtuosismo del que hablábamos más arriba. El virtuoso trabaja con un sentido de posteridad bastante precario. Lo único que necesita es la presencia ajena; de hecho, una forma de trabajo que sería extrapolable a todo aquel que pasa por la calle. No obstante, hablamos de un régimen virtuoso que depende de la fijación de instantes y acciones que son irrepetibles; que requiere de un actor dispuesto a no dejar rastro, para que solo lo recuerden aquellos que tuvieron la suerte de estar presentes. En este sentido, recuperar la figura de Ocaña supone reconstruir los hilos de una cooperación tácita que reúne a un gran número de autores y que a menudo se expresa mediante una anilla de opiniones y miradas sobre lo que ahora es una figura ausente.

Todo ello hace que en La Rambla se hayan dado espontáneamente formas de producción estética y social de lo más innovadoras. Su condición de cauce natural no se ha perdido del todo pese a la dimensión hiperurbanizada que presenta a principios del siglo XXI. La fotografía, especialmente, nos la muestra como una naturaleza susceptible de ser explotada siempre que la dejemos reproducirse. Intervenir en su ecología representa un reto político. Hay que tener presente que La Rambla sigue siendo el punto de fricción más destacado, allí donde las fuerzas globales y locales pactan su inscripción sobre la ciudad. La extensión del paseo que ahora se adentra al mar hasta coronarse en el Maremàgnum da fe de que La Rambla es el último tramo de un tobogán virtual que empezaría en la parte alta de la ciudad. La Rambla de Mar sería el apéndice sintomático de un espacio histórico que cada vez menos permite las intervenciones urbanas sobre el espacio físico.

Cuando un artista contemporáneo como Peter Downsbrough filma esta zona de nueva construcción trata de reconocer un espacio que a estas alturas todavía no se integra en el mapa cognitivo de La Rambla.

A pesar de la fluidez del itinerario que une La Rambla de Santa Mònica y La Rambla de Mar, hay una interrupción que pone punto final a la altura de Colón. Allí se detiene la historia de la calle para dar paso a la historia de un capital nuevo encarnado en el turismo masivo. El capitalismo que explota la imagen de la ciudad, su reputación y sus ingredientes atmosféricos necesita también un mirador para objetivar todo esto. La Rambla de Mar ofrece la perspectiva escópica necesaria para hacer de La Rambla tradicional una vista, una imagen, un espectáculo. La diferencia radica en vivir este espectáculo o bien contemplarlo.

Biografía de Ocaña
José Pérez Ocaña (Cantillana, Sevilla 1947- Sevilla 1983) empieza a trabajar a los 12 años, después de la muerte de su padre, con su tío que es pintor de paredes es quien lo introduce en el secreto de la mezcla de colores que más tarde utilizará en su arte. En 1968 prepara los papeles para la Academia de Bellas Artes de Sevilla, donde nunca llegó a ingresar. Un año más tarde expone por primera vez en Cantillana. En 1970 se traslada a Barcelona impulsado por sus ganas de convertirse en pintor y asiste a la escuela de Narciso Galiat y estudia con el Maestro Baixas. Trabaja como pintor de paredes para ganarse la vida. En 1973, expone por primera vez en Barcelona, en el London Bar de la calle Nou de la Rambla. Tras exponer obras en Tarragona y de nuevo en su pueblo natal, en mayo de 1977 presenta su exposición “Un poco de Andalucía” en la galería Mec-Mec, que le otorga cierto reconocimiento y le permite vivir, no demasiado bien, de su pintura. Más tarde participa en una exposición colectiva en la misma galería. Asiste a fiestas libertarias, festivales de rock, y pasea por La Rambla acompañada por sus amigos Nazario, Cailo, Guillermo y Felipe, entre otros. Ventura Pons se fija en él y lo hace protagonista de “Ocaña Retrato Intermitente”. En 1978 confecciona un gran mural que queda expuesto en la Bodega Bohemia. En 1979 expone en la galería Artemis de Besançon (Francia) con el lema “Colores y fiesta popular” y en la galería Pata Gallo de Zaragoza con el lema “Incienso y romero”. El mismo año coprotagonitza la película ‘Manderley’. En 1980 expone en el Museo de Arte Moderno de Ibiza y confecciona un mural para la Escuela de Cantillana. Tras dos años de trabajo, en 1982 expone en La Capilla del Hospital de Santa Cruz de Barcelona con la muestra “La primavera”, que tiene más de 60.000 visitantes. En 1983 continua con exposiciones en Palma de Mallorca, Santander y San Sebastián hasta que en verano, en las fiestas de la juventud de su pueblo natal, sufre un accidente a causa del cual muere a la edad de 36 años.

Biografía de Xavier Miserachs
Xavier Miserachs Ribalta (Barcelona 1937-1998) entra en contacto con la fotografía en el Institut Tècnic Eulàlia junto con sus compañeros de estudios, los hermanos Ramón y Antonio Fabregat. En 1952 se hace miembro de la Agrupación Fotográfica de Cataluña, donde conoce al fotógrafo Oriol Maspons con quien inicia una larga amistad. A sus 17 años recibe el premio I Trofeo Luis Navarro, en el II Salón Nacional de Fotografía Moderna de la Agrupación Fotográfica de Cataluña. En 1957 expone con Ricard Terré y Ramón Masats la muestra Terré-Miserachs-Masats I en las sedes de Agrupación Fotográfica de Cataluña, AFAL y Real Sociedad Fotográfica de Madrid. Dos años más tarde, se expone la muestra Terré-Miserachs Masats II en la Sala Aixelà de Barcelona. Tras finalizar el Servicio Militar en 1961, instala su estudio profesional y alterna los encargos profesionales con la realización de las fotografías que posteriormente dan lugar al libro Barcelona Blanco y Negro (1965) y Costa Brava Show (1966). A partir del año 1966 viaja infatigablemente trabajando como corresponsal para Actualidad Española, Gaceta Ilustrada, La Vanguardia, Interviú y Triunfo. En 1968, firma un contrato anual de disponibilidad y exclusiva con la revista Triunfo y publica títulos como París se pregunta: ¿Es una revolución?, De Nanterre a las Barricadas, La primavera en Praga, etc. Su actividad se extiende a la realización y dirección de fotografía de dos films underground, dirigidos por Enric Vila Matas y Emma Cohen. Dirige y produce el cortometraje AMÉN, historieta muda. Es cofundador y primer profesor de fotografía en la escuela EINA. Ilustra múltiples libros y escribe tres libros de texto: Profesiones con futuro. Fotógrafo (Grijalbo Mondadori, 1995); Criterio Fotográfico. Notas para un curso de fotografía (Ediciones Omega,1998); Fulls de contactes. Memòries. (Edicions 62, 1998). Este último galardonado con el II Premi Gaziel de Biografías y Memorias, 1997. Fallece a los 61 años, el mismo año en que recibe la Creu de Sant Jordi otorgada por la Generalitat de Catalunya

Biografía de Frederick Ballell
Frederic Ballell Maymí (Guayama, Puerto Rico, 1864 – Barcelona, 1951) era un hijo de indianos que llegó a Catalunya a muy corta edad, por la muerte de su madre. Estudió ingeniería industrial en Barcelona, donde descubrió la fotografía e inició sus primeros trabajos como retratista. Al volver a Puerto Rico acabada la carrera estableció allí un estudio de fotografía, del cual ha quedado testimonio en diversos retratos o escenas de calle. Su gran aportación a la fotografía catalana comenzó cuando, al regresar de Puerto Rico en el inicio del siglo XX, empieza su relación con la revista Ilustració Catalana a partir del primer número de la nueva etapa iniciada en 1903, y perdura ininterrumpidamente hasta 1917. Trabaja también para otras publicaciones, como las revistas Feminal, La Esquella de la Torratxa, La Campana de Gràcia o La Hormiga de Oro. Su persistencia en la imagen de calidad y en el seguimiento de los hechos que dibujaban el desarrollo de la sociedad motivaron a que revistas de fuera de Catalunya lo buscasen y lo contratasen como corresponsal: es el caso de revistas de Madrid como Blanco y Negro, La Esfera o el diario ABC, donde ilustraba sucesos de Barcelona y de Catalunya.

Imagen: Foto Sala Exposición Ocaña: Pep Herrero, Imagen de la muestra

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1 COMENTARIO

  1. Vale Señores, qué artículo!
    Extenso, concreto, que ilustra al lector.
    Gracias.
    Gonzalo Cuesta.

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