La Colección FEMSA (Fomento Económico Mexicano, S.A.) surge en 1977 con el objetivo de dar a conocer la cultura latinoamericana en diferentes momentos de su historia a través del arte y por medio de los enfoques personales que cada artista expresa en su obra. Actualmente la colección reúne alrededor de 1.000 piezas, entre pintura, dibujo, gráfica, escultura, instalación, fotografía y video, que permite un recorrido representativo del arte moderno y contemporáneo en América Latina.

La exposición Latitudes: Maestros Latinoamericanos en la Colección FEMSA incluye 43 de estas obras, de artistas procedentes de 11 países de América Latina que, en conjunto, ofrecen una visión panorámica del vigor creativo de la región. La muestra ha itinerado por Buenos Aires (Argentina), São Paulo, Brasilia y Curitiba (Brasil), Santa Ana (Estados Unidos), y ahora recala en la sala BBVA de Madrid con el propósito de enriquecer el dialogo y la reflexión que el arte puede propiciar.

La selección, realizada por Rosa María Rodríguez Garza, Jefe del Programa Cultural FEMSA y acompañada por los textos de Luis-Martín Lozano, profesor y crítico de arte, plantea un recorrido artístico que comprende desde las vanguardias de principios del siglo XX hasta algunas propuestas de la pintura de posguerra, y llegan hasta los años ochenta del siglo pasado. Su riqueza y diversidad dan cuenta de la magnitud del fenómeno artístico que caracteriza a cada uno de los países que la integran. Las distintas influencias y aportaciones culturales les otorgan las particularidades y rasgos distintivos de creación propia que constituyen el extraordinario panorama del arte moderno y contemporáneo latinoamericano.

La muestra se articula en cinco bloques temáticos: Influencia del cubismo en los pintores de América Latina, El retrato y el paisaje como testimonios de identidad, La aportación estética de Latinoamérica al arte universal, Incorporación del Surrealismo en la plástica latinoamericana y Abstracción e Informalismos.

Influencia del cubismo en los pintores de América Latina

La revolución visual que introdujo el Cubismo fue una coyuntura excepcional que permitió la libre participación de pintores y escultores de diversos orígenes, quienes como Picasso y Braque convergieron en París, y participaron activamente en la efervescencia estética de las vanguardias de principios del siglo XX.

Algunos pintores latinoamericanos destacaron de forma muy particular como exponentes y teóricos del Cubismo: el mexicano Diego Rivera fue un gran innovador en la exploración del color a partir de los principios del Simultaneismo introducidos por Robert y Sonia Delaunay. El óleo El grande de España (El ángel azul) constituye un claro ejemplo de la pintura cubista de Rivera. Su compatriota, Ángel Zárraga, llegó a practicar con fortuna un cubismo lírico, bajo el influjo de la óptica del Orfismo. Una clara manifestación es su obra Septiembre, realizada en 1917.

El retrato y el paisaje como testimonios de identidad

El conocimiento, asimilación y práctica de las vanguardias europeas permitió que los artistas, no sólo de Latinoamérica, desarrollaran una nueva conciencia sobre los usos y alcances sociales del arte.  Actualmente se piensa que las vanguardias fueron proclives a la aparición de las identidades locales, en tanto que proveyeron a los creadores de nuevos parámetros de análisis sobre su propia condición cultural, a la vez que de instrumentos estéticos para dar cabida a expresiones mayormente autónomas.

En géneros tan tradicionales del arte, como el retrato y el paisaje, se pueden apreciar cómo los pintores descubrieron una forma distinta para expresar sus realidades latinoamericanas. La influencia que la escuela vienesa del Jügendstil tuvo sobre el mexicano Roberto Montenegro, explica la abierta referencia a la obra de Egon Schiele en el óleo Retrato de Gabriel Fernández Ledesma. Más representativo es el caso del venezolano Armando Reverón, quien evolucionó de los modernismos hispánicos hacia los impresionismos tardíos de la Escuela de París, para después madurar con una visión paisajística que desafía la noción evolutiva de los modernismos europeos. En Puerto cerca de La Guaira, se aprecia la visión de Reverón, que plantea una realidad americana en la que confronta la modernidad urbana con la visión idílica de un paisaje.

La aportación estética de Latinoamérica al arte universal

El Muralismo Mexicano quizás sea una de las mayores aportaciones historiográficas del arte latinoamericano al contexto del arte universal. Los murales de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, entre otros pintores mexicanos, no sólo fueron una apuesta visual de una nueva modernidad narrativa  y pública, sino que, ante todo, buscaron ser revolucionarios al cuestionar el orden establecido por las oligarquías políticas en América Latina y los conservadurismos de clase de la burguesía americana.

Las dos pinturas de gran formato de Orozco y Siqueiros que se incluyen en la selección, son una acertada alusión a la fuerza plástica del muralismo en la primera mitad del siglo pasado. Dentro de este apartado destaca también el trabajo pictórico del colombiano Fernando Botero, quien está representado con una obra de 1977, Santa Rosa de Lima, en la que ironiza sobre la beatitud hispánica de dicha santa.

Incorporación del Surrealismo en la plástica latinoamericana

La influencia del surrealismo en artistas latinoamericanos resalta la búsqueda más allá de la objetividad que encontramos en la realidad circundante; las estrategias visuales que cada uno utilizó son diferentes y, en algunos casos, diametralmente opuestas.

Roberto Matta, Wifredo Lam, Remedios Varo, Frida Kahlo y Leonora Carrington participaron de forma directa en el movimiento en París, después de la primera guerra mundial, o en Nueva York con la llegada de la segunda. En cambio Agustín Lazo, Guillermo Meza, Olga Costa y Alfonso Michel conocieron el surrealismo vía indirecta, a través de la literatura y los manifiestos, e incluso por los viajes e influencia de otros artistas.

Aunque el Surrealismo fue en su origen una postura estética plural y heterogénea apartada de los nacionalismos, surgieron rasgos culturales locales tanto en el trabajo de Lam como en el de Frida Kahlo, al confrontar visualmente las estéticas de Occidente y participar de manera culta y bien informada. De la artista mexicana se exhibe el óleo Mi vestido cuelga aquí, mientras que del pintor cubano se presenta Cuando no duermo, yo sueño, una obra de 1955.

Abstracción e Informalismos

Otras corrientes como la Abstracción y los Informalismos también fueron composiciones visuales fértiles en la historia del arte Moderno Latinoamericano.
Del mismo contexto de las vanguardias europeas se desprenden los ideales del Universalismo Constructivo de Joaquín Torres García, asimilados por otros pintores como el chileno Francisco Matto, que dio inicio a La Escuela del Sur. Ambos autores perfilaron una propuesta visual basada en el estudio y promulgación de simbolismos primigenios, inspirados en culturas milenarias. Virgen constructiva de Matto y Construcción en blanco y negro de Torres García, forman parte de la muestra e ilustran con nitidez esta tendencia.

Bajo inspiraciones semejantes podemos ubicar las inquietudes del guatemalteco-mexicano Carlos Mérida, que estuvo en Europa en los años veinte. Asimismo, se preocupó por revalorizar los indigenismos americanos y aplicarlos en una visión sistemática, basada en un geometrismo de corte humanista, con marcada influencia precortesiana desde los primeros años treinta del siglo pasado.

Sala BBVA. Pº de la Castellana, 81. Madrid. “Latitudes: Maestros latinoamericanos en la colección FEMSA”. Del 17.02.2010 al 16.05.2010, ambos inclusive.
Horario: De martes a sábado, de 11 h. a 20 h. Domingo y festivos, de 11 h. a 14 h. Lunes cerrado.
Entrada libre.

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