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Nueva visión de la colección y cursos en el Museo Thyssen-Bornemisza

“Por primera vez pude contemplar la mayor parte de mis pinturas colgadas juntas. Debo admitir que me sentí muy impresionado”, dijo el barón Thyssen Bornemisza tras la apertura del museo madrileño el 12 de octubre de 1992; veía cumplido uno de sus principales deseos, pues la Colección Thyssen-Bornemisza nació con una clara vocación pública. Desde su génesis, se tomó la decisión de que fuera accesible a todos los amantes de las Bellas Artes. De ahí que se presentara al público en una gran exposición, en Múnich, en 1930, cuando el conjunto había adquirido entidad y personalidad para mostrarse. Estrechamente relacionado con esa vocación, llega ahora, a los diecisiete años de su instalación en España, la publicación de los nuevos catálogos razonados de la Colección, un recorrido de todo el desarrollo del arte occidental desde el trecento hasta el pop art y más allá.

Ya en 1992, se publicó el primer catálogo de la Colección, escrito por José Manuel Pita Andrade, Mar Borobia y José Álvarez Lopera. Pasados los años, las conservadoras Mar Borobia, jefa del área de Pintura Antigua, y Paloma Alarcó, jefa del área de Pintura Moderna, han elaborado estos dos volúmenes de nueva planta, fruto de más de tres lustros de profundización en el conocimiento de las obras de arte de la Colección mediante los estudios llevados a cabo por los departamentos de conservación que ellas dirigen, pues entre las misiones esenciales de un museo se encuentra la investigación de sus colecciones. La redacción y edición de estos catálogos se ha realizado durante los últimos cinco años.

Las obras del Museo Thyssen-Bornemisza han participado en numerosas exposiciones y han sido objeto de comentario en la prensa especializada así como en grandes monografías de artistas. Las informaciones de todas estas publicaciones y, por supuesto, de las investigaciones de los departamentos de conservación han servido para una gran revisión y actualización de títulos, de dimensiones, de los soportes y de sus reversos… Hasta ahora conocida como La parábola del sembrador, la pintura de Domenico Fetti (1589-1623), es, en realidad, La parábola de la cizaña. Uno de los éxitos del proceso de elaboración de los catálogos ha sido la creación del centro documental del Museo, en el cual se ha recuperado mucha información y completado gran parte de los archivos. Entre sus principales objetivos se busca que los profesionales y estudiosos dispongan de toda la documentación, también gráfica, sobre las obras de la Colección.

Los textos introductorios de los dos volúmenes del catálogo, de Mar Borobia y Paloma Alarcó, recorren la historia de la Colección Thyssen-Bornemisza, desde la compra de esculturas de Rodin por parte de August Thyssen, hasta la instalación de la Colección en su sede madrileña. Se cuenta, como en 1932, Heinrich Thyssen-Bornemisza compró Villa Favorita, a orillas del lago Lugano, en Suiza, y encargó al arquitecto suizo-italiano Giovanni Geiser la construcción de veinte salas para albergar su colección. Hans Heinrich Thyssen- Bornemisza fue elegido entre sus hermanos para continuar con la labor coleccionista emprendida por el padre, quien murió en 1947. Finalmente, Hans Heinrich se quedó con el título nobiliario, con Villa Favorita y con una parte importante de la colección, mientras el resto se dividía entre los otros herederos. Desde ese momento, las tareas de Hans Heinrich se centraron en recuperar la primitiva colección que se había roto y disgregado con el reparto de la herencia, y en la puesta a punto de Villa Favorita como museo.

En 1949, en la revista especializada Connoisseur, aparecía un extenso artículo de H. G. Alexander sobre la colección y sobre su instalación. El crítico valoró la colección privada de pinturas como la más importante de Europa, algo que se ha repetido mucho desde ese momento, con la salvedad de la colección real británica. A partir de 1954 el nuevo barón Thyssen- Bornemisza dio por finalizada la operación de rescate de las obras de la colección familiar en manos de sus hermanos y comenzó a comprar obras por sí mismo. En un primer momento mantuvo el mismo conservadurismo estético, pero gradualmente comenzó a aflorar su auténtico gusto personal y fue apartándose paulatinamente de la línea coleccionista paterna atreviéndose a entrar en determinados campos del arte moderno.

“Durante toda mi juventud mi padre me había lavado siempre el cerebro para convencerme de que el arte del siglo xx tenía poco interés. Durante mucho tiempo le creí y en los primeros quince años tras su muerte solamente adquiriría obras de maestros antiguos. Poco a poco empecé a pensar que era imposible que los logros artísticos de la primera mitad del siglo, un periodo en que se habían alcanzado grandes avances en todas las áreas, carecieran de importancia”. Así, en la actualidad, las obras maestras del impresionismo y del expresionismo de la Colección configuran el único conjunto museístico de este periodo de la historia del arte en España.

“No compro para llenar lagunas, sino porque me gusta un cuadro. Es como un flechazo, una obsesión”, decía el barón Thyssen-Bornemisza. Este espíritu intuitivo le llevó a ser pionero en el coleccionismo de determinados artistas o movimientos y también le permitió crear un conjunto extraordinariamente equilibrado, en el que se suceden armoniosamente las distintas etapas del arte occidental y que aúna con la misma importancia y dignidad las  pinturas modernas con las del pasado. Ésta es quizás la principal singularidad del coleccionismo del Barón, ya que normalmente los coleccionistas de arte moderno mantienen una militancia en favor de la modernidad que les hace ignorar la antigüedad, de la misma manera que los coleccionistas de pintura antigua habitualmente rechazan categóricamente el arte de su tiempo.

El expresionismo alemán, por ejemplo, uno de los pilares claves de la Colección, fue además el punto de arranque del coleccionismo de arte moderno de Hans Heinrich Thyssen- Bornemisza. Cuando en 1961 el Barón decidió adquirir una acuarela del pintor expresionista alemán Emil Nolde, fechada hacia 1931-1935, en la que se retrataba a una joven pareja, se iniciaba un cambio de rumbo de la historia del coleccionismo de la saga Thyssen. También hay que destacar el interés del Barón por las vanguardias experimentales, como el cubismo, el futurismo, el vorticismo o el neoplasticismo.

Entre las novedades que se publican en este catálogo, destaca el caso de Autorretrato con gorra y dos cadenas (1642-1643), de Rembrandt. Esta obra siempre había estado vinculada al taller del maestro, y recientemente la Stichgting Foundation Rembrandt Research Project la ha considerado autógrafa, tras revisar todos los datos de la pintura y emitir un informe en el que consideró que no había indicios para no atribuir de nuevo la obra a Rembrandt. La exposición de Londres, en 1999, dedicada a los autorretratos del pintor, y en la que participó esta obra, restituyó la autoría al artista con una interrogación, que fue suprimida en la muestra celebrada en Amsterdam en la Rembrandthuis en 2006.

Hasta ahora no se sabía con seguridad ni dónde ni cuándo había sido pintada la obra Mujer con sombrilla en un jardín, de Renoir. Solía fecharse hacia 1873 ó 1874 y se especulaba con la posibilidad de que Renoir la hubiera realizado en la casa de campo de su amigo Charles Le Coeur en los Altos del Sena donde pasó el verano. Hoy sabemos que fue pintada en el jardín del nuevo estudio que alquiló el pintor en la rue Cortot de París en 1875, basándonos en los testimonios del galerista Ambroise Vollard y del amigo del pintor el George Rivière.

Además, al analizar la trasera de la obra, se encontró una etiqueta antigua con el [nº 1560], y se descubrió que éste es el número dado a una pintura con el título Jardin y fechada en 1875 en el inventario de la Galerie Durand Ruel de París realizado en 1891. Estos hallazgos no solamente cambian el escenario de la pintura de una casa de campo a un jardín urbano, sino que además, y esto es quizás más relevante, permiten identificar esta obra de la colección del Museo Thyssen-Bornemisza como la que se exhibió con el título Jardin en la Tercera exposición impresionista celebrada en París en abril 1877 y que fue especialmente admirada por la crítica.

Arlequín con espejo, una pintura representativa del periodo clásico de Picasso, generalmente se relacionaba con un conjunto de arlequines sentados que el artista pintó durante los primeros meses de 1923 para los que posó el pintor español Jacinto Salvadó vestido con un traje que Cocteau había regalado a Picasso. Ahora bien, un estudio atento de este conjunto evidencia que el Arlequín del Museo Thyssen-Bornemisza se distancia bastante de los demás, ni siquiera es un verdadero arlequín, sino que conjuga la presencia de tres de los personajes del mundo del circo y de la commedia dell’arte, por los que Picasso se sentía tan atraído: su atuendo de acróbata nos traslada al mundo de los saltimbanquis y volatineros; su sombrero de dos picos es una clara referencia a Arlequín; y, finalmente, la máscara en la que Picasso convierte su rostro, es Pierrot, el desairado galán de Colombina, que recrea su melancolía en la contemplación de su imagen en el espejo, atributo del desengaño y de la vanitas. Además, el estudio radiográfico del cuadro ha permitido deducir que Picasso abordó esta pintura en forma de autorretrato.

En la radiografía el rostro era inicialmente un autorretrato del pintor y en cambio adopta en la obra final la impersonalidad de una máscara. No hay que olvidar que Picasso a lo largo de su vida se autorretrató en múltiples ocasiones bajo la máscara de Arlequín, generalmente a causa de algún motivo sentimental. Precisamente, algunos autores, como William Rubin y Pierre Daix, han vinculado Arlequín con espejo con la ambiciosa obra del periodo clásico La flauta de Pan y con el amor frustrado que vivió Picasso durante el verano de 1923 en Cap d’Antibes con la americana Sara Murphy.

Éstas son sólo algunas de las novedades y actualizaciones que aporta el nuevo catálogo de la Colección Permanente del Museo; el trabajo realizado durante estos años que ha dado origen a esta publicación, da pie también a la organización este otoño de un curso monográfico en torno a las obras de arte que alberga el Museo Thyssen-Bornemisza. Bajo el título Nuevas reflexiones sobre la Colección y con la dirección de Guillermo Solana, director artístico del Museo, el curso abordará a lo largo de ocho conferencias un recorrido por la historia del arte y de la colección de la mano de diversos especialistas sobre algunos de los capítulos más atractivos y mejor representados en las salas del Museo.

PINTURA ANTIGUA
Edición a cargo de Mar Borobia.
Textos: Introducción y fichas: Mar Borobia; biografías: Dolores Delgado, Sara Martínez-
Sarandeses; historiales y documentación: Sara Martínez-Sarandeses con la colaboración de
Esther García Martínez.

PINTURA MODERNA
Edición a cargo de Paloma Alarcó
Textos: Introducción y fichas: Paloma Alarcó; biografías: Marta Ruiz del Árbol; historiales y
documentación: Marta Ruiz del Árbol, Berta Giménez-Arnau y Clara Marcellán Fernández
con la colaboración de Ángeles Villalba.

COORDINACIÓN EDITORIAL
Departamento de Publicaciones del Museo Thyssen-Bornemisza: Ana Cela, Nerea Sagredo y
Catali Garrigues.

PRODUCCIÓN
Ediciones El Viso

CURSO MONOGRÁFICO
MUSEO THYSSEN‐BORNEMISZA

Nuevas reflexiones sobre la Colección
Director: Guillermo Solana
Director Artístico del Museo Thyssen-Bonemisza
Con motivo de la publicación del nuevo catálogo razonado de la Colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza tiene lugar este curso monográfico, destinado a servir a un mejor conocimiento de algunos aspectos fundamentales de la historia de la pintura que representa con ejemplos bien conocidos, pero en los que necesariamente hemos de profundizar. El Museo Thyssen-Bornemisza posee una colección bien estructurada que permite realizar un recorrido muy elocuente por la historia del arte occidental desde el siglo XIV hasta el XX. El planteamiento del curso responde a esa misma virtud de la Colección: traza una síntesis de la historia del arte con una sucesión de lecciones sobre episodios fundamentales de su desarrollo que están particularmente bien representados en este Museo. Especialistas que han estudiado en profundidad algunos de los capítulos más atractivos de su pintura han sido convocados para la ocasión.

18 de noviembre – Mar Borobia
Conservadora del Museo Thyssen-Bonemisza. Jefa del Área Pintura Antigua
Perfil de una colección
25 de noviembre – Bodo Brinkmann
Conservador Jefe de Maestros Antiguos. Kunstmuseum, Basilea
El semblante de los hombres – La ventura de los santos. Pintura alemana, 1400-1550
2 de diciembre – Jeroen Giltay
Conservador Senior de Maestros Antiguos. Boijmans Van Beuningen Museum,
Rotterdam. Aspectos del paisaje holandés, Segers, Ruisdael,Van Kessel y Van der Meer
9 de diciembre – Delfín Rodríguez
Catedrático de Historia del Arte. Universidad Complutense de Madrid
Arquitecturas y ciudades pintadas: la pintura como veduta y como proyecto
16 de diciembre- Paloma Alarcó
Conservadora del Museo Thyssen-Bonemisza. Jefa del Área de Pintura Moderna
El impresionismo y su estela
13 de enero – Peter Vergo
Catedrático de Historia del Arte. University of Essex
Expresionismo en un espectro amplio
20 de enero- Matthew Gale
Conservador de Arte Moderno, Head of Displays. Tate, Londres
“La llave del campo”: vanguardias experimentales
27 de enero- Tomàs Llorens
Director honorario del Museo Thyssen-Bornemisza
Pablo Picasso, Arlequín con espejo, 1923. Clasicismo y melancolía en el arte moderno