Quinquis1Quinquis de los 80. Cine, Prensa y Calle aborda el contexto sociológico y económico que se vivió en España en las visagra de los años 70 y 80. La exposición, coproducida por el CCCB y la Casa Encendida y comisariada por Amanda Cuesta y Mery Cuesta, no se presenta como una exposición de valor estético al uso. Josep Ramoneda, director del CCCB; Jordi Batlló, director de exposiciones; José Guirao, director de la Casa Encendida acompañados de las comisarias presentaron una exposición que podrá visitarse hasta el 6 de septiembre en el CCCB e intinerará posteriormente a Madrid en julio del 2010 y Bilbao.

Entre 1978 y 1985 el cine «quinqui» vivió su apogeo centrado en el fenómeno que muchas de estas películas como el Vaquilla, El pico supusieron en el panorama de la cultura nacional del país. Mery Cuesta señala cómo sí se puede considerar del cine «quinqui» un género: «Era un cine de urgencia que reflejaba las problemáticas del país sobre todo desde la prensa de sucesos y sensacionalista del momento. Por otro lado, los personajes enlazan con la tadición más neorrealista: actores en contextos de marginación y delincuentes habituales.

Quinquis2La exposición, como indicó Josep Ramoneda, trata de aproximarse a través del cine y la prensa a un fenómeno surgido en un momento difícil que fue objeto mediático que transformó la vida de estos personajes de algo marginal a un elemento del imaginario del país». Un imaginario que cuesta recordar y tener presente como parte de nuestra historia más reciente, de la cultura popular que convirtió en mitos a figuras víctimas de la crisis estructural que vivía España a finales de los 70.

«La muestra no se centra en el delincuente sino en el mito que se trenza en torno a esta figura. La tesis se plantea a partir de las películas y de las formas de expresión de la calle», comentó Amanda Cuesta y continuó: «La nuestra es una mirada generacional al pasado reciente que no es precisamente atractivo estéticamente. Es una visión generacional sobre la mistificación de estas figuras que también han influído en la cinematografía americana de hoy en día».

Quinquis3El cine quinqui y sus figuras fueron objetos de una retroalimentación con la prensa sensacionalista de la época y al mismo tiempo, actuaron como reflejo fiel de las tranformaciones urbanísticas, sociales, políticas y económicas de la época. Un tipo de cine que pese a no ser reconocido académicamente contó con una ingente producción (30 filmes entre 1978 y 1985) y con una calurosa acogida social. La razón era apuntada por Mery Cuesta. «Era un cine que recogía la conflictividad social con ironía, el cine transmitía  lo que ocurría en las calles».

Figuras como el Torete, El Vaquilla o películas como Perros callejeros de José Antonio de la Loma, Deprisa, Deprisa de Carlos Saura, Navajeros de Eloy de la Iglesia dieron visibilidad a una realidad tan cruda como la vida de sus protagonistas. La crisis económica de los setenta y los elevados índices de paro convirtieron los barrios de las periferias como La Mina de Barcelona, San Blas en Madrid o Otxarkoaga de Bilbao en el territorio germinal del quinqui, sólo tres casos que en la exposición sirven para ilustrar una situación generalizada en todo el país.

Quinquis4Unos mitos que pervivieron y fueron alimentados durante los ochenta por la prensa de sucesos y que se vieron reflejado en los sucesisvos motines penitenciarios que a comienzos de los ochenta se dieron en diversos puntos de la geografía española, algunos de ellos liderados por los protagonistas de estas películas.

«Quinquis de los 80» requiere como apuntó José Guirao «una distancia para descubrir sin prejuicios que lo marginal y periférico tuvo una presencia importante en nuestra historia». Un período en el que estos personajes fueron construídos en fenómenos culturales reflejo de un contexto social, retratos de centenares de delincuentes juveniles que vieron en ellos elementos en lo que ver reflejado esa rebeldía por las necesidades padecidas.

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