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La escribana de París

 

 

 

Talentos de una viuda

 

Andrés Merino Thomas

 

En plena Edad media, para una mujer quedar viuda no era sólo una desgracia. Podía convertirse fácilmente en una tragedia de casi imposible solución, pues su situación económica, social y en definitiva personal pasaba a rayar con frecuencia en la indefensión. Christine de Pizan hacía nacido en 1364 en Venecia, pero tras pasar su infancia en la corte de Carlos V de Francia, había contraído matrimonio a los quince años con uno de los secretarios reales, Étienne du Castel. Una década después fallecía su esposo. Pasó varios años luchando por su herencia, consiguiendo mantener a sus tres hijos gracias a que sabía leer y escribir, algo verdaderamente inusual en su época. La escritora Sabrina Capitani (seudónimo de la guionista de la radio y televisión alemana Sabine Korsukewitz) se ha aventurado a escribir su vida en la novela histórica “La escribana de París”, publicada en español por Maeva.

 

La autora ha sabido recrear sin estridencias el mundo medieval parisino. No es un logro menor, pues la construcción de una novela histórica adolece con frecuencia de excesos en el trazado de entornos, que convierten los contextos en paisajes artificiosos. No parece caro peaje otorgar credibilidad a las características que Capitani regala a su mercado populoso, a su castillo, e incluso a lo que bien pudo ser la Biblioteca Real. Cuestión distinta es el retrato de los personajes. Cristina de Pizán, de Pisán o de Pisa (con los tres nombres ha pasado a la historia) fue a la vez poeta y prosista, y hay quien la califica de filósofa, e incluso de humanista. Pero Capitani nos la presenta casi como una abanderada no ya del feminismo nacido del XIX, allende el respeto a la dignidad de la mujer o el cualitativo salto al sufragismo o los derechos sindicales de los colectivos de las trabajadoras, sino como una heroína prototípica las últimas décadas del siglo XXI, de esa independencia femenina que excluye incluso el matrimonio.

 

Es cierto que en la obra que se conserva de la escritora hay poemas de singular interés, como el titulado “Sola estoy y sola quiero estar”, o su homenaje descarnado a la heroica Santa Juana de Arco. Son muestras que hacen repensar con seriedad el papel intelectual de la mujer en la Francia del siglo XIV. Pero la simpatía que despierta la fortaleza que muestra en el relato ante su cautiverio o la acechanza de su enemigo, al que hace frente junto a fray Thomas, el iluminador de sus manuscritos, no basta para evitar que sorprenda por anacrónica la presencia de feminismo de siglo XX en un relato cuyos hechos acaecen seis siglos antes. Con todo, la autora no ha dejado de recoger en el relato un cierto poso de amargura, que aparece casi imperceptiblemente en los diálogos. Quizá entonces, escribir era ya, un poco, estar sola.

 

 

 

 “La escribana de París”

Sabrina Capitani

Madrid, Maeva, 375 pág.

ISBN: 978-84-96748-94-1