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Mucho más que una bienvenida

Andrés Merino Thomas

Hay un estado europeo en la Edad moderna especialmente apreciado por los historiadores. No es una potencia militar o económica de excesivo peso, determinante en lo que fueron los delicados equilibrios del largo periodo, pero es significativa su continua obsesión por enviar embajadores a todas las cortes a las que le fue posible. Sus diplomáticos remitían puntualmente la más variada de correspondencia que ha hecho las delicias de investigadores, pues gracias a ella se han podido reconstruir no pocos acontecimientos de grandes personajes y reinos europeos. Nos referimos a Venecia, la Señoría del Adriático que supo hacer del comercio en el Mediterráneo y las relaciones con otros estados todo un arte. Buena representación del mismo luce en la exposición “Settecento Veneziano. Del Barroco al Neoclasicismo”, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Uno de los cuadros de la muestra atestigua el extraordinario valor que la república del norte de la península italiana concedió siempre a las relaciones diplomáticas.

El 29 de abril de 1703 llegaba al Palacio Ducal de Venecia el nuevo embajador del Luis XIV, Du Charmont. Luca Carlevarijs, un pintor nacido en Údine que acababa de cumplir cuarenta años, recibió el encargo de plasmar para la posteridad el brillante acto de bienvenida del representante del monarca más poderoso de su tiempo. La elección del maestro no sorprendió: Carlevarijs acababa de realizar una colección de 104 aguafuertes, Le Fabriche e Vedute di Venezia (cuyos dibujos preparatorios se conservan en el British Museum) que alcanzó gran éxito y sirvió de modelo para infinidad de grabados posteriores. No en vano se le considera innovador del género del pasaje y pionero de los vedutistas del Settecento veneciano. Supo plasmar con gran fidelidad las arquitecturas de la ciudad de los canales, incorporándoles la proporción de la figura humana quizá de una forma no lograda por ninguno de sus coetáneos.

La composición del lienzo es compleja. Si por un lado era necesario atestiguar buena parte del número de naves que condujeron al embajador a su destino, por otro debía constatarse la expectación que la presencia del representante había despertado no sólo entre los dignatarios anfitriones, sino en el propio pueblo. Es esta una de las claves visuales del cuadro. Al impresionante palacio hacia el que se dirige la comitiva, conservando la majestuosidad de su arquitectura, traza y brillante estilo, han sido incorporadas en esa magistral técnica de la veduta, una la multitud que, diseminada y a la vez agolpada, constituye un magma de bienvenida política y social al representante del soberano francés. En la misma tela conviven el ceremonial cortesano propio del comienzo del siglo XVIII con la vida cotidiana de una capital comercial marítima, en la que las gentes del día a día caminan y se detienen un momento, curiosos, ante la llegada del gran visitante. Especial atención merecen quienes desde las galerías altas no pierden detalle del desembarco y la desordenada llegada de la comitiva cuidadosamente desordenada. Pero en medio de tanta pincelada de color no olvidemos las referencias, el contexto. La Guerra de Sucesión española ha estallado. Venecia es un estado europeo. Francia necesita su amistad. Su rey envía un embajador. Precisamente en este delicado marco de alianzas no extraña que el mismo cuadro fuera confundida en su día con la recepción a otro legado, el de Su Graciosa Majestad, el Conde de Manchester, aunque ese acontecimiento tuviera lugar tres años y medio después, en 1707. Que se le dedicasen los mismos honores es otra cuestión.

“Entrada del embajador de Francia en el Palacio Ducal de Venecia”

Luca Carlevarijs

Óleo sobre lienzo (88,5 x 157,5 cm)

Colección Terruzzi

Exposición “Sttecento Veneziano. Del Barroco al Neoclasicismo

Organiza: Fundación Banco Santander

Sede: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Madrid, del 26 de marzo al 7 de junio de 2009. Entrada gratuita.

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1 COMENTARIO

  1. Breve, «dos veces bueno».
    Buen artículo histórico y artistico. El cuadro comentado refleja, cual muestra gráfica,
    la Plaza, el Palacio y la vida de Venecia de la época.
    Vale. Gracias.
    Gonzalo Cuesta.

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