Mármol que flota
Andrés Merino

El 2 de septiembre del año 31 antes de Cristo una batalla naval decidió el curso de la historia política de Roma. Las naves de Marco Antonio y Cleopatra fueron vencidas por la escuadra de Octaviano, que con la victoria acabaría adaptando el título imperial con el que pasó a la posteridad, Octavio César Augusto. Como era costumbre, se decidió posteriormente la edificación de un monumento conmemorativo recogiendo el triunfo, en el que se fijaron relieves en mármol. Un conjunto de ellos fue dispuesto como friso historiado, a base de placas ricamente esculpidas. De ellas, tres contiguas que superan los tres metros de longitud recogieron un pasaje del enfrentamiento, que se piensa alcanzaría los cinco metros. Con absoluto realismo, nueve embarcaciones muestran la lucha con detalles sorprendentes, como el dinamismo otorgado a cada combatiente, las series de remos o la estructura de cada proa y popa. Todo ello convive con pequeñas concesiones a cierto idealismo, como el empleado para la perspectiva visual. El efecto lejanía fue logrado en un soporte tan complicado con la primaria distinción de dos planos (quebrados sólo en el primero con una nave que se hunde irremediablemente y de la que sólo distinguimos con cierta claridad la proa). Todos los barcos aparecen suspendidos en ondas de piedra que simulan olas.

El relieve muestra con detalle la tipología de las naves. Se sabe que las de Octavio eran en su mayoría “liburnias”, de poco calado y por lo tanto ligeras y con capacidad de maniobra. En su mayoría contaban con un castillo de popa y catapultas, desde las que podían lanzarse proyectiles incendiarios, la clave de la victoria. Aunque el relieve recoge varias luchas cuerpo a cuerpo, todos los barcos parecen ser de tan útil género, por lo que podemos pensar que se recogió un fragmento de la flota vencedora, con una rica concesión estética. Para cada uno de los puentes se dedicó un diseño distinto. Incluso se dio uno propio al de la que, en la parte central izquierda, aparece sumergiéndose en el mar por efecto del choque con otra de mayor fuerza o tonelaje. El resultado es un despliegue de dominio de las técnicas escultóricas, que proporcionan un interesante estudio de la navegación militar romana que ya fue objeto de interés en pleno siglo XVIII, cuando se reprodujeron con frecuencia en series de dibujos y grabados.

La pieza fue enviada por Pedro Afán de Ribera a su residencia sevillana, hoy conocida como la Casa de Pilatos. Durante su estancia como virrey en Nápoles, entre 1558 y 1571, el primer duque de Alcalá de los Gazules se interesó por el arte clásico y reunió una rica colección. A mediados del XVIII muchas de las obras en piedra pasaron a Madrid, hasta que en 1965 una significativa porción de ellas pasaron a formar parte de la herencia de los duques de Cardona, que hoy la conservan en Córdoba. El relieve ha sido prestado para la gran muestra “El rescate de la Antigüedad clásica en Andalucía”, que reúne en el Hospital de los Venerables, hasta finales de febrero de 2009, más de cien selectas piezas que atestiguan la preocupación por el arte antiguo en una de las zonas más romanizadas de España. Otras esculturas como la Venus de Itálica o el Efebo de Antequera, antes nunca expuestas juntas, nos invitan a calificar la iniciativa de la Fundación Focus Abengoa como de visita imprescindible en la capital sevillana.

“Batalla naval de Actium” (final siglo I a.C. ó primera mitad siglo I d.C.)

Autor desconocido

Relieve en mármol blanco (105 x 296 cm)

Colección Duques de Cardona (Córdoba)

Exposición “El rescate de la Antigüedad clásica en Andalucía”

Organiza: Fundación Focus-Abengoa

Sede: Hospital de los Venerables (Sevilla)

24 de noviembre de 2008 a 28 de febrero de 2009

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1 COMENTARIO

  1. hay alguna excursión cultural para ver ese tipo de exposiciones, existe alguna agencia de viajes culturales? gracias!

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