Las pinturas datan del siglo XVI y forman parte del retablo original de la

Iglesia Parroquial de Meco

Declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) el pasado 17 de julio

Estas tablas, que fueron descubiertas en 1950 y atribuidas a Juan Correa de Vivar,  reflejan cuatro episodios correspondientes al ciclo de la infancia de Jesús (Anunciación; Visitación; Adoración de los pastores y Epifanía o Adoración de los Magos) y dos episodios del ciclo de la Pasión (Cristo camino del Calvario y Llanto sobre Cristo muerto).

El consejero de Cultura y Turismo, Santiago Fisas, acompañado por la viceconsejera, Concha Guerra, y por el alcalde de Meco, Pedro Luis Sanz, ha visitado esta mañana la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, donde se encuentran seis obras del siglo XVI, recuperadas por la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. Éstas pertenecen al retablo original de la citada iglesia, dedicado a la vida de Cristo, realizado por el pintor Juan Correa de Vivar. El pasado 17 de julio, las seis tablas fueron declaradas Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid (BIC) adquiriendo la protección máxima que confiere la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid (Ley 10/1998, de 9 de julio).

La recuperación de estas obras está enmarcada en el objetivo prioritario de la Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, de atender a la conservación, restauración, rehabilitación, enriquecimiento, difusión y puesta en valor del Patrimonio Histórico de la Región, fines a los que entre 2004 y 2007 ha destinado una inversión de 69.937.000 euros.

Teniendo en cuenta la importancia de la figura de su autor como destacado pintor de la de la escuela toledana del siglo XVI, así como su trabajo para numerosas iglesias y conventos de la actual Comunidad de Madrid, estas pinturas de Meco adquieren un destacado valor para el Patrimonio Histórico-Artístico de la Comunidad de Madrid como testimonio de la pintura del siglo XVI en la región madrileña.

La restauración
El retablo fue realizado en la década de los años treinta, la primera en la que el pintor lleva a cabo su actividad de forma independiente. En esta etapa, además de este retablo de Meco, Correa ejecuta el retablo para el convento de Clarisas de Griñón, el retablo para el monasterio de Guisando en Ávila (hoy en el Museo del Prado y en el Museo de Santa Cruz de Toledo), y el retablo para la iglesia parroquial de Mora en Toledo, además de algunas tablas sueltas.

En estas tablas se puede apreciar todavía la influencia de Juan de Borgoña y, asimismo, una personalidad que el artista irá desarrollando a lo largo de su vida, hasta derivar hacia fórmulas manieristas.

En 2004, el estado de conservación de las tablas presentaba algunos signos de envejecimiento, con numerosos levantamientos de la policromía, tal vez por los movimientos naturales de contracción de la madera. Asimismo, la pintura también presentaba una capa de barniz de protección demasiado gruesa y brillante que no conseguía ocultar las imperfecciones de la limpieza anterior.

Los tratamientos comenzaron por las tareas de conservación y protección de la película pictórica. Una vez consolidada ésta se procedió a realizar algunas intervenciones sobre el soporte de madera, como la colocación de lengüetas de madera que impidiesen la formación de escalones o diferencias de nivel entre unas zonas y otras. Y finalmente, se llevó a cabo la reintegración cromática y la aplicación de una capa de protección.

Pintor de la iglesia, la nobleza y la monarquía
El retablo fue realizado entre 1537 y 1539 y es posible que durante la guerra civil (1936-1939) las tablas –que originalmente se estima que eran doce- fueran depositadas en el Servicio de Recuperación Artística para, posteriormente, reintegrar parte a la Iglesia de Meco y otra parte a museos provinciales.

Juan Correa de Vivar (1510-1566) fue el pintor de la nobleza toledana, muy relacionado con nobles como los duques de Maqueda, marqueses de Mondéjar, la familia Mendoza y la familia Rojas; así como con la Iglesia, especialmente con los arzobispos Fonseca y Tavera. Con la Corte también mantuvo una estrecha relación, realizando obras para Carlos V, entre las que se incluye su retrato.

Lo más destacado de su obra es el juego, la relación entre grupos mediante las miradas y los gestos de las manos. Hacia los años cuarenta aparecen los primeros tornasoles típicos del manierismo.

Se formó con el pintor Juan de Borgoña y, poseedor de una buena técnica, fue quien introdujo las formas renacentistas en la pintura toledana, apreciándose en él una evolución artística al ir incorporando en su obra modelos próximos a Leonardo y sus discípulos. Se conservan trabajos suyos en retablos Toledo, Madrid, Guadalajara y Extremadura; además de numerosas obras sueltas en museos y colecciones dentro y fuera de España.

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