Heridas en la historia de Occidente

Por Andrés Merino

Hilaire Belloc (1870-1953) nació en Francia el año del desastre de Sedán, pero desarrolló una fecunda vida política e intelectual en Gran Bretaña. Allí mantuvo gran amistad con los hermanos Chesterton y firmó más de ciento cincuenta libros con un denominador común: la consideración de la religión cristiana como base y ligazón del ser e historia de Europa. En lo que constituye un interesante programa de publicaciones de textos hoy “políticamente incorrectos”, la editorial Ciudadela propone ahora un ensayo del historiador, tras haberlo hecho hace tiempo con su notable biografía de la reina María Antonieta. Bajo el sugerente título “Europa y la fe”, a lo largo de nueve capítulos se recorre la historia del viejo continente desde el Imperio Romano, con muy especial atención a la singularidad de las Islas Británicas.

Toda la obra es una continua invitación a pensar, a razonar en torno a postulados y reflexiones hoy verdaderamente atípicas. Para estas líneas escogemos tres. En primer lugar, Belloc es un hombre de certezas. En tiempos de relativismo político, sociológico e incluso –algo verdaderamente incómodo- académico, proclama una especie de “derecho a la seguridad intelectual”, consecuencia lógica del uso de los conocimientos históricos que se poseen con honradez y la capacidad de extraer conclusiones generales. Es un convencido: deshecha la expresión “punto de vista”, que equipara a inseguridad en los conceptos, sustituyéndola por un vocablo más rotundo. Conciencia.

La segunda reflexión es precisamente sobre la importancia de un ramillete de conclusiones: para el historiador, no puede hablarse de la caída del Imperio Romano, ni mucho menos atribuir esa supuesta desaparición a invasiones bárbaras. Lo que conocemos como imperio habría ido adaptándose poco a poco a una situación que denomina “época oscura”, que centra en los siglos VII a IX. La consecuencia es una propuesta entonces novedosa de definición de la Edad Media, a la que corresponderían los siglos que siguieron, hasta el XV. Una Edad Media cuyo fin devino a causa del agotamiento de un sistema social heredero del romano. Otro desafiante postulado historiográfico es la afirmación de que el cisma inglés en el siglo XVI fue una gran herida en el cuerpo del mundo occidental, aún no cicatrizada. Belloc fundamenta el nacimiento de la Iglesia Anglicana más en la ambición por las riquezas de los nuevos avaros de la Inglaterra de los Tudor que en la debilidad personal de Enrique VIII.

Un tercer comentario se refiere a la necesidad de leer la obra de Belloc en su contexto, la Gran Bretaña de 1919, con el problema de Irlanda bien presente. En aquellos años ya estaba mal visto denunciar “la fatal costumbre de leer en el pasado lo que sabemos de su futuro”, es moda que tantos estragos ha causado entre historiadores incapaces de acotar sucesos e interpretarlos en sus contextos. Quizá el problema del autor es la acritud de su carácter, que le llevó sostener agrias polémicas con otros historiadores en las que no se ciñó a lo meramente intelectual. A la detección de ciertas dosis de incómodo orgullo debemos unir una chocante afirmación sobre el inicio de la Reconquista peninsular, cuyo inicio atribuye nada más y nada menos que a los vascos. El error de no individualizar a los asturianos y cántabros llama la atención, pues en la obra es numeroso el elenco y descripción de los pueblos medievales europeos, con una precisión que no aplica aquí a la Historia de España. Pero esa es otra historia…

“Europa y la fe” es un libro útil para conocer y entender la obra de Belloc, pero también para abrir una ventana a opiniones diversas y alejadas de la aburrida uniformidad que destilan muchas interpretaciones del pasado.

“Europa y la fe”
Hilaire Belloc

Madrid, Ed. Ciudadela, 237 pág.

ISBN: 978-84-96836-23-5

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